El doctor Guillermo Soberón falleció el 12 de octubre de 2020. Fue Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1973 a 1981 y más tarde Secretario de Salud de 1982 a 1988 durante el gobierno del presidente Miguel de la Madrid. En ambas responsabilidades dejó un importante legado tanto a la educación superior y la investigación académica como en materia de Salud Pública y en la formación de cuadros de excelencia en esa rama de la administración pública. Soberón fue también un destacado científico y dejó una importante huella en diversos ámbitos.
Guillermo Soberón Acevedo nació en Iguala, Guerrero en 1925. Obtuvo el título de Médico Cirujano, egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM. Más tarde obtuvo el doctorado en Fisiología en la Universidad de Wisconsin. Se dedicó a la vida académica y fue director del Instituto de Investigaciones Biomédicas, así como posteriormente Coordinador de Ciencias de la UNAM. Tomó posesión de la Rectoría de la UNAM en el contexto de una profunda crisis política que padecía la Universidad. Supo conducir a la UNAM por el camino de la recuperación de la institucionalidad, enfrentar a violentos grupos políticos radicales, varios de ellos estimulados por agendas externas a la Universidad. Durante su gestión la UNAM retomó en varias áreas la senda de la excelencia académica y de la preservación de las libertades de cátedra e investigación.
El nombre de Guillermo Soberón queda así asociado al de los más distinguidos mexicanos que han ocupado la responsabilidad de conducir a la Universidad en tiempos difíciles. En la primera mitad del siglo XX cabe referir, además de Justo Sierra, el fundador de la Universidad Nacional contemporánea, los de José Vasconcelos, Antonio Caso, Manuel Gómez Morín, Ignacio García Téllez, Mario de la Cueva, Alfonso Caso, Gustavo Baz Prada y Salvador Zubirán, por mencionar sólo a algunos. En la segunda mitad de la centuria pasada cabe referir a Nabor Carrillo Flores, eminencia mundial en mecánica de suelos, al brillante cardiólogo Ignacio Chávez, así como a Javier Barros Sierra, a quien le correspondió ser Rector de la Universidad en los difíciles días de 1968, y a Pablo González Casanova, su inmediato predecesor.
La Universidad Nacional Autónoma de México ocupa un lugar determinante en la vida del país al haber sido durante muchos años la principal institución de educación superior en México junto con el Instituto Politécnico Nacional, así como el más importante sistema de investigación académica tanto en ciencias como en humanidades del país. Durante la primera mitad del siglo XX fue una institución dominante en la materia aunque no la única, ya que además del Politécnico, había otros centros de estudios de excelencia como la Universidad Iberoamericana, la Escuela Médico Militar, la Escuela Libre de Derecho, el Colegio de México, el Tecnológico de Monterrey, el ITAM, entre otros, así como Universidades en varias entidades federativas como la Universidad de Guadalajara, la Veracruzana y la Universidad Autónoma de Nuevo León, por mencionar sólo algunas.
Más tarde, el acelerado incremento demográfico del país y la creciente complejidad de la sociedad mexicana provocaron que desde la década de los años setenta del siglo XX se crearan numerosas universidades y centros de estudio de educación superior públicos y privados en toda la extensión del territorio nacional. A este esfuerzo de creación de entidades de excelencia académica, se han sumado numerosos giros mercantiles que pretenden vender títulos y reconocimientos.
Después de Soberón han sido rectores de nuestra Universidad, Octavio Rivero Serrano, Jorge Carpizo, José Sarukhán Kermez, Francisco Barnés de Castro, Juan Ramón de la Fuente, José Narro Robles, y actualmente Enrique Graue, todos ellos destacados académicos y catedráticos.
Desde siempre la Universidad Nacional Autónoma de México ha procurado la excelencia académica, ha sido un elemento de movilidad social y ha sido un espacio de preservación de las libertades en México. Por sus aulas han pasado buena parte de los constructores del país en los campos de la ciencia, la tecnología, las ingenierías, la medicina, el Derecho, las humanidades y las artes. La Universidad siempre ha sido el reflejo de todas las clases sociales y de todas las regiones del país, de todas las ideologías y las religiones. Un espacio de convivencia en un marco de respeto y camaradería.
Es imposible sintetizar siquiera un breve esbozo de todos los hombres y mujeres que han pasado por sus aulas. Basta decir, aunque sea un tanto convencional y arbitrario, que los tres Premios Nobel mexicanos, Alfonso García Robles, Octavio Paz, y el recientemente fallecido Mario Molina, el científico mexicano con mayor reconocimiento internacional, estudiaron en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Gracias al doctor Guillermo Soberón por su contribución a lograr los ideales universitarios. Hoy más que nunca es oportuno el lema de la Universidad de la Nación: Por mi raza hablará el espíritu.
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