Turismo y globalización, en busca de la experiencia perdida
Antonio Tenorio

Innovación, Tecnología y Sociedad

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Constituirse en personas especiales que hacen cosas especiales, se ha convertido en una exigencia que de suyo aparece desde un inicio…

Imagen: Kienyke.
Imagen: Kienyke.

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Sobre los océanos, por entre los territorios, los turistas son la especie que por antonomasia atestigua el frenético desplazarse que la época marca.

Hasta antes de la pandemia, al menos, como bien acierta en señalar el escritor neerlandés Ilja Leonard Pfeijffer, “el turismo es, quizá, la consecuencia más visible de la globalización”.

La magnitud del impactó que la crisis sanitaria ha tenido sobre sectores asociados al turismo, da una idea aproximada sobre el peso específico que el sector turístico fue ganando en las dos últimas décadas.

De acuerdo con la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), la industria de la aviación habrá resentido una pérdida acumulada que superará los 200 mil millones de dólares.

problemas del turismo
Imagen: Ecologistas en Acción.

En otro momento, justamente, fue la aviación, y en particular el surgimiento de las aerolíneas de bajo costo lo que detonó grandes mareas de turistas yendo de un sitio a otro del mundo.

Ciertamente, entre quienes usan un avión para trasladarse no sólo hay turistas, pero considerar que tan sólo en 2019 viajaron 4 mil 500 millones de pasajeros, nos da una idea de las magnitudes que estos desplazamientos tenían antes del Covid.

Ciudades como Venecia o Ámsterdam, por poner dos ejemplos de urbes cuya sustentabilidad ha resentido la avalancha turística.

Hasta un año antes de que apareciera el coronavirus, esas mismas urbes registraron, cada una, alrededor de 18 millones de visitantes.

En ese momento, sin que mediara la pandemia, se calculaba, sin embargo, que para 2030 esos 18 millones pasarían a ser 36 millones de turistas por año.

turismo oportunidad o problemas
Imagen: Diario de Sevilla.

La cifra, de por sí alarmante, adquiere toda su dimensión si se considera que esos 36 millones promediarían 100 mil visitantes por día.

Lo que, en el caso de Venecia, en cuyo casco histórico el número de habitantes apenas rebasa los 60 mil habitantes, constata lo telúrica que puede llegar a ser la presencia de esos modernos peregrinos, sin sacralidad, en que se han convertido los turistas.

Puesto en palabras de Pfeijffer, “los turistas buscan por encima de todo experiencias auténticas, pero su mera presencia supone una degradación de la autenticidad que tanto anhelan”.

Para enseguida apuntalar que lo que sobreviene, entonces, a manos de la industria del turismo es una autenticidad “de cartón piedra”.

“El turismo destruye por definición aquello que lo genera”, asevera el autor de Grand Hotel Europa, novela monumental con la que el neerlandés se adscribe a la gran tradición de ficción reflexiva que Kundera ha reclamado para el género.

Ilja Leonard Pfeijffer
Ilja Leonard Pfeijffer (Foto: Het Financieele Dagblad).

Bajo ese halo, Pfeijffer no duda en afirmar que “el turismo es de todos los tiempos, pero el turismo de masas es un fenómeno reciente y no se puede negar que constituye uno de los rasgos distintivos de nuestro tiempo”.

El mundo se ha achicado. Las distancias son las mismas, pero la facilidad para ir de un punto a otro ha modificado sustancialmente la idea de la posibilidad de viajar.

A la sombra de ese cambio perceptual, es decir, cultural, se anida un ethos turístico que, como apuntaba el novelista neerlandés, encuentra en la búsqueda de “experiencias auténticas” su pathos.

He ahí un hilo luminoso entre los varios con los que se trenza la trama, filosófica, crítica y de acción de Grand Hotel Europa.

“Lo que define nuestra identidad ya no es únicamente nuestro trabajo, sino cada vez más la forma en que pasamos las vacaciones”, se lee.

Grand Hotel Europa, libro

De ser un período de descanso, sigo las ideas de Pfeijffer, las vacaciones han pasado a ser una oportunidad (magníficamente agrandada por la lente de las redes sociales) para mostrar una personalidad, una forma de ser, un modo de vida.

Constituirse en personas especiales que hacen cosas especiales, se ha convertido en una exigencia que de suyo aparece desde un inicio como imposible.

Si todas las personas que vacacionan se imponen ser seres especiales haciendo cosas únicas y auténticas, ninguna lo hará; no hay manera.

Por ello, se decanta el neerlandés, no hay manera, hoy por hoy, de separar el fenómeno de turismo globalizado con el problema de la autenticidad y la falsificación.

“El fenómeno del turismo es la problematización extrema del ya de por sí problemático concepto de autenticidad”, remata Pfeijffer.

turismo y capitalismo
Ilustración: Josetxu L. Piñero / El Mundo

Frente a lo estamos, pues, es a una línea del camino que, de manera difusa, y potencializada por las redes sociales, tiende naturalmente a diluir la antigua y clara frontera entre lo real y lo que no lo es.

Las dificultades para distinguir entre lo que es genuino y lo que no lo es, en todos los ámbitos, se ha convertido en uno de los callejones más sombríos de nuestro presente.

Por limitaciones de quien se topa con lo falso que se pretende pasar por real, o por mala fe de quien así obra, la línea que distingue entre lo verdadero y lo falso se muestra con frecuencia difusa.

Así, con frecuencia, a fuerza de filtros, aunque no lo sea, aquello que se hace pasar por real logra hacer creer a muchos que lo es.

La experiencia del turismo globalizado vuelve entonces la cara hacia su verdadero afán: un sucedáneo de la real. No su confirmación.

Sí una anestesia.

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