“Extirpar” malformaciones sociales locales desde la ONU
Manfredo Martínez

Sociedades del Siglo XXI

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Pareciera que la ONU es una organización “liberalizadora de maleficios” pues aquí se proyectan las diversas inquietudes que “corroen el alma” de la política moderna.

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Formalmente, desde el 13 hasta el 26 de septiembre la sede central de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York ha organizado el 77 período de sesiones –que se mantiene en tiempo y espacio a lo largo del año y aún después para revisar acuerdos y cumplimientos–, teniendo como vértebra el debate general a partir del 20 en donde líderes políticos de casi todo el mundo han exteriorizado sus “preocupaciones” más apremiantes en la gestión de los asuntos nacionales.

Para empezar, pareciera que la ONU es una organización “liberalizadora de maleficios” pues aquí se proyectan las diversas inquietudes que “corroen el alma” de la política moderna. Si no veamos el ejemplo cuando el extinto presidente venezolano Hugo Chávez Frías dejó entrever en su discurso del 20 de septiembre de 2006 en ese foro intercontinental que “ayer estuvo el diablo aquí. Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar”, en alusión al entonces presidente estadunidense George W. Bush.

Es evidente que, aunque en esta tribuna –en donde se gestionan las aspiraciones de la humanidad–, es la máxima oda a la libertad de expresión, es notable que no ha producido jamás frutos duraderos y sostenibles en una gestión sostenible en la igualdad de oportunidades en las sociedades actuales. Hemos podido observar cómo los colegas de prensa global –en este mes de septiembre– han mediatizado reacciones que relativizan encuadres, producto de las instrucciones de coberturas periodísticas que se han indicado desde las salas de redacción (siguiendo los códigos geo-culturales y de servicio público a nuestras sociedades contemporáneas).

Ahora bien, creo que la imposibilidad de dar respuestas adecuadas y sostenibles contra la situación actual de desigualdad pasa por las propias incomprensiones locales de vulnerabilidad; es decir, la opresión de “el otro” no debe tolerarse porque perpetúa la misma desigualdad.

En lo personal, pienso que…construir alianzas con códigos éticos internalizados sería la clave para resolver la preocupación global por los asuntos que indudablemente nos preocupan. Y que yo digo aquí… reivindicación de las humanidades locales como preámbulo para avanzar en nuestra generación. No es posible que mientras este debate se “intensifica”, haya apagones eléctricos en diversas partes de nuestro continente americano producto del huracán “Ian”; pero por otra parte, pienso que “desnuda” nuestras vulnerabilidades. Se trata indiscutiblemente de generar las infraestructuras humano-tecnológicas que vayan respondiendo progresivamente y con empatía a los intereses de nuestras comunidades. Y, creo –sin lugar a duda que– la comprensión entre unos y otros nos debe motivar para impulsar esquemas sostenibles y “modernizados” para avanzar en sociedades divergentes como las actuales.

En definitiva, eventos como estos en donde se aglomeran dirigentes de todos los países deberían servir para que haya mecanismos “inteligentemente” impostergables, al servicio de las ciudadanías, en donde no haya posibilidades de revertir bajo “artilugios interesados” lo abordado ahí.

Posdata: Es importante destacar que…Marcelo Ebrard, canciller mexicano –potencial sucesor de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a partir de 2024– refrendó, en representación del país norteamericano, la postura oficial del país azteca en torno a “buscar una solución pacífica a la guerra Ucrania-Rusia y llevar a los responsables del conflicto ante la ley”.

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