Una imagen no existe per se; somos nosotros quienes la identificamos, la aislamos, la modificamos, la recordamos, la reproducimos. Una imagen es una oportunidad para aprender a ver a través del tiempo, para cruzar capas y capas de significados acumulados y llegar, con suerte, a su corazón. Una imagen no tiene principio ni fin; máxime en tiempos de la circulación saturante de la imagen digital, cada vez más seguido pienso en que es como la materia: no se crea ni se destruye, sólo se transforma.
Tuve la oportunidad de hacer una inmersión en el sitio creado por el diseñador Cristóbal Pizarro, a propósito de una plática con un amigo chileno sobre las protestas que se han suscitado en aquel país desde hace poco más de un mes. Todo comenzó porque pregunté qué significaba en su contexto “ser paco” y mi amigo me respondió “ser policía”. Acto seguido, me envió la imagen de un perrito conocido como “Negro Matapacos”, así que abundé en su historia. Su fama se remonta a las protestas estudiantiles de 2011, en las que se adelantaba a atacar a los carabineros. No era un callejero, tenía quien lo cuidara, pero su dueña lo dejaba participar en las marchas: tanto ella como los estudiantes le colocaban pañuelos al cuello. Así tuvo su primer atributo iconográfico.
Para que algo tenga iconografía, es decir, para aparecer representado de manera reconocible, debe contar con atributos y éstos deben aparecer reiteradamente en cada representación, de lo contrario, se imposibilita la labor de reconocimiento del personaje. Negro Matapacos ya contaba con dos: ser negro y llevar un pañuelo rojo anudado al cuello. La bandera chilena se sumó, creando una imagen asociada tradicionalmente a la iconografía libertaria latinoamericana. Otros atributos con los que aparece es el casco de carabinero debajo de una pata, una efigie de un paco en el hocico, o bien, se le representa llevando a cabo acciones específicas, como morder la pierna de un policía, o acompañar a los estudiantes con la mirada puesta en un horizonte promisorio. La iconografía del Negro Matapacos se hizo más compleja después de su muerte, en 2017. Dos años más tarde, en el marco de las protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera, se enriqueció considerablemente con nuevos atributos como cacerolas y mediante su vinculación con personajes como el PareMan.
A raíz de 2019, el Negro aparece saltando un torniquete del metro y su imagen incluye la palabra “Evade”, o bien aparece con un ojo parchado, en recuerdo de los ojos que los manifestantes han perdido gracias a los disparos de balas de goma por parte de los carabineros. Matapacos se ha convertido en un icono de la protesta y de la cultura chilena contemporánea, articuló en su imagen histórica la actualidad de las protestas recientes y aparece como una promesa de imagen cohesionadora, dispuesta a seguirse modificando en pro de una comunidad. Incluso, aparece en imágenes que circulan por la web junto a Juan Carlos Bodoque, personaje de 31 Minutos, quien aparece cabalgándolo con la leyenda “Chile despertó”.
Matapacos se ha reproducido en esténciles, pintura de muros callejeros, carteles, así como en la circulación de imágenes digitales creadas conforme a diferentes estilos. Más allá de las técnicas de producción, lo que me interesa ahora es apuntar las variaciones icónicas, producto de una intención narrativa específica, tanto como al estilo elegido para llevar a cabo la representación. Me explico: si uno revisa el compendio que se encuentra disponible en NegroMataPacos, verá que no hay una estrategia de disposición de las imágenes, eso permite a cada uno hacer su propia selección, con base en patrones formales, en rasgos estilísticos de cada ilustración, en atributos o atendiendo a la presencia de consignas. Algunas imágenes se adscriben al formato de las cartas del tarot o de las cartas de la lotería. En otras imágenes (en muro) el Matapacos aparece rodeado de un cortejo pompier compuesto de mujeres y putti, al estilo académico de Bouguereau: dos de las mujeres sostienen, respectivamente, una cuchara y una cacerola, en alusión al movimiento convocado en las diversas marchas de protesta de 2019 (gesto originado en la década de los 70 y hoy compartido en varios países latinoamericanos), mientras que uno de los putti está a punto de colocar una corona al Matapacos quien, además, aparece alado. Matapacos se convierte así en un santo coronado, enmarcado por la iconografía católica y por los gestos de la pintura académica. Hay que notar que, en esta inmensa diversidad, el perro puede aparecer en toda su fiereza o bien, destacar por un dibujo más amable, es decir, adscrito a un discurso de paz y construcción de nuevos escenarios de futuro, desligándolo de la protesta agresiva.
Otras imágenes muestran al Matapacos asociado con otro perrito, un “rubio” de pañuelo rojo, que podría hacer pensar en el Rubio Matacapucha, creado recientemente por Daniel Contreras, ilustrador chileno, quien se sintió en la obligación de crear un archienemigo al héroe consolidado. Matacapucha es un labrador vestido con un chaleco con la insignia de los carabineros y aparece ladrándole a un encapuchado en plena protesta. Las críticas no se hicieron esperar, tanto a la calidad del dibujo como a la idea de un perro carabinero, que además representaba a la ideología de derecha.
El creador de NegroMataPacos afirma que su iniciativa de recopilar las imágenes del Negro obedece al deseo de preservar al máximo icono de la protesta; estima que el perro fue capaz de dar rostro a la misma y de sintetizar las simpatías en torno a un solo elemento. A raíz de las manifestaciones de 2019, el Matapacos figura cada vez con más frecuencia en cómics, como el creado por Guido Salinas, de muy reciente presentación. El cómic potencia la canalización del coraje y asume la creación de posibles escenarios de futuro a partir de la narrativa visual.
Varias de las imágenes compiladas en el sitio permiten un análisis desde la conformación, precisamente, narrativa a partir de la elección de personajes que acompañan al héroe y de optar por estilos que vinculan al cómic o al manga. La imagen no se crea ni se destruye, sólo se transforma. En la deriva de los tiempos, veremos en qué deviene el Negro Matapacos, pues como decía antes, sus posibilidades son infinitas.
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