Pensar el futuro en tiempos de (post) pandemia
Laura Montes de Oca

Coordenadas de realidad

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¿En qué posición te encuentras? Si estás en disposición de preguntarte ¿qué presente estoy viviendo con la pandemia y qué futuro quiero?, comienza a pensar en…

Imagen: ABBA.
Imagen: ABBA.

Lectura: ( Palabras)

Recuerdo que hace ya varios años un querido amigo me dijo que después de que su hija nació ya no pensó el tiempo de la misma manera. Lo mismo me pasó. La maternidad marcó un hito en mi vida. Mi tiempo se convirtió en nuestro tiempo juntos y en nuestro tiempo con actividades separadas. Mi vida dejó de ser sólo mi vida y se convirtió en nuestra vida. Mis planes a futuro dejaron de ser sólo míos (o de mi pareja) y se transformaron en un plan de crianza, de aprendizaje conjunto y de acompañamiento.

Acontecimientos como éste -el nacimiento de un hijo o una hija- marcan el presente y el futuro de cualquier persona. Pero hay otros acontecimientos o eventos críticos que también marcan la forma en que pensamos el tiempo, en que planeamos nuestra vida. La pandemia de Covid-19 es, sin duda, un evento crítico que ha transformado la forma en que nos pensamos, en que vivimos y en que imaginamos nuestro futuro.

Así como el nacimiento de un hijo, la pandemia ha transformado nuestras vidas, la forma en que pensamos el tiempo y, sobre todo, la manera en que imaginamos nuestro futuro. Si con el nacimiento de los hijos, nuestros recuerdos anteriores se van entrecruzando, poco a poco, con nuestras vivencias presentes, construyendo lo que serán nuestros recuerdos compartidos; con la pandemia, el recuerdo sobre la forma en que solíamos hacer las cosas antes se entremezcla con las vivencias presentes. Cada que debemos ponernos una mascarilla cuando vamos al cine, a restaurantes o al supermercado, recordamos cómo era antes, cuando no había esa restricción. Recordamos también que antes el alcohol en gel o las toallas desinfectantes eran productos extraordinarios en nuestras vidas, pero ahora los usamos varias veces en el día a día.

dark cloud
Imagen: The New York Times.

Lo que vivimos, lo que pensamos y lo que creemos de alguna manera marca la forma en que vamos construyendo nuestro futuro. Cada uno de nosotros imaginamos nuestro futuro a partir de las experiencias previas, de nuestros recuerdos. De lo que queremos y no queremos. De expectativas y deseos. A partir de ello es que vamos planificando nuestras vidas, nuestras actividades. Una pregunta común que recuerdo de mi niñez es: “¿qué quieres ser de grande?” Por supuesto que mis respuestas en esos años cambiaban dependiendo de mis experiencias vividas días e incluso horas antes. Algunas veces quería ser cocinera si es que había comido algo rico; otras veces quería ser maestra cuando veía a mi madre dando clases las tardes en que la acompañaba a su trabajo; otras más, quería ser gimnasta cuando pensaba en Nadia Comaneci; alguna otra vez quería ser jardinera al ver a mi abuela cuidar sus violetas tan cariñosamente; incluso, cuando descubrí que las personas podían viajar a las estrellas, se me ocurrió que quería ser astronauta. Así es como imaginamos el futuro.

Hace unas semanas leí un artículo que planteaba que el cerebro humano es una máquina del tiempo. El cerebro humano, a diferencia de otros animales, nos permite pensar el futuro y para ello echamos mano de los recuerdos: “nuestro cerebro tiene la habilidad de planear el futuro. Y la forma en que lo hace es utilizando el pasado” (Millán, 2021). El futuro no existe, nosotros lo imaginamos desde nuestros recuerdos y lo construimos con planes y contingencias. Éste es el argumento de una visión llamada presentista, bajo la cual sólo el presente es lo real, mientras el pasado fue real cuando existió y el futuro existe en el cerebro, a través de nuestros recuerdos convertidos en planes, y será real cuando llegue su momento.

Desde el presente vamos construyendo el futuro, imaginando escenarios y siguiendo o modificando las tendencias del pasado (Urry, 2016). Pero, ante un evento crítico mundial como la pandemia de Covid-19, ¿cómo podemos pensar nuestro futuro? ¿De qué manera ha impactado este hito global en nuestras vidas y, por tanto, en lo que serán nuestros recuerdos en el futuro?

empezar de nuevo pandemia
Imagen: The New York Times.

Pensemos, nuevamente, en el símil de la maternidad/paternidad. Cualquier madre o padre quiere lo mejor para sus hijos. Si él o ella tuvieron experiencias negativas en su pasado, si tienen recuerdos negativos de algo, harán todo lo posible -aunque muchas veces no lo consigan- para que sus hijos eviten las calamidades que implican esos recuerdos. Nuestras vivencias, nuestras experiencias, nuestros recuerdos promoverán de alguna manera la forma en que planeamos y construimos nuestro futuro (y el de los que están cerca). Entonces, si somos conscientes de la calamidad que ha implicado esta pandemia a nivel global, si nos informamos y sabemos que la crisis sanitaria ha agudizado la desigualdad y la pobreza, además de que ha tenido muchos efectos negativos en la vida de las personas, entonces, tal vez podamos hacer un alto para tratar de modificar las acciones que tomaremos en el futuro.

Si antes de la pandemia no me preocupaba por los demás, por los ancianos que viven en los asilos o por las personas que no tienen un hogar donde vivir de manera segura; si no invertía tiempo en estar con mis padres o abuelos; si hacía todo lo posible por escapar de la cotidianidad familiar mediante el trabajo en la oficina y cuando regresaba sólo interactuaba mecánicamente con mis hijos y pareja; si antes no me preocupaba por el bienestar de mis alumnos, de mis empleados, de mis colegas, de mis vecinos, de la ciudadanía; si antes vivía la vida como si yo fuera el centro del universo, sin importar que mis actos afectaran a los demás; si antes no me conmovía con el sufrimiento ajeno porque me sentía inmune ante cualquier fatalidad. Si antes esa era mi perspectiva de vida, tal vez la pandemia me hizo cambiar a fuerza.

Tal vez la muerte de familiares, amigos o colegas me hicieron ver la vida de distinta manera. Tal vez el sufrimiento del otro me hizo comprender mi propia vulnerabilidad. Si éste es el caso, la pandemia fungirá como un motor de cambio. Quienes padecieron de cerca la muerte recordarán estos años como uno de los peores momentos de sus vidas. Esa cercanía forma parte, lamentablemente, de la vida de muchos de nosotros y ahí es donde la pandemia marcará el presente y el futuro, no sólo de algunos, sino de la humanidad.

pensar en los demas

Nuestro futuro ya no es lo mismo antes que después de la Covid-19. La construcción de este futuro, empero, no es automática. Debemos ser conscientes del momento presente, de la calamidad, de la crisis, del sufrimiento, de la vulnerabilidad, para que modifiquemos nuestras acciones como individuos y como sociedad: como padres, madres e hijos; como empleadores y trabajadores; como gobernantes y ciudadanos; como profesores y maestros; como amigos, vecinos y colegas; como parejas y compañeros de vida. El recuerdo de esta pandemia, la experiencia que tuvimos con la amenaza o el daño del virus marcará nuestro plan futuro.

Lamentablemente, en el presente pandémico y el futuro postpandémico también están los que no quieren transformar nada. Ahí están aquellos que siguen negando las fatalidades del presente. Quienes conciben que esta pandemia, así como el cambio climático, son invención de los “poderosos” como parte de una confabulación global. Ellos, desde esa mirada miope dirían algunos, o ciega dirán otros, no tendrán la cautela de transformar sus acciones presentes. Ahí también están los que por un egoísmo enfermo se niegan a mirar al otro. Son incapaces de salirse de su burbuja para mirar el sufrimiento ajeno. Ahí están también los que, de manera cínica o conformista, plantean que ante una crisis de tal magnitud no hay futuro posible, por lo que no harán nada por modificar su comportamiento actual.

¿En qué posición te encuentras? Si estás en disposición de preguntarte ¿qué presente estoy viviendo con la pandemia y qué futuro quiero?, comienza a pensar en las acciones que podrán gestar un futuro en el que las cosas no sigan igual. Un futuro que favorezca beneficios compartidos en las generaciones presentes y futuras. Porque el futuro aún no existe, pero está latente en nuestro presente, en nuestro pasado y en los recuerdos que nos llevan a imaginar y a planear, tenemos todo el potencial para modificarlo. Hagamos algo para construir un futuro en el que las crisis y las calamidades como la que vivimos sean la excepción y no la regla.


Referencias

Millán, Alejandro (2021). “Por qué el futuro no existe, según Dean Buonomano, autor de Tu cerebro es una máquina del tiempo”. BBC News Mundo. 16 de septiembre.

Urry, John (2016). What is the Future? Cambridge, UK: Polity Press.

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