Normas que nos moldean socialmente
Laura Montes de Oca

Coordenadas de realidad

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El uso o no de la mascarilla nos sirve para entender que somos seres sociales, quienes seguimos normas establecidas y sancionadas por el gobierno o la sociedad en la que vivimos.

Imagen: The Conversation.
Imagen: The Conversation.

Lectura: ( Palabras)

Un par de meses han pasado desde que no comparto mis ideas en esta columna de opinión. Tantas cosas que preparar con el cambio de vida que me implicó mudarme de país, que apenas tengo posibilidad de sentarme a escribir. Hace un mes que estoy en Canadá. Pasaré una estancia sabática en la ciudad de Calgary. Los arreglos del viaje en medio de la crisis pandémica no fueron sencillos. Eso y la adaptación de mi familia a este nuevo escenario han sido la causa de mi retrasada escritura. Pero aquí estamos de nuevo; y es, precisamente, sobre las primeras impresiones que tuve al llegar a esta ciudad que quiero compartir mi reflexión. Para mí fue indicativo que el uso de mascarillas o tapabocas es una norma social que en tiempos pandémicos está modelando nuestro comportamiento público.

Regularidad, repetición o sanción social, imitación o adecuación a la “normalidad” son producto de las normas sociales. “Si no hay regularidad de conducta no puede hablarse de la existencia de una norma” pero esto no implica que “la existencia de regularidad de conducta” sea suficiente para hablar de una norma social: “de lo contrario nos veríamos obligados a aceptar la conclusión contraintuitiva de tener que denominar norma a regularidades socialmente extendidas como comer cada mediodía o dormir cada noche” (Tena-Sánchez y Güell-Sans, 2011: 564). Esto nos dice la discusión sociológica y esto es lo que yo encontré en la observación etnográfica de la cotidianidad que ahora comparto con ustedes. El uso o no de la mascarilla nos sirve para entender que somos seres sociales, quienes seguimos normas establecidas y sancionadas por el gobierno o la sociedad en la que vivimos. Esto nos permite entender que las normas sociales emergen como “característica de la estructura de interacción” (Ibidem.) y dan cuenta de cómo construimos nuestras sociedades y cómo nos construimos en ellas.

En esta columna presento una breve reflexión sobre mi experiencia en dos ciudades (Calgary y Ciudad de México) cuyas disposiciones oficiales contrastan en torno a la mascarilla y, por ende, el uso por parte de quienes en ellas habitan. En la Ciudad de México desde el 17 de abril de 2020 ha sido obligatorio el uso de tapabocas en el transporte público y, según lo recomendado por la Jefa de gobierno, al salir de casa “es preferible” portarlo (CNN Español, 27 de abril de 2020). En Calgary, Canadá, su uso es “completamente opcional” a excepción de puntos específicos: transporte público y los espacios operados por el servicio provincial de salud (gobierno de Alberta). Cabe mencionar que las disposiciones oficiales de ambos casos también contrastan si se les compara con las disposiciones federales. La Ciudad de México, contrasta con lo que pasa en otras demarcaciones mexicanas (donde no es obligatorio) o en la laxitud denotada por el gobierno federal (con un presidente que no lo porta en actos oficiales). Calgary, contrasta con lo establecido oficialmente en otras provincias (donde sí es mandatorio) y con lo recomendado por el gobierno federal, desde donde se recomienda su uso en lugares compartidos como: parques, patios, lugares de trabajo, comercios al aire libre, lugares de recreación y ejercicio, así como calles concurridas.

niña sin cubrebocas
Imagen: Bored Panda.

Calgary: una ciudad sin mascarilla

Después de haber estado confinada en la Ciudad de México durante catorce meses, con contadas salidas al supermercado, al médico, al parque con los niños, a caminar en mi vecindario o a visitar a mi madre -las cuales siempre estuvieron marcadas por el uso de mascarilla- fue asombroso llegar a esta ciudad. Si bien en espacios cerrados como tiendas, centros comerciales y supermercados (que es donde he ido hasta el momento) las personas usan esta prenda, en la vía pública y en los parques, no lo hacen. Si bien hay algunas personas que sí las usan, la mayoría (estimo que un 99%) no la porta. Al respecto quisiera compartir un par de situaciones que llamaron mi atención y que denotan la forma en que su uso o no es una norma social:

Te lo dije. En torno al río que atraviesa esta ciudad, hay áreas verdes, parques y un sendero -donde la gente va a caminar, a andar en bicicleta o en patines. Ahí, una mañana de domingo, dos jóvenes y dos adultos (presumo que eran los padres) iban caminando y sólo la mujer adulta (de unos cincuenta años) llevaba puesta una mascarilla. En cuanto vio a otros transeúntes que no la portaban, ella se la quitó. La hija (de unos veinte años) sonrío y volteó a verla haciendo un gesto que podría haber significado -o, al menos, así lo interpreté- “te lo dije”.

Ya salí, ya me la quito. La segunda situación fue cuando mi familia y yo caminábamos hacia nuestra casa y vimos un joven (de unos treinta años) que portaba la mascarilla. Nosotros, siguiendo la usanza del vecindario, no la traíamos puesta (para entonces ya habíamos comprendido que la gente en la calle no la usa, así que, siguiendo la norma social, decidimos no hacerlo). El joven llevaba una mesa de masajes portátil y parecía estar saliendo de una de las casas (tal vez había terminado de hacer un servicio en ese domicilio). En cuanto nos vio, se quitó rápidamente el tapabocas. En ese momento imaginé que por su cabeza había pasado el siguiente pensamiento: “ya salí, ya me la quito”.

no usar mascarilla
Imagen: South China Morning Post.

Ciudad de México: una ciudad con mascarilla

En contraste con lo que he vivido este mes en Calgary, está mi experiencia en Ciudad de México donde la norma social (y oficial) es llevar puesta la mascarilla, incluso al aire libre. Ahora recuerdo un par de situaciones, pero en sentido contrario:

Ok, pues, me la pongo. En las tardes de los primeros meses de 2021, cuando paseaba con mis niños en un parque cercano a mi domicilio, solía encontrar otros paseantes y transeúntes que llevaban, casi invariablemente, mascarilla. Una de esas tardes vi cómo llegó, cerca de la zona de juegos infantiles, un hombre (de unos cuarenta años) que no llevaba tapabocas. Se paró -presumo que a esperar a alguien- y cuando volteó a su lado vio una señora mayor (de unos setenta años) que acompañaba a los que pienso eran sus nietos, y quien también portaba mascarilla. Entonces el hombre sacó del bolsillo de su pantalón la prenda y se la puso, tal vez diciendo internamente “Ok, pues, me lo pongo”.

¿Por qué no la traes puesta? Otra situación fue cuando en el mismo parque noté cómo un niño de unos diez años le decía algo al adulto que lo acompañaba, presumo que era su papá. El padre no traía mascarilla, su hijo y los demás adultos y niños presentes en el área de juegos sí la portábamos. Yo estaba a la distancia, pero me percaté de que después de que el niño le dijo algo -tal vez, algo así como “¿por qué no la traes puesta?”-, el papá sacó su tapabocas de la mochila y se lo puso.

cubrebocas y norma social
Imagen: El Economista.

Normas y vida social

De acuerdo con una propuesta analítica (Cristina Bicchieri, The Grammar of Society. The Nature and Dynamics of Social Norms), una norma (en este caso, el uso del tapabocas) se cumple en ciertas situaciones (en este caso, salir de casa durante la pandemia), en un juego de motivación mixta. Es así como el uso de la mascarilla en estos tiempos es una norma social que una población determinada (en este caso, en las ciudades de México o Calgary), donde existe un subgrupo suficientemente amplio, la sigue, haciendo que cada individuo decida usarla obedeciendo a una situación de contingencia (cuando el individuo sabe que la norma existe y que se aplica a una situación específica, por ejemplo, estar en un parque) o de preferencia condicional (cuando el individuo prefiere cumplir con la norma en situaciones donde haya algunas expectativas de cumplimiento, porque los otros la llevan puesta o no).

En un caso la norma social es usar el tapabocas, en otro es no usarlo. Para la Ciudad de México la expectativa es portar la prenda en espacios públicos y en espacios cerrados; en Calgary la expectativa es no portarla (salvo en algunos lugares). Pese a que en ambas se vive una situación contingente similar (la pandemia, aunque con cifras y condiciones diferentes), cada cual estableció su uso de manera diferenciada. En suma, estos casos nos permiten entender la forma en que las normas nos moldean socialmente y la forma en que construimos la interacción con los demás.


Referencias

Bicchieri, Cristina, 2005, The Grammar of Society. The Nature and Dynamics of Social Norms, Cambridge University Press.

CNN Español, 27 de abril de 2020, “Es obligatorio usar tapabocas en Ciudad de México: ¿cómo funciona la medida?” Disponible en: https://cnnespanol.cnn.com/2020/04/27/es-obligatorio-usar-tapabocas-el-ciudad-de-mexico-como-funciona-la-medida/

Gobierno de Alberta, sf, “COVID-19: Mask requirements”. Disponible en: https://www.alberta.ca/masks.aspx

Gobierno de Canadá, sf, “Wear a mask to prevent COVID-19 spread”. Disponible en: https://www.canada.ca/en/public-health/services/diseases/2019-novel-coronavirus-infection/prevention-risks/about-non-medical-masks-face-coverings.html#a1

Tena-Sánchez y Güell-Sans, 2011, “¿Qué es una norma social? Una discusión de tres aproximaciones”, en Revista Internacional de Sociología, Vol. 69, No. 3, Pp. 561-583. Disponible en https://revintsociologia.revistas.csic.es/index.php/revintsociologia/article/view/407/416

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