La demócrata y octogenaria presidenta de la Cámara estadounidense de Representantes Nancy Pelosi, ha “crispado” –en un momento de incomprensiones globales con la guerra ucrania como telón de fondo– la gestión pacífica de la geopolítica global al tocar suelo taiwanés este dos de agosto en su visita de menos de veinticuatro horas, a pesar de las advertencias provenientes de Beijing (previas por la sensibilidad de la visita de la política norteamericana) y por la decisión de la República Popular de China de impulsar una acción militar “selectiva” y que de forma insignia ha iniciado este cuatro de agosto y que se extenderá a corto plazo hasta el siete, con una serie de maniobras militares en seis lugares alrededor de la isla asiática.
En un principio me parece que este periplo de Pelosi está cargado de un simbolismo de control imperial, anteponiéndolo a las posibilidades de lograr alianzas estratégicas de paz, se observa por ejemplo con su visita horas después a la zona desmilitarizada de las dos coreas como un gesto de un espaldarazo a su aliado surcoreano contra amenazas proveniente del norte, lo cual parecería una visita de “diplomacia suicida” cuando hay tantos conflictos globales que amenazan la tranquilidad y paz mundiales.
Es importante señalar que en un meticuloso análisis para el alemán Deutsche Welle, el investigador Alexander Gorlach advierte que los ejercicios militares que se realizan en las inmediaciones de Taiwán –tomado como un bloqueo marítimo podrían ser indicios del inicio de una invasión– en tanto “en todos los escenarios que los estrategas del ejército han concebido respecto de una anexión y ocupación de Taiwán por parte de la República Popular de China, el bloqueo marítimo de Taiwán juega un papel decisivo”.
El vecino nicaragüense autocrático Daniel Ortega ha sido menos prudente al respecto y ha calificado la visita como “un acto demencial de quien siente que se derrumba el imperio”. Lo que dice Ortega me parece acertado en este asunto en particular; no obstante lo que él ha venido haciendo con su régimen es deleznable bajo todo punto de vista –enemigo frontal de los colegas opositores de la prensa nicaragüense, perseguidor de sus contrincantes políticos, y “tolerar” la iniciativa empresarial a cambio de que se “acomoden” a su forma de gobernar, etc.– lo cual se aleja de toda ética democrática que es la tutela efectiva de los derechos humanos de sus ciudadanos. Por lo tanto el dirigente político centroamericano pienso que analiza la perspectiva de la visita a Taiwán por parte de la congresista californiana desde la perspectiva de “agradar” y “ensanchar” sus lazos político-económicos e ideológicos con China, Rusia y demás gobernantes socialistas, para, a todas luces, perpetuarse en el poder.
Considero que la visita de Nancy Pelosi, por una parte es “desafortunada” en tanto “amenaza” con romper los frágiles vasos de la paz internacional; no obstante, por otro lado puede interpretarse como un aviso al régimen chino de que las sociedades florecientes como la taiwanesa deben mantenerse en el statu quo vigente al no permitir la injerencia de ideologías comunistas ajenas a las deseadas por el pueblo taiwanés. Al respecto, un estudio de junio de 2022 refleja que la gran mayoría quiere mantener el status quo de manera indefinida; el 5.2% apoya la independencia, y el 1.3% piensa en la reunificación con China.
En definitiva, considero que siempre hay “espacios de quiebre” y esperamos que no sea este ni ningún otro en el presente y futuro y que sobre todo prime la mesura y la reinstalación de los diálogos equitativos en momentos de incertidumbre como los actuales. Lo que si es cierto es que Pelosi destronó del pedestal de la atención mediática global en el que se encontraba el dignatario ruso Vladimir Putin. Ambos son escenarios neurálgicos de control gestionados por las potencias hegemónicas: Ucrania y Taiwán. Y no es para menos, Nancy Pelosi es la funcionaria de más alta jerarquía estadounidense en pisar tierra taiwanesa, veinticinco años después de la visita en 1997 del también, pero republicano, presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich.
Posdata: De acuerdo con datos de prensa del rotativo español El País, Taiwán no es una región administrativa especial de China, como Hong Kong y Macao, sino que funciona como un Estado de facto, que cuenta con un gobierno elegido democráticamente, una constitución y un ejército con unos 300,000 activos. Es además la vigesimoprimera potencia económica mundial, y líder de la industria mundial de los semiconductores, “área en la que ocupa más del 65% de la cuota de mercado”. Es importante señalar no obstante que China busca que las relaciones con estos tres países sean regidas bajo la política “una sola china” con la inclusión de Taiwán, denominada provincia “rebelde” por la dirigencia comunista del gigante asiático.
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