Desde que leí Conversación en la catedral en 1970, me convertí en su admirador y no he dejado de leer nada de lo que ha caído en mis manos. Después leí La casa verde, Los Cachorros y los Jefes y La Ciudad y los Perros; posterior a esto he ido comprando los libros conforme van apareciendo en las librerías, de tal forma que he leído nada más aparecer las obras más comunes, desde luego he quedado fuera de algunos ensayos publicados por universidades y editoriales de no gran difusión. Porque digo esto, porque apareció Un bárbaro en París. Textos sobre la cultura francesa (Penguin Random House. México. 2023 [febrero], lo vi y no lo compré. Vargas Llosa pasaba por un periodo de fútil frivolidad, Wilde decía que la frivolidad era muy importante y por eso en este caso la acompañó de fútil. Don Mario a sus años se enamoró como un colegial de una bella mujer, que es parte selecta y exclusiva del más alto Jet Set español y en un arrebato de amor ya no escolar, ni juvenil ni siquiera en la edad madura, si no en la senectud dejó Patria, bandera y Reina y se mudó con ella, por supuesto el amorío no resultó y al poco tiempo regresó a casa. La muy agresiva Prensa Rosa, a pesar de ser un plato muy apetitoso, lo trató muy bien y no lo molestó demasiado.
Todo hasta ahí, cuando hace unos días en que por la prensa me enteré que en Madrid, había sido internado por Covid-19, (era segunda ocasión que estaba enfermo por el virus SARSCoV2) que había tenido que ser internado en la UCI para intubarlo y me dije, no se puede morir sin que yo leyera su último libro publicado, y me lancé a comprarlo. Como en México no se venden muchos libros (una tragedia) aun me tocó la primera edición; mientras leía el libro me enteré que, afortunadamente, mejoraba mucho y rápidamente y que era egresado a casa. De todas formas, creo que dejará muchas obras por publicar y su hijo Álvaro será el encargado de irlas publicando, muerta su editora Bacells, el será el más indicado a no ser que pronto encuentre otra esposa, como le sucedió a Borges y a varios otros.
El libro está publicado como celebración de su ingreso en la Academia Francesa, en él quedan demostrados su gran y profundo conocimiento, su admiración y su amor por la cultura francesa, no es un libro escrito sobre la marcha, si no que reúne ensayos sobre la cultura francesa escritos desde 1967 hasta la fecha. Como les sucede a muchos grandes escritores, algunos libros son fáciles de editar, sólo hay que editar escritos no publicados o publicados en otros medios. El libro contiene un gran prólogo de Carlos Granés, quien por lo visto es otro gran conocedor de la cultura francesa y lo es también de Vargas Llosa.
El libro empieza por narrarnos el gran anhelo que muy pronto tuvo por ir a París, pensando que no podría ser un buen escritor si no visitaba y vivía en Francia, después de una corta estancia en Madrid con una beca obtenida de su universidad peruana, en 1960 llega a París y vive ahí por más de siete años, haciendo diversos trabajos y sobre todo escribiendo. Hay que hacer notar que lo hizo con su primera esposa Julia, quien lo impulsó y ayudó para estar en Francia, queda anotado en Julia y el escribidor y en Lo que varguitas no dijo, de su primera esposa Julia Urquidi.
En el libro nos cuenta los esfuerzos que tuvo que realizar para sobrevivir a París, pero también, lo mucho que aprovechó su estancia, lo que él considera como fundamental para su vida como escritor, en sus lecturas, que ya había iniciado en el Perú y que en realidad fueron la causa del principio de su admiración por la cultura francesa.
En el libro empieza por hablarnos de Molière, Víctor Hugo y Flaubert, aunque demuestra su fascinación particular y suprema por Flaubert, confesando que es la fuente primigenia como escritor; de los tres autores nos habla profundamente, con gran admiración. Previamente a su llegada a Francia tenía una enorme admiración por Sartre, la que se incrementó al poderlo oír y ver de cerca; su desencanto inicia ante el negacionismo del líder del existencialismo ante las tragedias y crímenes del stalinismo, y toma distancia, aunque no plenamente. El punto de quiebre ocurre cuando Sartre empieza a manifestar que ningún escritor debía hacer su trabajo hasta que dejara de haber niños indigentes en África. Con Malraux parece haberle sucedido al revés, empieza por no apreciarlo, pero al final le otorga un valor fundamental en la construcción de una gran época francesa; menciona que es el único escritor que conoce que habla tan bien como escribe. Por cierto, a Vargas Llosa no le sucede esto, sus discursos cuando no están escritos previamente no resultan tan brillantes.
Por supuesto que en su libro trata otros personajes franceses alrededor de la época de su estancia o poco antes de ella; como Bataille, Camus y Revel y desde luego nos ofrece un análisis con admiración sobre Simon de Beauvoir. A lo largo del libro hace múltiples menciones no solo a la literatura francesa, sino también a la arquitectura, la pintura, los museos, la vida social llena de una gran espiritualidad, pero nunca se refiere a la música, en esa época el conservatorio de París era uno de los centros musicales de Europa, no hacía mucho tiempo que había fallecido Ravel y un poco antes lo había hecho Debussy, París estaba pletórico de orquestas la de Francia, en la radio y televisión francesas se habían empezado a conformar grandes orquestas, que han llegado a ser extraordinarias y ya tenía años que estaba la Orquesta Lamoureux, que por cierto en esa etapa la dirigía Marckevitch uno de los sobrevivientes de los Ballets de Diáguilev.
Su discurso de ingreso a la Academia Francesa es un documento lleno de sabiduría, en el que ratifica su gran admiración por la cultura de Francia, y como ésta se había iniciado por cierto en sus primeros periodos peruanos, no si sea una costumbre de la Academia, pero incluye en su mensaje a su predecesor en la silla que ahora él ocupara, se refiere a su obra de manera detallada, respetuosa e incluso cariñosa.
En alguna parte del libro se pregunta porqué París dejó de ser la capital cultural del mundo, él piensa que en parte es debido a tendencias nacionalistas y xenófobas que critican y atacan lo que proviene del exterior, mientras que en otras épocas todo esto era abrazado por los parisinos.
Al final del libro se detalla donde fueron publicados originalmente los ensayos que ahora forman el libro.
Es un gran libro de un enorme personaje.
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