La contingencia provocada por la COVID-19 sigue afectando fuertemente a todo el mundo, a pesar de todas las estrategias que se han ido acometiendo para palear sus efectos en el corto plazo.
Hoy en día es posible percibir un falso escenario de calma y superación en el que todos los agentes ven la ocasión idónea para “relajarse” y comenzar la recuperación/adaptación de tan largo proceso de incertidumbre. Sin embargo, algo que no se ha planteado con suficiente fuerza es el hecho de reflexionar cuáles son o serán los efectos reales que la COVID-19 tendrá sobre el mundo, identificando lo que se ha perdido y cómo esto afectara el desarrollo y evolución de la sociedad a partir de este momento.
Uno de los aspectos más notorios durante la pandemia ha sido la pérdida de vidas humanas, que además de impactar al sistema social, representa una pérdida de conocimientos y experiencias que no se podrán recuperar a pesar de todas las estrategias realizadas hasta ahora.
Esta situación resulta contradictoria, teniendo presente que en plena era digital, donde todo puede ser registrado, y la generación de datos e información es cada vez veloz, voluminosa y variada, estemos perdiendo el conocimiento de cientos de miles de personas.
Las pérdidas humanas y económicas siguen siendo uno de los principales indicadores de la pandemia, a pesar de que sus efectos son mayores, y son los que realmente requieren un dimensionamiento, ya que de otra forma no será posible identificar y desplegar las acciones que permitan superar la siguiente ola de efectos.
En este sentido, resulta necesario y urgente que todos los agentes reflexionen de manera inteligente qué estrategias hay que desplegar para palear los efectos sanitarios, económicos y sociales pero, sobre todo, los efectos encadenados que hasta el momento no se han cuantificado, como son la pérdida de conocimiento, los cambios estructurales dentro de la cultura, el efecto en las generaciones, la falta de una cultura basada en la innovación y la prospectiva, entre muchas otras cosas.
Para ello, hay que aprovechar los últimos avances tecnológicos en términos de digitalización, explorando escenarios que hasta el momento no se hubiesen planteado, y que seguramente se verán replicados en un futuro, partiendo de la idea, de que las contingencias sanitarias son un nuevo factor de riesgo común para todo el mundo.
En México, el talento científico, académico y empresarial cuenta con la experiencia y creatividad para hacer frente a este reto, pero no por ello se deben cerrar las puertas a explorar opciones de colaboración y cooperación, teniendo presente que la pandemia es mundial y, por ende, la respuesta debe ser de igual forma.
Levantemos la cabeza y miremos al futuro pensando en todo lo que necesitamos para ser y seguir siendo competitivos pero, sobre todo, para seguir construyendo una sociedad en la que el valor de las personas es uno de los pilares claves.
Hasta pronto a Mauricio de María y Campos… gracias por tus aportaciones, que en Voces México siempre estarán para orientarnos y mantener el conocimiento que durante años construiste.
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