A Xavier Prida Riba, asociado del despacho de abogados inglés Preiskel & Co., expertos en estos temas.
A estas alturas todos hemos escuchado, hemos leído artículos y hemos visto programas de radio y televisión sobre la intrusión de la inteligencia artificial en nuestras vidas, pero salvo los jóvenes, quienes no estamos tan expuestos a los vertiginosos avances de la tecnología, no hemos tenido una experiencia personal sobre su uso. Por eso quiero invitar a mis lectores a dedicarle unos cuantos minutos al uso del Chat GPT para que se sorprendan al recibir, por ejemplo, luego de un clic, un poema en cualquier idioma, en cualquier estilo y de la longitud que se quiera, dedicado una persona cuya descripción y circunstancia se comparta con este sitio de la red.
Al Chat GPT se le puede solicitar un texto sobre cualquier tema imaginable, señalando el tipo de lenguaje que se quiere utilizar, por ejemplo, un texto para niños, o bien para expertos, muy sintético, de unos cuantos párrafos, o un tratado muy completo de cientos de cuartillas. Esta herramienta también puede hacer estudios comparativos y analíticos, así como producir obras de arte, como cuadros, fotografías (el sitio “DALL-E”) o piezas musicales en cualquier estilo o técnica sugerida por el usuario, o bien producir cualquier tipo de documentación legal, ensayos y novelas, en prosa o en verso.
Chat GPT significa “Chat Generative Pre-trained Transformer”, o sea, un programa o sistema que permite ser alimentado con datos que son almacenados y procesados de manera tal que el motor de búsqueda (“chatbot”), al recibir una pregunta del usuario, puede redactar una respuesta basada en toda la información almacenada. Lo anterior, a través de una búsqueda en la que primero se accede a la información que por probabilidad matemática parece ser la más cercana a aquella que se está consultando. No se trata de un chat “pensante” ni de un robot, sino de una genial aplicación de las matemáticas, basada en probabilidades y estadísticas, con la sorprendente capacidad de “ir aprendiendo” en la medida en la que esa herramienta es utilizada y sus resultados son pulidos por el cibernauta que la usa. Es así que el chatbot va aprendiendo del usuario hasta que cada texto automático parezca escrito por él, con su estilo, redacción y vocabulario habitual.
Para darle una probada a la inteligencia artificial a través del Chat GPT, le sugiero a mis lectores seguir los siguientes pasos:

- 1. Primero, hay que acceder a esta liga: https://chat.openai.com/auth/login.
- 2. Después hay que seleccionar “log in”, si se tiene dirección de correo electrónico de Google. En caso de no contar con correo de Google, se debe seleccionar “sign up” y registrarse con algún correo alterno y seguir los pasos de registro que allí claramente se indican.
- 3. Habiendo ingresado al sitio del Chat GPT, en la parte inferior de la pantalla aparecerá la barra para empezar a realizar preguntas, poniendo la información que se quiere obtener. Para ello, mi sugerencia es empezar con un tema general a efecto de que el sistema vaya comprendiendo el interés de la búsqueda y posteriormente preguntar cuestiones más específicas.
- 4. En caso de que la información consultada se desee utilizar para crear algún texto formal, es recomendable solicitarle al Chat GPT que provea la fuente de la información que se obtenga.
Aun cuando mis lectores quedarán sorprendidos de la eficacia y exactitud de este innovador servicio que se nos ofrece en cualquier idioma de manera gratuita, les sugiero estar conscientes de que se trata de una mera herramienta que nos puede ser útil para obtener información de manera sencilla, pero la información obtenida deberá ser revisada con cautela y confirmada con información obtenida por otros medios. Hay que hacer notar que por el momento la información con que cuenta el Chat GPT está actualizada hasta el 2021, por lo que la búsqueda que se realice podría no incorporar información muy reciente. También habrá que ser cautelosos en su uso para evitar la tentación de ostentarse como autores de textos que no son de nuestra autoría.
Como lo ha hecho notar mi amigo y colega chileno Cristóbal Porzio en el diario El Mercurio de aquel país, es probable que estemos al comienzo de una nueva revolución, tal como lo fueron en su momento la Revolución Industrial y después la Revolución Informática, considerando que, supuestamente, reemplazaría a muchas profesiones liberales y, además, porque crearía contenido que podría ser protegible legalmente. Sin embargo, en esta nueva revolución, ¿protegible a nombre de qué titular?, ¿quién será dueño de esa creación? En efecto, desde un punto de vista legal, las implicaciones son enormes, en lo que respecta al derecho de autor (copyright), protección de datos personales y privacidad, protección de las marcas en el Metaverso, etcétera, todas las cuales tendrán que resolverse a través de nuevas regulaciones.
Aunque seguramente la inteligencia artificial provocará despidos laborales, también generará la necesidad para los negocios de contar con personas con habilidades para interactuar de manera efectiva con los llamados sistemas de inteligencia artificial de lenguaje, ya que cuanto más detallada sea la solicitud de información, más cerca estará la respuesta de lo que el cibernauta está buscando. Estas nuevas herramientas de la inteligencia artificial también tienen capacidades y limitaciones particulares que los usuarios pueden aprender a manipular a efecto de obtener mejores resultados, por lo que será indispensable contar con personal que cuente con estos conocimientos.
Esta fantástica revolución apenas empieza, seamos parte de ella, no nos debemos de quedar atrás.
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
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