De nueva cuenta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) tiene entre sus manos una papa caliente, próximamente deberá decidir sobre la Acción de Inconstitucionalidad 54/2018 relativa al derecho de “objeción de conciencia”.
Esta acción fue promovida el 11 de junio de 2018 por el Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, solicitando la invalidez de ciertas modificaciones a la Ley General de Salud.
Este derecho de objeción de conciencia pretende dotar al personal de salud, de facultades para negarse a tratar a pacientes en temas en los que ellos consideren que van en contra de sus valores personales. Uno de los casos icónicos, quizá el más conocido es el del famoso boxeador Muhammad Ali, quien cabe decir que objetó de conciencia no por razones médicas, sino por una convicción personal en contra de la guerra.
A Muhammad Ali, el gobierno estadounidense lo llamó a combatir en la guerra de Vietnam. En ese momento Ali ya era un boxeador reconocido, y en 1967 dio un discurso a la prensa que resultó ser emblemático hasta nuestros días. En aquella ocasión al ser llamado a enlistarse en las fuerzas armadas dijo entre otras cosas:
“Mi conciencia no me dejará ir a matar a mis hermanos o a pobres personas hambrientas en el barro por la grande y poderosa América”.
Dijo también que su oposición a la guerra era porque no podía estar de acuerdo en matar a otros seres humanos que ni conocía ni le habían hecho ningún daño.
“¿Matarlos por qué? Nunca me llamaron negro, nunca me han linchado, nunca han soltado los perros por mí. ¿Cómo podría yo matar a esa pobre gente? ¡Métanme en la cárcel!”.
Claro que tales hechos le generaron conflictos, pues en abril de 1967 le quitaron su licencia para boxear, y en mayo del mismo año fue acusado como desertor de las fuerzas armadas. Ello porque al negarse a participar en la guerra, un tribunal le obligó a presentarse en un centro de entrenamiento del ejército americano. Ali acudió, sin embargo, y permaneció en el “supuesto entrenamiento inmóvil e ignorante” respecto de las instrucciones que le daban.
Otro caso emblemático es el de algunos profesores en Estados Unidos que se han negado (argumentando convicciones personales) a enseñar la teoría de la evolución, a cambio han inventado una supuesta teoría denominada Diseño Inteligente, lo que en realidad es un eufemismo con la que (particularmente) cristianos extremadamente conservadores presentan la vieja tesis del creacionismo bíblico, rechazando por consiguiente la teoría de la evolución de Charles Darwin.
La preocupación en nuestro caso es, por ejemplo, qué pasaría si algún médico argumentando objeción de conciencia, se niega a practicar un aborto, incluso en casos extremos de violación. O de igual manera, que pasaría si un médico que profesa la religión de los testigos de Jehová se niega a ejecutar un procedimiento de transfusión sanguínea, argumentando sus propias convicciones religiosas y utilizando como arma la objeción de conciencia.
Podríamos continuar con las hipótesis. Un médico que crea en la reencarnación podría oponerse a una reanimación cardiopulmonar (RPC) argumentando convicciones personales.
Los ejemplos podrían ser muchos, por eso es que la decisión que adopte la SCJN será trascendental para la vida política del país. Esperemos que, en caso de aprobarse algún tipo de objeción de conciencia, se establezcan a su vez las salvaguardas y limitantes que ésta tendría, particularmente en la defensa de los derechos de los pacientes.
De eso se trata precisamente, estimado Héctor, de que cualquier médico argumentando objeción de conciencia, se niegue a practicar un aborto, incluso en casos extremos de violación, por considerar lo obvio: que se trata de un acto de discriminación contra el ser humano más vulnerable, el que se encuentra en el seno materno.