Pensar en lo que nos une es un ejercicio de identidad que debemos practicar cada vez que podamos. Es en los aniversarios patrios donde podemos detenernos unos minutos y reflexionar sobre lo que nos hace mexicanos y lo que deberíamos incorporar a nuestra conducta para ser mejores ciudadanos de este país único.
Nuestra identidad se basa en certezas que vamos acumulando con el tiempo y son producto de nuestro entorno, educación, valores y principios inculcados en casa. Como ningún otro espacio, el hogar forma y con ello da una visión del mundo, a partir de las personas que nos crían.
Hay muchas formas en que se constituye una familia mexicana y tratar de establecer un molde solo logra que perdamos de vista la riqueza que existe en el esfuerzo de millones de mujeres y hombres que dedican su vida a formar núcleos regidos por el amor y la preocupación por el otro.
Por eso, la violencia intrafamiliar se vuelve una condición tan lacerante en cualquier sociedad, mucho más en la nuestra, donde siempre consideramos que nuestra casa es el primer y último refugio, nuestro sitio sagrado, y de donde parte todo lo bueno que queremos dejar como legado a quienes nos siguen.

Romper con esa armonía en el primer círculo de convivencia de cualquier persona hace que toda la estructura social se tambalee y nos contagie de una sensación de pérdida de valores, de principios y de sentido. Ningún país puede progresar si no cuenta con una base de identidad que esté soportada en los mejores sentimientos.
Felizmente vivimos en un país de entrañables tradiciones y de significados que nos llevan a desear mejores condiciones de vida constantemente. Nos identifica el esfuerzo, la tenacidad, la honradez, la solidaridad con otros, la búsqueda de la paz y la tranquilidad que se extienda y permanezca en cualquier espacio donde nos encontremos.
De ahí parte, creo, esa fuerza que nos une en las desgracias y que nos hace valorar las alegrías colectivas. Sabemos que tenemos una historia y que podemos tener un futuro más brillante si contamos con las oportunidades y nos ponemos de acuerdo en lo fundamental.
Cada año, aunque estos dos han sido completamente diferentes, celebramos la Independencia como una fiesta familiar, de gozo y de respiro, pero podríamos aprovechar para dedicar algunas horas a recordar lo que hemos pasado, por lo que seguimos atravesando, y pensar en esos valores que debemos afinar para los años que vienen.

Pueden dar por seguro que estos años serán recordados como un cambio de época, en donde cuestionamos muchas creencias y posiciones que durante mucho tiempo se consideraron verdades absolutas acerca de quiénes somos y de dónde venimos. La historia oficial, a diferencia de nuestra historia personal, se enmarca en eventos y fechas que influyeron en el desarrollo de los acontecimientos y se explican de tal forma que podamos comprender su impacto en nuestro destino.
Pero nuestra vida cotidiana también es una historia que nos explica y que nos marca. Estos años serán explicados desde muchos puntos de vista y a través de diferentes voces, nuestra obligación es recordar cómo fue este tiempo para nosotros y analizar qué tanto mejoramos en lo individual y en lo social.
No podremos eludir casi dos años de pandemia, un evento mundial que no estaba previsto y que, como en otros episodios de la historia, presenta muchos ángulos que buscan dar explicación a los aciertos y a las fallas. La oportunidad que todos tenemos ahora es que esos acontecimientos siguen su evolución y podemos utilizarlos a nuestro favor o dejar que se vuelvan en nuestra contra.

Festejemos, sí, de manera consciente sobre los puntos que tenemos en común –que son muchos– y trabajemos para modificar los que nos separan o pueden hacerlo por falta de información, de compromiso y actuemos con voluntad para que la mayoría de nuestra sociedad vaya hacia un mismo objetivo y tenga las condiciones para desarrollarse.
Somos un país único en el mundo y eso no es un cumplido de 15 de septiembre. No se trata de compararnos, no obstante, si nos enfocamos un poco, veremos que nuestra riqueza viene de la cultura, de la familia en sus diferentes modelos y de valores que han permanecido a lo largo del tiempo. Es precisamente esa desconexión que podemos apreciar en algunos aspectos de nuestra sociedad con esa historia y esa herencia lo que nos produce esa inquietud por resolver nuestras diferencias, fortalecer nuestras coincidencias y caminar como una sola sociedad.
Que tengan un buen y saludable aniversario de nuestra Independencia.