La alarma internacional por la pérdida de la diversidad biológica
Gerardo Gil Valdivia

Pensar el futuro

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Vivimos la sexta extinción masiva de especies, en la historia de la Tierra, pero esta es causada por la acción humana.

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En un mundo crecientemente interconectado, pero en el que la atención se centra en los acontecimientos inmediatos regional y nacionalmente, es importante no perder de vista otros asuntos fundamentales para el presente y el futuro de la humanidad y del planeta.

En el contexto de la Cumbre de los Líderes de América del Norte que se celebró en México, quiero destacar porque no es ajeno, la reciente celebración de la COP-15, sobre la Diversidad Biológica, (Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica), que concluyó en Montreal, el 19 de diciembre de 2022. En ésta se adoptó el Marco Mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica.

Este tema es de la más alta relevancia a nivel global, por el riesgo que implica para todos. La diversidad biológica se está deteriorando a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad. La pérdida de la biodiversidad es ya decenas, sino es que cientos de veces, superior a la media de los últimos diez millones de años.

Vivimos la sexta extinción masiva de especies, en la historia de la Tierra, pero esta es causada por la acción humana. El planeta está sufriendo la mayor pérdida de vidas, de especies, de plantas y animales desde la época de los dinosaurios. Hoy, hay un millón de especies de plantas y animales en peligro de extinción.

En este plan se establecen metas tanto para 2050 como para 2030. Entre ellas, para 2030 conservar y gestionar de manera eficaz al menos el 30% de los ecosistemas terrestres, marinos, costeros y de aguas continentales, reducir a la mitad los desechos de alimentos en el mundo; compromisos financieros, entre los que destacan los apoyos a los países en desarrollo; velar porque las empresas transnacionales y las instituciones financieras centrales, evalúen y difundan con transparencia y regularidad sus riesgos y efectos en la biodiversidad.

Las conclusiones de la cumbe para proteger la diversidad biológica, se dan también a unas semanas de que concluyó la COP-27, sobre el combate al Cambio Climático, que se celebró en Sharm el-Sheik, en la que se renuevan los esfuerzos para instrumentar y financiar medidas para detener el calentamiento global y poder cumplir las metas acordadas en el Acuerdo de París de 2015, esto es, que la temperatura media del planeta no rebase los 2°C, de preferencia que no pase los 1.5°C, en el curso del siglo XXI, para evita comprometer el futuro de la humanidad, por los desastres naturales y las graves afectaciones que esto ocasionaría, a nivel planetario, en todas las actividades económicas y sociales.

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Vivimos un mundo de contradicciones y contrastes que es necesario resolver, como humanidad entera, por los peligros que entrañan para la misma. Por una parte, estamos ante el más dinámico proceso de innovación científica y tecnológica. Estamos en la época de la Cuarta Revolución Industrial. Ha habido un enorme progreso económico y social en varias regiones del mundo, en especial en varios países del Asia-Pacifico. Por otra parte, existe un acelerado proceso de destrucción de la naturaleza, sobreexplotación de los recursos naturales, degradación de los ecosistemas, creciente contaminación, pérdida de la biodiversidad y cambio climático. Asimismo, persiste la pobreza en muchas regiones del planeta y en numerosas sociedades y la desigualdad sigue creciendo sin parar. Esto contribuye a la polarización y el enfrentamiento que agrava los problemas e impide su solución.

Además, del muy grave problema del cambio climático, estamos rebasando los nueve límites naturales del planeta, que son las condiciones necesarias para que la humanidad pueda sobrevivir. Hay una evidente crisis ecológica. En los últimos 150 años casi la mitad del suelo fértil de la Tierra ha desaparecido; cerca del 90 por ciento de los bancos de peces están sobreexplotados o ya no existen, la inestabilidad climática afecta ya a todas las regiones del mundo.

La respuesta de la comunidad internacional, después de un largo proceso de evolución ha sido la Agenda 2030 de Naciones Unidas, los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Otra de sus expresiones más significativas fue el Acuerdo de París de 2015. Ambos documentos son el resultado de una larga evolución de la normatividad internacional que arranca en 1972, con la Primer Cumbre del Medio Ambiente en Estocolmo, así como con la publicación, también en 1972 de ‘Los límites del crecimiento’, el Informe del Instituto Tecnológico de Massachusetts, (MIT), al Club de Roma. Este Informe fue, como lo explica Jeffrey Sacks, el primer modelo que comprendió la economía global y la naturaleza y que alertó sobre un posible colapso gradual, en el curso del siglo XXI, si se continuaba creciendo a costa de la destrucción de la naturaleza, sobreexplotación de los recursos naturales y con la creciente contaminación que vivimos.

El Acuerdo de París ha tenido como secuelas las conferencias de Glasgow y de Sham el-Sheik en noviembre pasado, en los que si bien hay avances significativos son aún muy insuficientes Los problemas se agravan y queda cada vez menos tiempo. La pandemia del COVID-19 y la invasión rusa a Ucrania han contribuido a retrasar la consecución de las metas originalmente pactadas.

Necesitamos nuevas soluciones y nuevos equilibrios. Requerimos efectuar profundas transformaciones en los próximos siete años, para 2030. Retomar iniciativas como la Economía Circular, la Economía Azul y la ‘Doughnut Economics’, propuesta por Kate Raworth, de Oxford. La ‘economía de la dona’ tiene dos círculos, en el primero, los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, en el otro los 9 límites naturales del planeta. En este sentido, vale la pena insistir en la iniciativa ‘Earth for All’ o en italiano ‘La Terra per Tutti’; promovido por el Club de Roma, el Instituto Potsdam para el Cambio Climático, la Universidad de Oslo y el Centro de Resiliencia de Estocolmo, en el que se propone efectuar cinco grandes cambios para resolver la creciente problemática. Este planteamiento parte de la base de que es necesario abatir la pobreza y reducir drásticamente la desigualdad para poder afrontar los grandes riesgos que amenaza el futuro de todos, entre ellos la crisis climática, alimentaria y energética. Además de la eliminación de la pobreza y de la reducción de la desigualdad es necesario promover el empoderamiento de las mujeres, la transformación del sistema alimentario y la muy urgente transición energética.

En este contexto culmina la cumbre de los Lideres de América del Norte. A reserva de examinar en un mayor espacio las conclusiones y acuerdos, es claro que se puede esperar un futuro promisorio para México y que esta perspectiva de progreso y bienestar pasa por el impulso a la innovación científica y tecnológica, el creciente cuidado de la naturaleza, la protección de la diversidad biológica, México es uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo y el combate al cambio climático, que conlleva muchas acciones, pero desde luego, la transición energética hacia fuentes limpias es imprescindible.

Esta perspectiva de prosperidad sólo se logrará en la medida en la que logremos construir un verdadero Estado democrático de Derecho. Con pleno respecto a las libertades y los derechos fundamentales.

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