Los desafíos de los candidatos
Gerardo Gil Valdivia

Pensar el futuro

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Debemos difundir y divulgar cada vez más las soluciones a los problemas ambientales, y exigir a las autoridades de los tres niveles de gobierno abocarse a su eficiente atención.

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La atención a los procesos políticos en México, de cara a las elecciones de 2024, no nos deben hacer olvidar la profunda problemática que vive el mundo y nuestro país, causada por la acelerada destrucción de la naturaleza, el cambio climático, la degradación de los ecosistemas, la pérdida masiva de la biodiversidad, la creciente contaminación, la acidificación de los océanos, la crisis hídrica, entre otros aspectos derivados de irresponsables acciones humanas.

Los futuros candidatos presidenciales deberán abordar estos problemas para desvincular el progreso y el bienestar de este acelerado proceso de destrucción de la naturaleza. Pero, también lo deberán hacer los candidatos a gobernadores, así como a las cámaras legislativas y a todos los puestos de elección popular.

La problemática ambiental se agrava en un ritmo mucho más acelerado de casi todas las previsiones. La destrucción de la naturaleza y el cambio climático no están siendo debidamente atendidas a nivel global, nacional ni subnacional. Tampoco están lo suficientemente atendidas por la sociedad civil en México.

En relación con el cambio climático son pertinentes algunas observaciones. Hace unos días se registró el récord de la temperatura promedio más alta en el planeta, desde que el fenómeno se mide, lo cual volvió a prender las alarmas internacionales. El 17 de julio se llegó a 52.2°C (126°F) en el noreste de China. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el cambio climático provocado por el ser humano siguió contribuyendo a las considerables pérdidas humanas y económicas vinculadas a las fuertes lluvias y a los episodios de calor extremo en todo el mundo.

El número de desastres relacionados con el clima y el agua se ha multiplicado por 5 en los últimos 50 años, lo cual ocasiona numerosas pérdidas económicas calculadas en 202 millones de dólares por día. Pero, los fenómenos meteorológicos extremos causan impactos económicos más dañinos y duraderos especialmente en las comunidades vulnerables. Quienes más padecen los efectos del cambio climático y la destrucción de la naturaleza, son los países, las regiones y las personas más pobres de la Tierra, que son los que menos ocasionan estos problemas.

Las concentraciones atmosféricas de Gases de Efecto Invernadero (GEI), siguen al alza. Las emisiones de combustibles fósiles superan los niveles prepandémicos. En los últimos años, las temperaturas máximas y el contenido de calor oceánico han alcanzado niveles sin precedentes. De igual forma, las promesas de mitigación son insuficientes para cumplir el Acuerdo de París. Es necesario renovar los esfuerzos para evitar el calentamiento global que está aumentando la probabilidad que se produzcan cambios irreversibles en el sistema climático.

De acuerdo con las predicciones climáticas mundiales (2022-2026), según el Servicio Metereológico del Reino Unido /OMM/ Programa Mundial de Investigaciones Climáticas-OMM/Consejo Internacional de Ciencias/ UNESCO-CO/, existe una probabilidad de casi el 50% de que al menos uno de los años comprendidos hasta 2026 se supere un calentamiento de 1.5°C con respecto a los niveles preindustriales (1850-1900). Además, hay un 93% de probabilidades de que al menos uno de los años comprendidos entre 2023 y 2026 sea el más cálido hasta la fecha y que el quinquenio tenga temperaturas más altas que el anterior. También hay una mayor probabilidad de condiciones más húmedas en el Sahel, la zona ecoclimática de África que limita al norte con el desierto del Sahara y al sur con la Sabana sudanesa; el norte de Europa; Alaska y el norte de Siberia y de condiciones más secas en el Amazonas, en el periodo de mayo a septiembre hasta 2026.

Las promesas nacionales de mitigación para 2030, planteadas en noviembre de 2021, mostraron algunos avances en la reducción de las GEI, pero su efecto agregado sobre las emisiones mundiales es insuficiente para cumplir el Acuerdo de París. Se requeriría de compromisos cuatro veces más ambiciosos para estar en condiciones de limitar el calentamiento a 2°C y siete veces mayor para poder limitarlo a 1.5°C.

De acuerdo con información del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se estima que el calentamiento global a lo largo del siglo XXI llegará a 2.8°C (en un rango de 2.3 a 3.3°C) si se mantienen las políticas actuales, o a 2.5°C, (rango 2.1 a 3.0°C) si se logra aplicar plenamente las promesas nuevas o actualizadas. Sin embargo, los fenómenos recientes, así como la destrucción de la naturaleza en prácticamente todos los ámbitos, conlleva a revisar a fondo estas proyecciones.

Además, existen puntos críticos en el sistema climático. Entre éstos están la fusión de los mantos de hielos polares, la migración de los patrones meteorológicos y climáticos a gran escala, la desecación de la pluviselva amazónica y la perturbación de los principales sistemas meteorológicos, como el monzón.

Asimismo, los efectos combinados del aumento de las temperaturas y la humedad durante los periodos de calor en algunas regiones podrían alcanzar niveles peligrosos en las próximas décadas, lo que podría dar lugar a puntos críticos fisiológicos o umbrales a partir de los cuales el trabajo humano al aire libre deja de ser posible sin asistencia técnica.

En cuanto al cambio climático en las ciudades, éstas al llegar al 55% de la población mundial, lo cual equivale a 4,200 millones de personas, son responsables de hasta el 70% de las emisiones de origen humano y también son muy vulnerables a los impactos del cambio climático. Cabe señalar que la tendencia es que para 2050, el 76% de la población mundial será urbana.

El cambio climático en las ciudades provocará un aumento de las precipitaciones intensas, la aceleración de la subida del nivel del mar, el incremento exacerbado de las inundaciones costeras agudas y crónicas, la sequía, temperaturas anuales superiores a la media y episodios de calor externo. Esto agravará los problemas socioeconómicos y las desigualdades.

Las ciudades pueden desempeñar un papel importante para mitigar el cambio climático con medidas urgentes y aumentando la capacidad de adaptación de miles de millones de habitantes de zonas urbanas.

La Agenda 2030 de Naciones Unidas; el Acuerdo de París y la reciente aprobación de instrumentos internacionales para proteger la vida biológica terrestre y marina, así como el agua potable son pasos en la dirección correcta, pero no son suficientes.

México es un país particularmente vulnerable a muchos de estos riesgos globales. La solución de esta problemática requiere de mucho mayores esfuerzos. En suma, el análisis de los graves riesgos que enfrenta la humanidad debido a la destrucción de la naturaleza, en particular el cambio climático, no está lo suficientemente presente en la discusión de la problemática a resolver. Recordemos que los temas ambientales son trasversales al análisis de todas las cuestiones sociales y económicas.

En este sentido, uno de los principios básicos a adoptar es el planteamiento de Kate Ranworth, de Oxford, que propone que se deben tomar como objetivo de acción pública el cumplimiento de los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, en sus tres vertientes: social, económica y ambiental. Estos 17 ODS están todos relacionados entre sí. De igual forma, es necesario atender los 9 límites naturales del planeta, que son las condiciones necesarias para la preservación de la vida humana en la Tierra, entre las que están, el cambio climático; la pérdida masiva de la biodiversidad, la acidificación de los océanos; el ciclo hidrológico, el acceso al agua potable y el saneamiento; la contaminación química y la emisión de nuevos compuestos entre otros, todos ellos también relacionados entre sí.

Debemos difundir y divulgar cada vez más las soluciones a los problemas ambientales y exigir a las autoridades de todos los ámbitos de poder, de los tres niveles de gobierno abocarse a su eficiente atención. De igual forma, debemos tener cada vez mayor interacción con el sector empresarial para lograr su participación en la atención de las cuestiones ambientales. Está en juego el presente y el futuro de todos. Ya no hay tiempo que perder.

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