Lo mejor que nos podría pasar es que a México lo gobernaran los niños. Esos niños que alguna vez tuvieron sueños, deseos de crecer y ser felices para siempre. Esos niños que hoy se esconden dentro de un cuerpo de adulto lleno de paradigmas, miedos, malos hábitos y creencias que les impiden pensar en alguien más allá de ellos mismos.
El liderazgo en la política no solo se encuentra desgastado públicamente, también ha sido mancillado en el interior de cada personaje que participa en el servicio público. En el camino se va perdiendo la sensibilidad, la fuerza por servir a los demás y las ganas de luchar por un propósito colectivo. El “mindset” que se va programando cuando alguno decide participar en esta industria en México, se crea por la mimetización al sistema que ya tenemos anclado para gobernar.
En realidad no hay vieja ni nueva política, hay nuevos participantes (jóvenes y antiguos) que pueden proponer ideas nuevas y que cuando llega alguno a la “realidad” del gobierno, se da cuenta de que la mayoría de sus ideas y promesas son difíciles de cumplir. Si no se tiene inteligencia emocional suficiente y no se cuenta con un propósito real de servicio, estos participantes pueden llegar a convertirse en un político con resultados inferiores a los que hoy pensamos que gobiernan mal. De esto ya todos hemos sido testigos.
Nuestros gobernantes no pueden ser niños pero si pueden rescatar mucho de lo bueno de ser uno. No se trata de que jueguen todo el día, simplemente consiste en que estén abiertos a escuchar, a aprender y a tener las ganas de construir un mundo mágico para todos; Un lugar donde no haya personajes tristes, ni dolor, angustias o estrés. Si en los líderes permanece el deseo y las ganas de hacer un lugar seguro, avanzaremos hacia un mejor destino.
Estamos atrapados en un sistema político (dirigentes y ciudadanos) que cada vez se acerca más al punto de quiebre. No me refiero a las instituciones, sino a la forma de hacer las cosas dentro y alrededor de ellas. Lo mejor que podríamos hacer es empezar por construir una conciencia ciudadana para decidir a quién otorgarle el “poder”. Es momento de exaltar dicha conciencia para descubrir a todo personaje político en función, o que desee entrar al sistema, que tenga historial con algún maltrato a la mujer, violación, pederastia, corrupción, narcotráfico, etc. Cualquiera que está relacionado con alguno de estos comportamientos muestran lo que verdaderamente tienen dentro de ellos por lo que no es posible que sigan o se conviertan en nuestros gobernantes.
¿Qué podemos hacer ahora que vienen las elecciones? Muy fácil; conocer y hacernos conscientes de los perfiles de aquellos a quienes deseamos otorgar nuestro voto. Se trata de no caer en el “chisme político”. El futuro de México está en juego y es momento de que los ciudadanos tomemos nuestro derecho y responsabilidad de votar muy en serio. Hagámoslo desde el amor a nuestro México y a nuestras familias. Si no detenemos pronto el camino ilógico que estamos llevando en nuestro país, vamos a pagar todos las consecuencias.
No caigamos en el clásico mensaje motivador que exhorta a que “les tenemos que dejar un legado a nuestros niños” cuando realmente lo que les estamos dejando es una inconsciencia ciudadana. Señalemos y vayamos transformando el sistema. Hagámonos conscientes de que este sistema empieza en nosotros mismos. Si queremos que los políticos se encuentren con el niño que llevan dentro, primero habrá que encontrarnos con el nuestro ¿Nos volvemos niños para construir un mejor país?
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