El jueves 3 de noviembre se celebrará un homenaje, como reconocimiento por su extensa y fructífera labor al Embajador en retiro Luis Ortiz Monasterio, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, a las 19:00 horas, organizado por varias instituciones y personas, entre ellas, el Colegio de México. Es un reconocimiento a una vida dedicada al servicio público, en la que Ortiz Monasterio se ha caracterizado por ser un precursor de la promoción y defensa de los Derechos Humanos, la defensa de los sectores más vulnerables, e innumerables proyectos constructivos para la paz. Durante su amplia trayectoria diplomática se caracterizó por su compromiso y vinculación con diversas causas humanitarias. Es un reconocimiento a una vida de servicio y de estudio y análisis de la realidad global y del futuro. El 6 de noviembre Luis Ortiz Monasterio cumplirá 80 años.
Luis Ortiz Monasterio ha sido un brillante diplomático mexicano, y es un conocedor profundo de la evolución y de la realidad política global. Nació el 6 de noviembre de 1942, en la Ciudad de México. Su abuelo fue Ángel Ortiz Monasterio, destacado miembro de la Marina-Armada de México, quién fue el Capitán de la Corbeta Zaragoza, la primera nave militar mexicana en dar la vuelta al mundo. Durante un breve periodo, fue jefe del Estado Mayor del Presidente Porfirio Díaz. Servidor Público de Estado, apoyó al Presidente Madero durante la decena trágica. Su padre, Francisco Ortiz Monasterio fue diplomático en Perú, Ecuador, Portugal, Checoeslovaquia y Francia.
Ortiz Monasterio estudió la licenciatura en Relaciones Internacionales en El Colegio de México y después de su recepción profesional, motivado por su fuerte vocación de servicio, línea central de su vida personal y profesional, fue adscrito al consulado de México en Amarillo, Texas, en 1964, época de la culminación del Convenio Bracero, suscrito en 1942, por los presidentes Roosevelt y Ávila Camacho. Tuvo una segunda adscripción en la República Dominicana, en 1965, para promover el derecho de asilo, a raíz de la intervención militar estadounidense, que depuso a Juan Bosch, presidente de izquierda, que sucedió a Rafael Leónidas Trujillo, el dictador dominicano, descrito profusamente por Mario Vargas Llosa, en la novela ‘La fiesta del Chivo’. Durante su estancia en la República Dominicana, tuvo una serie de misiones en Haití, en materia de asilo político, aspecto fundamental de la política exterior mexicana, así como otras encomiendas en Canadá y Costa Rica.
El 15 de septiembre de 1965 fue designado vicecónsul y agregado civil de México en Cuba. El Embajador de nuestro país en la Isla era el General Fernando Pámanes Escobedo, más tarde gobernador de Zacatecas. Durante esa gestión le tocó librar del paredón de fusilamiento a un joven cubano. Sus gestiones le salvaron la vida y pudo sacarlo de Cuba. Estas y otras experiencias, fueron moldeando su profunda vocación en materia de Derechos Humanos. Cabe referir, en materia de asilo, la misión que desarrolló en Checoeslovaquia, durante la invasión soviética a ese país para sofocar la ‘Primavera de Praga’, en 1968, encabezada por Alexander Dubcek.
A partir de 1971, Luis Ortiz Monasterio, se incorpora a la secretaria de la Presidencia con Porfirio Muñoz Ledo y años después lo sigue en la Secretaría de Educación Pública, como Director General de programas especiales para la promoción de la cultura mexicana en Estados Unidos. Cristaliza muchas de sus iniciativas y conocimientos como miembro originario de la Academia Mexicana de Derechos Humanos. Luis Ortiz Monasterio tuvo la fortuna de casarse en 1977, con una bella tapatía, Guadalupe Padilla, compañera de vida, quién compartió su vocación internacional y su carácter cosmopolita. Ella ha sido una incansable promotora del patrimonio cultural de México en todo el mundo y merece también un reconocimiento.
Más tarde, en la Secretaría de Gobernación se encarga de temas relacionados con los Derechos Humanos y otras materias directamente relacionadas con su compleja problemática. Una parte muy importante de su experiencia en la Secretaría de Gobernación fue la de haber colaborado y dirigido la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), para conceder asilo y refugio a las víctimas del conflicto armado en Guatemala en los años 80-90 del siglo pasado. Recuerdo el relato de sus experiencias, entre ellas, la de las viudas adolescentes.
Fue también miembro fundador de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, con Jorge Carpizo y Rosario Green. Ahí sirvió como Secretario Técnico del Consejo Consultivo, que en esa época, reunía a distinguidos miembros de la sociedad civil y de la academia vinculados con la promoción de los Derechos Humanos.
Posteriormente, retoma su adscripción en el servicio exterior, como Embajador de México en Jamaica. De carácter apasionado, con una impresionante capacidad de disfrute por la vida, en esa embajada valora enormemente la importancia del Caribe inglés, con toda su riqueza humana. Nuevas adscripciones llegan. Más tarde fue designado Cónsul General de México en Miami, para conducir la relación de México con esa región, así como el complejo vínculo de nuestro país con la comunidad cubana de Miami y más tarde fue Cónsul General de México en Dallas. En esta misión desarrolló también una importante tarea de rescate de connacionales sentenciados a la pena de muerte, en un lugar en el que se obsequian sentencias a la pena capital con singular entusiasmo. Libró de la pena capital a varios mexicanos, así como estadounidenses de origen mexicano.
Con la llegada del gobierno del presidente Fox su nueva encomienda fue como Embajador de México en Colombia. Su primera tarea, rescatar a un ejecutivo mexicano, secuestrado en Colombia por la guerrilla de ese país. Su experiencia y contactos internacionales le permitieron cumplir su labor y por añadidura liberar también a un ejecutivo brasileño, también secuestrado.
Más tarde, su siguiente adscripción, fue como Embajador de México en Irán, y concurrente en Afganistán, Pakistán, Kirguistán, Uzbekistán y Tayikistán, esto es, los países islámicos que alguna vez fueron parte del Imperio Persa y en los que Alejandro Magno pretendió ser el Sha. Cabe destacar, en este capítulo de su vida, la labor de asistencia a los mexicanos en Irak, una misión de asistencia electoral, cuando la invasión estadounidense. Es innecesario señalar, el apasionado conocimiento y profundo respeto que Ortiz Monasterio tiene por la cultura islámica. Al cumplir 65 años se retira, como lo establecía la ley, del Servicio Exterior Mexicano. Más tarde, se incorpora nuevamente a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por invitación del nuevo Presidente de la misma, Raúl Plascencia, al cargo de Secretario Ejecutivo, cuya responsabilidad era fundamentalmente, la de atender las complejas y crecientes relaciones internacionales, en un momento de la cada vez más trascendente relevancia del tema a nivel global. Lo traté por primera vez, en la CNDH, aunque ya lo conocía mucho por su prestigio en diversas áreas internacionales y sobre todo como promotor de los Derechos Humanos en México y a nivel internacional. Nuestra amistad se consolidó cuando pasé, por designación de Plascencia, de Director General de Planeación a la Secretaria Ejecutiva de la misma. Durante nuestra estancia en la CNDH, nos tocó vivir la trascendente reforma constitucional de junio de 2011, que hizo de los Derechos Humanos, el eje y objeto principal del sistema jurídico mexicano.
Ortiz Monasterio pidió su cambio a la oficina de la CNDH en San Cristóbal de las Casas, siempre fiel a su vocación de ayuda y apoyo de los más vulnerables, de los migrantes que llegan por esa región. Durante mi estancia en la Secretaria Ejecutiva de la CNDH, alguna vez tuve una reunión de trabajo en Guatemala. Ortiz Monasterio me propuso que nos reuniéramos en esa Ciudad, para tratar diversos temas relacionados con los migrantes y los Derechos Humanos. Al salir, le pregunté cómo pensaba regresar a San Cristóbal. Me contestó que en un autobús por la ruta que siguen los migrantes para adentrarse en nuestro país y así conocer de primera mano la experiencia que vive ese sector tan vulnerable de la población. Más tarde, tuvo, por petición propia, el mismo encargo, la oficina de atención a los migrantes de la CNDH, en Villahermosa, Tabasco.
A raíz de su salida de la CNDH, desarrolló numerosas actividades, entre ellas, la de Profesor de Geopolítica en la Universidad de FUDAN, en Shanghái, China y más tarde sus clases sobre la materia en el Tecnológico de Monterrey, Campus-Toluca.
Posteriormente, vivió en Tlaxcala, lugar que también, desde luego, lo cautivó muy profundamente. Tlaxcala es un lugar completamente diferente al resto del país. En muchos aspectos mucho mejor, por su historia y por las perdurables consecuencias de la misma. Para Ortiz Monasterio, a mí ya me convenció, el país entero tiene mucho que aprender de Tlaxcala.
Desde que lo conocí, hemos compartido, además de la amistad, personal y familiar, diversos foros de análisis y discusión de la problemática global y sobre el futuro de México y del mundo, en el Club de Roma y en muchos otros foros académicos e intelectuales. A su paso por la vida, Ortiz Monasterio ha cultivado el placer y el arte de la amistad de manera magistral. Tiene amigos en todo el mundo. Esto lo digo no sólo en términos simbólicos o geográficos, sino en el más amplio sentido del término. Tiene amigos de todo tipo de pensamiento político, religioso y cultural en todos los rincones del planeta.
Luis Ortiz Monasterio ha hecho de su vida una expresión de la esencia del hombre de bien. La única felicidad verdadera es la vocación de servicio. La más alta expresión es, sin duda, el servicio público. Lástima que ya se nos olvidó.
Qué gran artículo. Un orgullo haberlo conocido hace tantos años, a Ud. y su hermosa familia. Ha sido un tremendo representante de su país en el mundo. Un gran abrazo.
Excelente artículo, como funcionario público con gran vocación de servicio,como persona extraordinario ser humano