Las primera impresiones en la historia
Juan Patricio Lombera

El viento del Este

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Una segunda investigación encargada a la policía de la región Midlands achacó la tragedia a los aficionados y fue la que prevaleció.

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Se suele decir que las primeras impresiones son muy importantes en los tratos personales. Y si bien dar una buena imagen en un primer encuentro tiene su peso, lo cierto es que con el tiempo se puede transformar la mala visión que pudiera haberle dejado a uno una persona al conocerla. En el caso de la historia es más difícil borrarlos entuertos accidentales o intencionales. Por ejemplo, durante mucho tiempo se pensó que la Junta que rechazó el proyecto de Colón para viajar a las Indias lo hacían por ignorancia, cuando en realidad estaban mucho más acertados que el propio Almirante. Es decir, la distancia a China era mucho mayor que la que pensaba.

Podríamos pensar que esta importancia de las primeras impresiones sólo atañe a la historia antigua; que en nuestros días conocemos los hechos verídicos desde el minuto 1 y, si hubiese algún error, este pronto sería expuesto a la luz pública.

Una de las mejores series que he visto en los últimos tiempos en Filmin tiene como título Justicia. Relata la incansable lucha de Anne Williams, madre de una de las víctimas de la tragedia de Hillsborough por limpiar el nombre de su hijo así como del resto de las víctimas, cuyos familiares se unen ante la versión oficial propagada por el Gobierno de Margaret Thatcher. Como hoy en día sabemos, la tragedia se originó por la incompetencia de la policía local que; al intentar aliviar una zona de entradas del estadio; descuidó un túnel acceso por el que entraron en tromba los aficionados a un área ya altamente poblada y en la cual los desplazamientos eran muy difíciles debido a las vallas laterales y frente a la cancha que había en esa zona donde los aficionados veían de pie el partido. La irrupción de estos aficionado provocó una estampida y, finalmente, la muerte de 97 seguidores del Liverpool (el último de ellos murió 32 años después de la tragedia tras más de tres décadas en coma). En el pasado (1981 y 1988) ya se había rozado la tragedia en otras semifinales de la FA CUP, pero como no había fallecido nadie ni el Sheffield ni la federación inglesa de futbol tomaron medidas al respecto.     

El estadio era peligroso por los embotellamientos que se formaban a la entrada de la llamada Leppings lane terrace, se habían vendido más entradas de las que podía albergar esa zona de la cancha y, finalmente, intervino la policía cuya negligencia al dejar abierto un túnel provocó la estampida. Por si fuera poco, la incompetencia de las autoridades obstaculizó el acceso de los equipos sanitarios impidiendo que, al menos 41 aficionados salvasen la vida, según concluyó una comisión independiente presidida por el obispo de Liverpool.

Pues bien, esa no fue la versión que prevaleció (y seguramente aún prevalece) en el imaginario de muchas personas. Desde el primer momento, cuando aun había muertos en la cancha, la policía empezó a decir mentiras tales como que la tragedia se había producido porque los aficionados habían reventado una puerta. La prensa británica solo hizo caso de la versión de la policía y el diario The Sun, en su afán de vender más ejemplares, tuvo la desfachatez de acusar a los aficionados sobrevivientes de haber cometido actos de rapiña entre otras mentiras. Pese a que el primer informe encargado por el gobierno de Margaret Thatcher (informe Taylor) ya apuntaba a la culpabilidad de la policía de Yorkshire, una segunda investigación encargada a la policía de la región Midlands achacó la tragedia a los aficionados y fue la que prevaleció.

Hay que recordar que esto ocurrió 4 años después de Heysel en el que, efectivamente, los aficionados del Liverpool fueron responsables de la muerte de 39 hinchas de la Juventus entre ellos un niño de 11 años y su padre. Es decir, había ya una gran tirria en contra de los aficionados del Liverpool y la propia primera ministra, al día siguiente de los hechos, dijo que esos incidentes eran un clásico de los partidos del Liverpool. Esto explica, en parte, porque todo el mundo se tragó el discurso oficial. El incidente de Hillsborough fue la excusa empleada por Margaret Thatcher para sacar adelante la Football Spectator Act, primera ley en contra del hooliganismo. En 1996, llegó al poder Tony Blair. Las esperanzas de los familiares por que se reabriese el caso se vieron truncadas por un gobierno pragmático e insensible al dolor de los familiares de las víctimas. No fue sino hasta 2012 en que, tras las conclusiones de la comisión de investigación independiente, el Gobierno de Cameron reconoció los hechos y pidió disculpas a los familiares de las víctimas.

Como dije con anterioridad, si hoy se hiciese una encuesta entre simples ciudadanos estoy seguro de que la mayoría seguirían culpando a los hinchas del Liverpool de la tragedia. En parte porque, las disculpas de Cameron no tuvieron la misma publicidad que la versión primigenia, al calor de la indignación por la tragedia, y en parte porque si algo le cuesta reconocer al ser humano es que se ha equivocado.

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