Johnson y Abe en el ajedrez geopolítico
Nydia Egremy

Cristal Geopolítico

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Contrasta el respeto que analistas y medios otorgan al político japonés, con la sorna que dirigen al premier británico, Boris Johnson.

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Lectura: ( Palabras)

En cuestión de horas, el exprimer ministro japonés Shinzo Abe (2002-2006 y 2012-2020) y el primer ministro británico Alexander Boris de Pfeffel Johnson (Boris Johnson), atraparon la atención mundial. Sus países han sido eje en la geopolítica global y sus gobiernos, aliados clave de Estados Unidos contra la emergencia de China y Rusia.

Tanto Japón como Reino Unido integran las siete economías más ricas (G7), que el 5 de julio pactaron –en el castillo bávaro de Elmau–, aislar a Moscú y acotar la influencia de Beijing en los países en desarrollo. En un giro geopolítico, Tokio y Londres se aliaron con Washington y Canberra en 2021, al formar la llamada ‘OTAN asiática’: el cerco marítimo contra China en “Indo-Pacífico” región que así bautizó el Pentágono.

Analizar el legado de Shinzo Abe pasa por reconocer que fue el gobernante de Japón (2007-2008 y 2012-2020) más influyente en la política interna y externa. Como premier y líder del conservador Partido Liberal Democrático, llevó estabilidad a su país y se le consideró el Ave Fénix de la política.

Abe se empeñó en proyectar a Japón como potencia global; por ello alentó la idea de Autodefensa Colectiva para enviar tropas con sus aliados. Presionó para reformar el artículo 9 de la Constitución de Japón –que veta al Ejército–, sin lograrlo. También, modificó los libros de texto con una versión suave de la historia bélica de su país en Corea y China.

Su terapia de choque, Abenomics, superó la deflación y fortaleció la economía. A la vez, respaldó el auge tecnológico de su país al que adhirió a más pactos comerciales y afianzó vínculos con India, Taiwán y Vietnam.

En 2014 enmarcó los 62 años del Acuerdo de Seguridad con EE.UU. al ampliarlo para “defender” a las islas Diaoyu/Senkaku –que disputan China y Japón–. El 19 de enero de 2020, Abe afirmó que esa relación bilateral es ‘indestructible” y debía ser más robusta.

Abe en el ajedrez geopolítico

A la par, Abe realizó una significativa visita a Beijing en 2018 y sostuvo múltiples encuentros con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, con miras a dialogar sobre las islas Kuriles.

Escándalos por tráfico de influencias, la recesión económica y su ambigua gestión de la pandemia pesaron en renuncia. No obstante, mantuvo su poder e influencia sobre la agenda política. Hacía campaña en Nara, para tener un escaño en la Cámara alta y revisar la Constitución, explica Motoko Rich en The New York Times.

Contrasta el respeto que analistas y medios otorgan al político japonés, con la sorna que dirigen al premier británico, Boris Johnson. “La caída de un payaso”, titula en su portada The Economist; la imagen real, data de 2012 cuando era alcalde y subió a una tirolesa para celebrar la primera medalla de oro en las Olimpíadas. Por minutos él quedó en el aire y, desesperado, pedía una cuerda o escalera para bajar

Así está hoy, el primer ministro británico, tras ser obligado a dimir como líder de su partido y jefe de Gobierno, en plena ‘crisis ética’. Renuente a dimitir, el político y periodista alegó que sería “una excentricidad cambiar de gobierno cuando estamos cumpliendo tanto”. Pero tuvo que aceptar tras la salida de más de 50 miembros de su gabinete y admitió que “Nadie es indispensable”. Y así, el 7 de julio se convirtió en el gobernante británico con más renuncias ministeriales en un solo día.  

Quizá el legado de Johnson sea la frase que impuso a su nación: “Dejen que se haga el Brexit”, aunque es probable que no esperara los problemas logísticos y financieros de esa medida: desabasto de productos, cierre de gasolinerías, obstrucción de hasta 90 mil camiones en las fronteras. Al final, debió contratar a trabajadores europeos para evitar el colapso.

Al interior, el premier ha enfrentado huelgas en el ferrocarril por recortes de personal; a ello se suma la desmedida inflación, exigencia de sindicatos por mejores condiciones y un malestar social al alza. Para muchos, un acierto de Johnson fue el alza de impuestos de sociedades a empresas contra su programa electoral; lo que significó la confianza en la libra.

Sin embargo, la tormenta perfecta llegó porque Johnson perdió la confianza del Partido Conservador y dejó de ser su líder. La causa de fondo es que él no actuó con verdad, como fustigó el editor de Política de la BBC, Chris Mason.

Johnson en el ajedrez geopolítico

Hace un año, Boris Johnson sobrevivió a una moción de censura y reeditó esa hazaña hace un mes, pero su falta a la verdad colmó a la clase política y a los ciudadanos, sobre los que pesa la percepción de que los desdeña su gobernante.

Subyacen los escándalos del Partygate, cuando Johnson no respetó el confinamiento por el coronavirus –que se impuso a millones de británicos– y permitió fiestas en la sede del gobierno a las que asistió.

La segunda causa de desconfianza se relaciona con su amigo Chris Pincher, al que en febrero designó subjefe del Partido Conservador en el Parlamento, aunque conocía acusaciones contra él por acoso sexual.

El 30 de junio el diario The Sun, reveló que Pincher acosó a dos hombres en un club privado en Londres y su partido lo suspendió. Otros medios lo vincularon con seis casos más de acoso, aunque el 1 de julio Johnson negaba conocer esas quejas . El vocero del premier lo desmintió y el veleidoso Johnson debió aceptar que conocía los hechos y no actuó conforme debía.

Aunque dejará Downing Street en el otoño, muchos afirman que Boris Johnson se aferra al cargo para celebrar a fin de julio, su boda en la residencia de Chequers, destinada a los primeros ministros. Entre sus invitados, estarán los miembros de su partido que elegirán a su sucesor.

Viene a la mente la coincidencia entre Donald John Trump y Boris Johnson. El primero, investigado por un comité por los sucesos del Capitolio en enero de 2021, mientras que el segundo pasa también por momentos difíciles. Ambos, considerados dirigentes egocéntricos, mantuvieron una buena relación que se tradujo en el entusiasta apoyo al Brexit del magnate neoyorquino.

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Paulina

Enriquecedor análisis y paralelismo entre dos figuras que resultaron a la vez claves y polémicas para la política interior y exterior de sus respectivos países.

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