El insomnio de Sor Juana
Avelina Lésper

Arte y Dinero

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En su celda, a fuerza modesta, el sueño de Sor Juana se rebela a una obediencia que no entiende.

Lectura: ( Palabras)

Sin descanso, en la noche piensa y dedica ese lapso, de zozobra y falsa espera, al sueño, ese falso amigo que no llega. En su celda, a fuerza modesta, el sueño de Sor Juana se rebela a una obediencia que no entiende. El sueño no es servil, exige condiciones que la mente de Sor Juana no tiene, entonces piensa en el sueño, tratando de que ese conjuro lo convoque, “El mar, no ya alterado/ ni aun la inestable mecía/ cerúlea cuna donde el sol dormía/ y dormidos siempre mudos peces/ en los lechos amorosos de sus senos siempre cavernosos/ mudos eran dos veces”.

Ella sin cerúlea cuna, en reacia y rígida cama, también es muda, se le ha pedido callar tantas veces, se le ha pedido dejar de pensar, que, en esa celda, a solas sólo piensa. El sueño no llega, fatigoso camino, tan largo, desde el cielo hasta el pecho, desde el aire hasta el silencio, la espera fatiga y no alcanza al descanso, “De Júpiter el ave generosa/, (como el fin reina) por no darse entera al descanso, que vicio considera/ si de preciso pasa, cuidadosa / de no incurrir de omisa en el exceso/ a un sólo pie librada fía el peso/ y en otro guardaba el cálculo pequeño/ despertador reloj del leve sueño/”.

La soledad no duerme, vigilante y estricta, no abandona, permanece pétrea, en la almohada, en lo oscuro y en el silbido largo del viento, Sor Juana la agradece, el vicio del descanso no posee, porque no entra, no hay resquicio en su mente que le deje espacio. “El sueño todo, en fin, lo poseía;/ todo, en fin, el silencio lo ocupaba; / Aun el ladrón dormía; / aun el amante no se desvelaba/”. A ella no, a ella no la posee y por eso fatigosa, piensa, y tal vez, se divierte, de que su vigilia traiga a su mente todo lo que no posee. Descansar es tan difícil, que robar o amar serán, para ella, tareas más simples.

Enumera, busca motivos, “Las diurnas tareas fatigosas/ y no sólo oprimidos/ del afán poderosos/ del corporal trabajo/”. Es el cuerpo el que se cansa, es quien pide espacio para dejar de hacer y ser poseído, sumergido por la bruma densa del sueño, un instante largo, inconsciente que no recuerda espacio. Ella piensa, la mente no descansa, se niega a dejar de vagar, y reconocer a quienes se abandonan cuando la voluntad así lo ve preciso.

Del placer también recuerda, sus años en la celda no han borrado, que el alma, desde el cuerpo pide algo que hoy no está permitido “El deleite también cansa/ objeto continuado a los sentidos/ aun siendo deleitoso/”. Los sentidos abotagados, no conceden sueño, el aburrimiento los mantiene alertados, pendientes, de algo que motive su apetito. El aislamiento le trajo a ella, la paz que transporta a las ideas, la claridad de la palabra, y en cambio, con esa mente luminosa, despierta, no puede, no consigue dormir, y por eso sola, solo sueña.

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