El asombro del placer
Gonzalo Rojas-May

La tierra de los espejos

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La niñez es un período lleno de asombro y tropezones en que se pone a prueba toda nuestra capacidad de adaptación, tolerancia y aprendizaje para aprender a vivir…

Imagen: Universidad de Piura.
Imagen: Universidad de Piura.

Lectura: ( Palabras)

Con frecuencia, y con razón, decimos que nadie nos enseña a ser padres.  A nuestro alrededor está lleno de cursos, talleres, seminarios, artículos, libros y mesas redondas sobre el camino para hacerlo bien o, al menos, mejor que como lo hicieron los nuestros con cada uno de nosotros. 

Sin embargo, se da por descontado que el ser niño es algo innato y que no es necesario ningún tipo de aprendizaje al respecto; como si un mundo hecho por y para adultos fuera siempre un escenario amigable, compasivo y justo. 

La niñez es un período lleno de asombro y tropezones en que se pone a prueba toda nuestra capacidad de adaptación, tolerancia y aprendizaje para aprender a vivir, o más bien a sobrevivir, en un mundo lleno de reglas, normas, códigos, lenguajes, ideales, expectativas y prejuicios, que poco tienen que ver con nuestra tendencia esencial: el placer.

luna y niños
Imagen: Pixabay.

En verdad, buena parte de lo que se nos enseña durante nuestra niñez es a manejar (idealmente a controlar, es decir, reprimir) nuestro impulso permanente hacia el placer. Este aprendizaje consiste en la adquisición de “habilidades sociales” que nos permitan aceptar que se nos pongan todo tipo de límites. La regla de oro ha sido, y sigue siendo, conceptos como “no hagas a otros lo que no quieres que se te haga a ti” y “tú libertad termina donde empieza la mía”.  Sin embargo, pese a todos nuestros intentos por ser “socialmente correctos”, nuestra tendencia hacia el placer y la cada de cada uno de quienes nos rodean, chocan, irremediablemente, creando un espiral de frustración colectiva permanente. En otras palabras, por un lado, queremos gozar sin límite alguno y, por otra, nos reprimimos tratando de evitar la frustración y la sanción social, que termina siendo nuestra también.  Buena parte de nuestro dolor psíquico surge por el permanente choque de titanes que placer y represión tienen en nuestra mente y cuerpo.

Ahora bien, el espiral placer-represión-frustración-dolor-rabia-deseo, va a ser comprendido y, por ende, aliviado, en la medida en que asumamos nuestra tendencia básica hacia el goce.  Es decir, si experimentamos un regreso a la niñez consciente, si nos atrevemos a enfrentar la moral social, cuestionarla y optar por una ética individual, razonada, elegida y responsable, no necesariamente nos liberaremos del todo de nuestras neurosis, pero al menos, llevaremos una vida más aliviada.

adultos aprender de la niñez
Imagen: Radio Nacional de Colombia.

El camino hacia la aceptación de nuestros impulsos y deseos no es sencillo, los fantasmas de la culpa y la vergüenza rondarán siempre en nosotros. Pero el hacer consciente nuestras contradicciones, temores, sueños, trampas y deseos, nos hará bien. Sabernos imperfectos constituye un impulso fundamental para crecer y superarnos. Amigarnos con el placer, hacerlo consciente, nos devuelve la capacidad de maravillarnos de la niñez y nos abre un espacio de libertad para elegir, no a partir del miedo, sino de la verdad.

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