Las prioridades que los seres humanos dan a las personas, cosas y situaciones varían de acuerdo con la jerarquización de cada uno y del momento específico por el que se esté pasando.
Muchas de estas prioridades han estado condicionadas por argumentos, experiencias, modas y publicidades que impulsan al espíritu humano a dirigirse hacia una u otra dirección.
Al estar jerarquizadas las que quedan en niveles superiores dominan y someten a las que se encuentran por debajo de ellas de aquí la importancia de ponderarlas conscientemente con criterios sólidos y convenientes.
Ciertamente, mucha de esta jerarquización ha sido inconsciente porque se ha iniciado desde los primeros momentos de la vida por medio de las creencias con las cuales se ha estructurado la personalidad y ha estado directamente relacionada con los criterios vigentes en el entorno y con la elección que ha hecho el individuo a lo largo de su historia. Esto, desde luego, ha sido la mejor opción que ha podido encontrar en su momento, pero de ninguna manera es la última ni necesariamente la mejor.
Por ello es necesario siempre revisar la jerarquización con la que se está funcionando en esta vida. Primero, desde la razón, es decir, hacer la lista de aquello que se considera prioritario en la existencia; segundo, revisar el tiempo y la calidad que se le dedica a cada uno de los aspectos de la lista personal para comprobar que el discurso corresponde a la realidad; tercero, cuando dos aspectos de la lista entran en conflicto porque demandan la misma atención, revisar cuál en la práctica domina. Este tercer punto, junto con el segundo, ayuda a confirmar si lo que se piensa corresponde verdaderamente a lo que se hace.
Una vez revisada la jerarquización personal es necesario hacer los ajustes pertinentes. Y para ello se requiere de criterios actualizados con la edad, el tiempo y la situación que se está viviendo individualmente. En este sentido hay algunas preguntas que ayudan a revisar la ponderación que está operando en el momento de hacer la evaluación.
- Si solo me quedara un mes de vida qué haría.
- Si solo me quedara una semana de vida qué haría.
- Si solo me quedara un día de vida qué haría.
- En mis decisiones estoy considerando a mis afectos.
- En mis decisiones estoy considerando a mis dependientes afectivos.
- En mis decisiones estoy considerando a mis dependientes económicos
- En un futuro a mediano y largo plazo cuáles serán las consecuencias del orden de las prioridades actuales.
Después de responder honesta y claramente es posible identificar si es conveniente hacer un ajuste con las respuestas obtenidas. Para ello necesario establecer una estrategia de acción en la que se calculen los apoyos externos necesarios para llevarla a cabo, el tiempo requerido para lograrlo y los medios de evaluación para verificar si se están obteniendo los logros esperados.
Para finalizar, independientemente de la creencia personal con relación a lo que sucede con la persona después de su muerte, este es el momento que se está viviendo, por ello vale la pena hacer de él el mejor momento posible.
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