Cultivos y Alimentos Transgénicos: debate que parece no tener fin
Octaviano Couttolenc

Cambio y fuera

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La bioingeniería alimentaria es una herramienta adicional para ayudar a la autosuficiencia alimentaria.

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Lectura: ( Palabras)

Hablando con algún amigo hace unas semanas, me hizo consciente de la relevante discusión que se ha tenido en el mundo por años, sobre el tema de los alimentos y más específicamente de los alimentos que provienen de semillas transgénicas, y de ahí mi interés de escribir sobre el tema buscando darle algo de perspectiva.  

Las plantas o cultivos transgénicos son aquellos cuyo material genético o DNA fue modificado a través de técnicas de bioingeniería, para otorgarles algunas cualidades distintas a las originales mejorando su productividad y uso. Hoy en día es común que varios productos que comemos, o el alimento utilizado con animales que consumimos, provengan de cultivos transgénicos. En el etiquetado de productos en Estados Unidos provenientes de transgénicos, ya no se utiliza dicho término sino aparece la leyenda de productos provenientes de la bioingeniería, que es un término más amplio.

Aunque el hombre por muchos siglos ha venido modificando la genética de algunos cultivos, mediante la unión de 2 o más especies, no es sino hasta el siglo XX, que el hombre a través de técnicas de bioingeniería es que ha modificado en laboratorio, distintas semillas y ha creado una industria gigantesca a nivel global de semillas modificadas genéticamente.

Hoy en día, quizá más que nunca en la historia de la humanidad, es necesaria la producción de gran cantidad de alimentos para satisfacer las necesidades de un número cada vez mayor de personas y con poder adquisitivo creciente. Ante dicho reto el hombre logró avances tecnológicos muy importantes en la bioingeniería en semillas y alimentos que nos permite lograr cultivos con mayor rendimiento y resistencia ante las inclemencias, y así poder hacer frente a este gran desafío.

A pesar de que a través de los transgénicos es posible incrementar la productividad de los cultivos, incorporar nuevos nutrientes en los mismos, y producir semillas que resistan las plagas, los herbicidas, y las sequias, entre otros, pareciera que existen dudas y cuestionamientos sobre dichos beneficios así como preocupación por los posibles perjuicios, situación que ha limitado su plena adopción a nivel global.

Alimentos transgénicos

Los argumentos que utilizan los detractores van ligados a los posibles efectos nocivos sobre la salud humana y animal, además de cierta preocupación sobre posible contaminación de los cultivos transgénicos a los no transgénicos o a cultivos endémicos, y asimismo la preocupación sobre la dependencia y control de este mercado en sólo un puñado de empresas multinacionales. Existe suficiente evidencia en diversos reportes de la FAO (organismo de las Naciones Unidas para la alimentación), por la World Health Organization (WHO), y la National Academies of Sciences de Estados Unidos, quienes concluyen que no es posible observar daños a la salud de las personas ni los animales, ni daños al ambiente por el uso de los transgénicos.

Es notable observar la postura tan distinta que se tienen en los Estados Unidos vs la Unión Europea; Estados Unidos es el país que en mayor medida ha abierto sus brazos a esta tecnología, y donde los cultivos transgénicos representan cerca del 90-95% de un número importante de cultivos relevantes (la soya, el algodón, el maíz, la canola, remolacha para azúcar, etc.) y cerca del 95% de los animales de engorda (vacas, cerdos y pollos) son alimentados con cultivos de semillas transgénicas. La siembra, importación/exportación y consumo de transgénicos está muy regulado y aceptado en el mercado y existen regulaciones muy claras sobre etiquetado e información al consumidor. No por nada las mayores empresas promotoras de este negocio son estadounidenses incluyendo a Monsanto, Dow y Dupont, entre otras.

Europa ha tomado una postura mucho más restrictiva en relación con los productos transgénicos a los que etiqueta como “Nuevos alimentos”. Europa ha migrado muy lentamente de tener una completa prohibición a los mismos a permitir la importación y venta de algunos de ellos para consumo principalmente animal, después de haberlos sometido a procesos muy exhaustivos de análisis y evaluación por la autoridad de salud alimentaria europea (EFSA). En términos generales muy pocos países de la UE permiten el cultivo de transgénicos, y aquellos que permiten su importación y venta lo hacen bajo muy estrictas reglas de etiquetado y trazabilidad.

En México esta discusión también es muy actual; a pesar de que en los últimos 15 años se han autorizado permisos para pruebas de campo y liberación de ciertos cultivos, y ha existido la importación y siembra de transgénicos en varios estados, al amparo de la Ley de bioseguridad para organismos genéticamente modificados del 2005, recientemente en diciembre del 2020, el gobierno emitió un decreto para la prohibición del uso e importación del maíz transgénico a partir del 2024, así como la prohibición al uso de un herbicida conocido como glifosato, comúnmente relacionado con este tipo de cultivos. El tema del maíz es especialmente sensible ya que México es un país donde el maíz es endémico, y existe una gran biodiversidad de tipos de maíz y una seria preocupación sobre la posible contaminación que estas especies pudieran sufrir por contacto con especies transgénicas.

Alimentos transgénicos

Si se analizan las razones esgrimidas por nuestro país para esta prohibición, pareciera que, aunque se resaltan los posibles efectos nocivos para la salud, me da la impresión de que el peso mayor lo llevan los argumentos que buscan defender a las variedades endémicas de maíz mexicano que podrían verse comprometidas, aunado a la preocupación sobre pérdida de soberanía alimentaria a manos de un grupo de empresas extranjeras, temas que son ciertamente cuestionables.

Como consumidor y lector interesado en el tema, y después de haber revisado y analizado las distintas posturas de grupos promotores y detractores de los transgénicos, debo confesar que no es tarea fácil tener una postura clara sobre el mismo, ya que existen argumentos muy convincentes de ambos lados, razón por la cual esta discusión sigue muy viva y despierta grandes pasiones, en prácticamente todos los países del orbe.

De fondo, aunque esta es una discusión sobre alimentos, veo en ella algunos de los mismos tintes de otros debates sobre temas muy variados donde se confrontan visiones o posturas neoliberales globalizadoras y mercantilistas versus posiciones más conservadoras, localistas y de mayor respeto por la naturaleza.

Yo considero que la humanidad debe estar siempre abierta a los grandes avances tecnológicos en especial en temas de alimentación que nos aseguren lograr la suficiencia alimentaria para una población creciente, aunque siendo muy respetuosos que los mismos no afecten a la salud de las personas ni el medioambiente. Estas tecnologías de alimentos pueden traer consigo riesgos, pero considero debemos dejar que los organismos de salud del gobierno en cada país, quienes son los encargados de su evaluación, monitoreo y autorización hagan su trabajo y así tomemos decisiones como consumidores evitando la desinformación. Sin duda la bioingeniería alimentaria es una herramienta adicional en la caja de herramientas para ayudar a la autosuficiencia alimentaria, y por lo tanto no puede ser dejada de lado.

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