Recuerdo cuando me inicié en los estudios de Historia del Arte en el 94. Esperaba que pronto pudiera encontrar la respuesta a esa pregunta que se abría cuando alguien mencionaba aquella palabra. Arte. “¿Qué es el arte?”, preguntábamos insistentemente y nuestros profesores dibujaban una sonrisa medio socarrona, como de “nunca se lo podrán responder”. Y no respondían. Estudié en un tiempo en el que cualquier manifestación no legitimada quedaba fuera de nuestro ámbito de interés.
Ahora que me encuentro en una de las jornadas de presentación de trabajos de investigación de mis estudiantes de tres generaciones, estoy verdaderamente conmocionada al escuchar la complejidad de los temas que eligen trabajar. Aprovechando la coyuntura del reciente Día Internacional del Arte (15 de abril), mi propia posición profesional y las preguntas de mis estudiantes, me obligo a responderme, a responderles, una y otra vez. Elegir una definición, como de costumbre, sólo funciona para dar una cierta tranquilidad momentánea. Nos gustan los asideros, las certezas, pero el pensamiento crítico debe impulsarnos a redefinir los límites de nuestras disciplinas.
Arte viene de la palabra latina ars. No siempre este vocablo significó lo mismo. Ars refiere a una habilidad o conjunto de habilidades que consisten en dominar la manera de hacer algo. Su pariente griego, el término techné (τέχνη), constituye el origen de la palabra técnica, es decir, el conocimiento de una serie de procesos y su ejecución a fin de producir algo. Ars y techné no tienen nada que ver, bajo esta perspectiva, con ese glamour del arte como lo entendemos comúnmente: esos objetos, sonidos o narrativas visuales que se identifican con la experiencia del espacio y del tiempo. Ars y techné implican destreza; techné, en concreto, refiere a habilidades.
Ars fue también el origen de la designación de artes mecánicas y artes liberales durante la Edad Media. No tenemos espacio aquí para entrar en detalles, pero si alguien quiere, puede consultar el libro de Umberto Eco, La Edad Media, I. Bárbaros, cristianos y musulmanes (México, FCE, 2015). En síntesis, las artes mecánicas consisten en el desarrollo de habilidades para la producción (artificio) en labores que implican el trabajo físico, mientras que las artes liberales refieren a un corpus de saberes especulativos, es decir, al ejercicio intelectual que implica el conocimiento dividido en lo que se conoció como el trívium y el quadrivium.
Me detengo ahora en la palabra artificio. Artificial es todo aquello producido por el hombre. ¿Detectan la raíz etimológica? ¡Correcto! Es ars. El ser humano, en mi opinión, no es natural; es artificial: se crea a sí mismo y a su propia idea a partir de la cultura y la cultura, es artificio. Hoy en día, tendemos a concebir un prejuicio negativo sobre la palabra artificial, pues nos suena a colorantes, saborizantes y conservadores añadidos, a plástico, a sellos negros en los paquetes de comida… a falsedad. Pues no: yo defiendo el concepto de artificial a partir del artificio; lo que denomino la conciencia humana de transformación de lo que se tiene a la mano (sí, el famoso ser a la mano heideggeriano). Artificio es ingenio, ingeniería es transformación. El arte es, para mí, la manifestación más granada de la aplicación “bien hecha” de un cúmulo de saberes sobre la naturaleza.
Hacia finales del siglo XVIII (vamos a dejarlo así), el vocablo arte comenzó a referirse a un producto elaborado artificialmente y bello, conforme a las ideas de belleza que se tenían en la época y conforme a una preceptiva técnica; es decir, claro, luminoso, armónico, concreto y construido conforme a un saber tecnológico específico. Me quedo con lo que les decía al final del párrafo anterior: ars es la aplicación de un cúmulo de saberes sobre la naturaleza (y añado) para su transformación en beneficio humano. Esto, a los ambientalistas, quizás les suene agresivo. Y lo es. Implica pensar, muy en el estilo de la Europa del siglo XVI, que la naturaleza está a nuestro servicio. Que todo lo que un dios puso sobre la Tierra es para nuestro exclusivo beneficio y explotación, porque se suponía que somos una forma de vida inteligente. Y ahí les dejo para después las discusiones políticas y teológicas que estas ideas suscitaron a ambos lados del Atlántico (véase la discusión entre Juan Ginés de Sepúlveda y fray Bartolomé de las Casas, a partir de la Política de Aristóteles).
Mi punto es que estamos reflexionando sobre la palabra arte, con motivo del Día internacional del arte y de que mis alumnos de Historia del Arte están presentando los resultados de su investigación. ¿Por qué los acarreo a ustedes a pensar en esto conmigo? Porque vivimos en un país que estima que el arte es accesorio, ornamental… y en este gobierno empeora la cosa, porque el arte ahora es “aspiracional”. Más allá de las consideraciones que implica el conocimiento del derecho a la cultura y de toda discusión historiográfica sobre el origen y devenir del término arte; más allá incluso de la necesidad de actualizar la marca para venderla, el arte no se puede restringir a las estrechas fronteras de la legitimación social. Acabo de dar un salto cuántico de lo que pensaba cuando tenía entre veintitantos y treintaitantos años. ¿Se acuerdan de la pregunta que me atenazaba? ¿Qué es el arte? Si estudio, ¿lo podré definir? Pues mi respuesta es no. Porque mucho tiempo me funcionó definirlo como un resultado de la interacción entre las mediaciones sociales que lo legitiman y, como a mí me encanta volver a los orígenes, volví al ars.
Hoy, después de escuchar a mis estudiantes, pienso que el arte es un conjunto de saberes tradicionales que se aplican a la producción de conocimiento y a la construcción de mundo. Pienso que en nuestro horizonte disciplinar no debe caber sólo la Giocconda o el David; que no sólo debemos estar atentxs a lo que legitiman los críticos o la academia como artístico. Si de veras queremos estar en este mundo, hay que pensar como mis alumnxs: hay que pensar en relaciones imposibles, en toda suerte de producciones que estimulan a los sentidos y, sobre todo, que el arte puede constituir una producción intelectual o puramente experiencial. Mañana no sé qué diré, pero hoy, me quedo tranquila con esta no certeza.
Nota: Si quieren seguir las jornadas de lxs estudiantes de la Licenciatura en Historia del Arte de la Ibero, pueden entrar al canal de YouTube Arte Ibero y buscar las jornadas del 19 y 20 de abril de 2023 (Primavera 2023).
lúcida como siempre, gracias.
Excelente!