Alguien habita en su felicidad
Gonzalo Rojas-May

La tierra de los espejos

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Ese alguien es el que forma, funde, descubre, devela y crea respuestas que hacen de nuestra cadena evolutiva un viaje que, con todas sus contradicciones…

Imagen: La Mente es Maravillosa.
Imagen: La Mente es Maravillosa.

Lectura: ( Palabras)

A veces se toca la felicidad, unas veces menos, uno se zambulle en ella y, escasamente, la captura por un largo tiempo. Se trata de una experiencia tan singular y única, como lo somos cada uno de los seres humanos. Se es feliz de tantas formas como las que la imaginación alcance a crear. Se es feliz en porciones pequeñas y en trozos gigantescos.

La felicidad es un estado de ánimo, siempre transitorio, en el que tenemos la percepción fisiológica y psíquica de que la vida es buena, amable y justa con nosotros. Pero como todo estado de ánimo, éste es efímero.

Podemos sentirnos dichosos porque conocemos bien lo que es no serlo. Se es consciente de que tocamos un instante de plenitud porque sabemos bien cómo, de un momento a otro, toda nuestra idea de control, normalidad y cotidianidad se puede venir abajo. 

Buscamos entender a la alegría, como una forma de sostenerla pegada a nosotros, desde todo ángulo y disciplina posible. Desde la fisiología a la filosofía, pasando por la literatura, la sociología y, desde luego, la psicología, construimos teorías, recetas y explicaciones funcionales al camino más racional y lógico para permanecer en ella indefinidamente, lo que podría significar, paradojalmente, situarnos frente al fin de toda posibilidad de habitar tiempos de felicidad plena y absoluta.

niños africanos sonriendo
Foto: Hudipro.

Imaginemos si la alegría fuera un estado afectivo cotidiano, que viviéramos en un estado de contento infinito y definitivo. Que nada pudiera alterar nuestra percepción de satisfacción y bienestar; que camináramos siempre por el lado estable y luminoso de la vida, que supiéramos que nada hará cambiar nunca lo ya alcanzado; que tuviéramos la certeza de que nada nos falta, que nada nos sobra, que cada pieza encaja en su lugar y que la plenitud y la seguridad del día a día estuvieran garantizados. ¿Seríamos los mismos, tendríamos la misma noción de ser humanos que tenemos hoy?

Probablemente muchos podrán preferir la idea de jardín botánico, perfecto, apacible, estable y predecible del relato bíblico. Un lugar de cielos despejados, aire diáfano, temperatura ideal, donde todo lo que se debía alcanzar y conseguir ya está benévolamente establecido. Un espacio físico y mental atemporal, sin enfermedad, vejez, ni vértigo alguno; donde lo absoluto es que la certidumbre, la alegría y la plenitud no los abandonarán nunca.

Afortunadamente, los hay también los que eligen caminar por terrenos más ásperos, inestables, fangosos e inseguros. Son esos, los descreídos, los que hacen de la insatisfacción el motor de sus existencias, aquellos que nos han dado buena parte de lo mejor de nuestra condición humana. Es así como disfrutamos de la buena mesa, porque alguien no se conformó con satisfacer su apetito; así también, celebramos la vida con música y baile, porque alguien se dio cuenta que muchas veces las palabras no alcanzan ni a explicar lo que se siente, ni a poner en movimiento todos los mecanismos que entran en juego cuando se alcanza un instante de éxtasis.

felicidad ancianas bailando
Foto: Gestion.Pe.

Ese alguien habita en su ADN y en su trazado psíquico ancestral, es la herencia no de cientos, sino de miles de generaciones previas que le permitieron a usted llegar a donde está hoy. Ese alguien es el que forma, funde, descubre, devela y crea respuestas que hacen de nuestra cadena evolutiva un viaje que, con todas sus contradicciones, vale la pena hacer. 

El alguien que nos habita es el inventor, poeta, pintor, compositor y sobreviviente tozudo, que no se rinde ni se conforma con el Paraíso del Edén. Es ese incrédulo a quien le debemos tanto, a quien le encanta tocar la felicidad, porque la sabe efímera, díscola y la reconoce como el verdadero motor de todo aquello que le da sentido a lo que somos.

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Mafalda

Celebro esta columna en particular, de manera tan clara, comprensible y feliz se habla de la felicidad. Comparto absolutamente. Mafalda

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