Hace unos días después de una votación mayoritaria de los legisladores de Morena y sus aliados fue aceptada la cancelación del horario, prácticamente no hubo discusión ni planteamientos de los fundamentos del cambio, se siguió una propuesta del ejecutivo, uno de los diputados que si estaban francamente a favor de abolir el horario de verano, y venía haciendo observaciones y una campaña, fue el diputado Fernández Noroña, de los demás no sabemos su opinión al respecto, simplemente se plegaron a una indicación superior, si es que puede existir una indicación superior al poder legislativo
Andrés Manuel López Obrador es un antiguo enemigo del cambio de horario, siendo gobernante en la Ciudad de México ya intento abolirlo, no lo consiguió porque no podía estar el entonces Distrito Federal con distinto horario del resto del país.
El horario de verano ha tenido desde siempre unos cuantos simpatizantes y muchos detractores, estos últimos aducen una gran cantidad de argumentos, dificultades para iniciar el día en la obscuridad y terminarlo con luminosidad, algunos dicen sentirse mal y tardar muchos días en regularizarse. Los que acostumbran levantarse, habitualmente muy temprano, son de los principales detractores, en Tabasco la gente se levanta muy temprano.
Hay intentos muy antiguos de modificar el horario para tratar de ahorrar mucha energía, uno de los primeros que lo menciona es Benjamin Franklin, quien después de una visita a Paris donde observo que en el verano la gente se levantaba más temprano y mas temprano se acostaba, se ahorraba una gran cantidad de cera. Al regresar lo intento realizar en los Estados Unidos. Los parlamentos europeos tienen una larga historia de empezar sus sesiones más temprano en el verano y más tarde en el invierno. Fue durante la gran guerra europea de 1914 al 1918 que se estableció por primera vez el horario de verano con el fin de ahorrar carbón, al terminar la guerra se regresó al horario unificado habitual, en la Segunda Guerra Mundial y por los mismos fines se volvió a adaptar en Europa. Desde 1980 en Europa existe una intención de establecer diferencias de horario en verano y en invierno la reglamentación para ello quedo perfectamente terminada en 1999 y desde entonces se sigue, en los Estados Unidos se hace desde 1996.
Repito que siempre ha tenido detractores, que en mi opinión lo son por resistencia al cambio y por considerar la medida autoritaria, gubernamental y quizá lo que ahora conocemos como neoliberal.
Se ha insistido en las consecuencias que tiene para la salud y se intentado comprobar con varios estudios, la mayoría llevados a cabo en los Estados Unidos, algunos metodológicamente muy bien hechos, otros consistentes en metaanálisis (la revisión sistemática de varios estudios) y no se ha podido establecer una relación sólida con una mayor frecuencia de infarto del miocardio, algunos la establecen para el lunes siguiente, otros para el jueves, unos encuentran mayor frecuencia en las mujeres otros no, pero en todo caso esta dudosa relación no dura más de 24 horas. Otros estudios han tratado atribuir la presencia de trastornos del sueño, pero esto se reduce a cierta dificultad para despertar o dormir unos cuantos días después de los cambios. La relación con suicidio y depresión no se ha conseguido establecer. Desde luego los viajes de México a Tijuana, dos horas de diferencia, no acarrean ninguna de las consecuencias que se intentan atribuir al horario de verano, tampoco existe nada escrito que los viajes Nueva York Los Ángeles tengan consecuencias cardiovasculares, a pesar que hay tres horas de diferencia. . No encontré que el Jet Lag, consecuencia de viajes entre ciudades con horarios muy diferentes, ocasione mayor frecuencia de infarto del miocardio, ni suicidio, ni depresión, sí en el dormir, lo que se corrige al cabo de unos días. Lo que sucede es que nuestro organismo funciona con un horario, gobernado especialmente por la luz del sol, pero también por otros factores, de tal manera que muchas sustancias tienen un horario de mayor producción, por ejemplo los corticoesteroides, y el sueño es más fácil y conveniente por la noche. A los que el cambio de una hora en un sentido o en otro les afecta mucho se vuelven enemigos, aunque las molestias no duren más de dos o tres días. Debo confesor que yo soy simpatizante y promotor de los cambios de horario en el verano, por varias razones, pero la más fuerte es la posibilidad de gozar de largas tardes y atardeceres en los meses de junio, julio y agosto, pura subjetividad, que me parece que es los mismo que domina en los detractores, la subjetividad.
Una razón sólida para establecerlo o mantenerlo es la posibilidad de ahorrar energía, los que están a favor lo destacan los que están en contra lo minimizan. Lo cierto que en México en el 2018 se ahorraron 21740000 de pesos, que curiosamente pasan directamente al consumidor a través de sus tarifas, como le gusta al señor presidente, se disminuyó el consumo en 945 GWh de energía eléctrica y se evitó la emisión de 5200000 toneladas de dióxido de carbono, En 2021 los ahorros fueron menores y según se quiera ver significativos o no $ 1138000, 537 GWh y 489000 toneladas de dióxido de carbono. Quizá en Méxido el ahorro energético sea más significativo, toda vez que la inmensa mayoría de la electricidad se produce a través de combustibles fósiles.
Para apoyar sus intenciones el presidente mandó a dos de sus scretarios de estdo a la Ing. Nahle de Energía y al Dr. Jorge Alcocer de Salud. Roció Nahle minimizó el ahorro energético atribuyéndolo a varias causas entre ellas a que ahora los aparatos eléctricos son más eficientes, pero me parece a mí que la mayor eficiencia es la misma en verano que en invierno, mintió pero bueno. El papel de Alcocer me pareció tristísimo, él un gran investigador, destacadísimo, Premio Nacional de Ciencias, llegó a serlo entre otras cosas por la interpretación crítica, rigurosa, detallada, precisa de los documentos que muestran los resultados de una investigación, incluidas las propias, esto no lo hizo al revisar la bibliografía acerca de infarto del miocardio y el horario de verano. No se sí Alcocer es muy creyente, pero si lo es debe saber que no existe tiempo de Dios, que Dios está presente en todo momento y en todo lugar; si no lo es, hace muy mal en meter a Dios en un argumento falaz.
Ni modo, de momento nos quedaremos sin gozar de las tardes largas y soleadas de junio, julio y agosto, aunque hubiera que levantarse una hora antes, aun de noche.
Es un capricho del presidente. Y no le digo “señor presidente” porque ha conseguido que le perdamos el respeto a la “investidura presidencial”