No es por presumir, pero nuestro país es el mayor epicentro turístico y de contagios en el mundo. Ni siquiera tuvimos que esperar al semáforo epidemiológico para alistar maletas y subirnos a la primera aventura; en medio de la tercera ola de contagios que suman 20 mil 685 casos de Covid-19 en menos de 24 horas, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) registró un aforo importante de vacacionistas en sus dos terminales con destinos nacionales e internacionales.
Sabemos que los viajes son el nuevo estilo de vida de las sociedades contemporáneas, en 2019, el mundo gastó cerca de 9 billones de dólares en turismo, según un estudio de la Organización Mundial del Turismo (OMT).
En México, el turismo es una actividad económica prioritaria, conforme a datos del INEGI, en 2018 contribuyó con el 8.7% del PIB. En 2019, México recibió 45 millones de visitantes internacionales, ocupando el sexto lugar en llegadas de turistas internacionales. En ese mismo año, la OMT posicionó a México en el lugar 17 por ingreso de divisas en todo el mundo con 24.6 millones de dólares. Adicionalmente, el sector turístico genera 4.4 millones de empleos directos.
Gran parte de estos ingresos provienen en su mayoría por las cadenas hoteleras y la organización de circuitos turísticos o los costos de aerotransporte. En este sentido, cabe reconocer que un gran porcentaje de la ventaja competitiva del turismo es producto de los costos sociales y -en su mayor parte- ambientales.
Las implicaciones sociales que el turismo puede provocar en la ecología del país son enormes, y sin embargo, sus estudios son muy pocos. Salvador Peniche, investigador del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guadalajara, asegura que el modus operandi de consumo que llevamos ha sobrepasado los límites de recursos naturales existentes, complicando su futura regeneración.
De acuerdo con el experto, el costo ambiental del turismo internacional en nuestro país se traduce en la destrucción del entorno natural, causado entre otros fenómenos, por la construcción de infraestructura en zonas sensibles, como manglares, selvas, áreas naturales protegidas; por las prácticas turísticas agresivas contra el medio ambiente, la explotación de los recursos hídricos locales, la generación de desechos y el sobreconsumo suntuario.
Turismo contaminante
A finales del mes pasado, turistas y locales levantaron numerosos reportes sobre un olor desagradable estancado en las costas de Cancún. No, no era el sargazo; el hedor era generado por más de 11 mil toneladas de basura estancada en la parte sur de Isla Mujeres, que además de afectar gravemente al ecosistema marino, reflejó un efecto negativo en lo económico por las cancelaciones de servicios y la degradación de imagen de los clubes y playas cercanos.
Aunque el crecimiento de la actividad se ha sustentado en el llamado modelo turístico convencional de “avión, hotel, playa”, el uso recreativo de las playas durante las vacaciones de verano y semana santa, es responsable de hasta el 80% de la basura marina que se acumula tanto en costas como en arrecifes.
Estos datos fueron revelados por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB). Michael Grelaud, investigador de este instituto, señala que de no tomar acciones podríamos enfrentar una pérdida ecológica sin precedentes.
“Este problema ambiental está amenazando la buena salud de los ecosistemas marinos y puede conducir a la pérdida de biodiversidad. También puede tener enormes impactos económicos para las comunidades costeras que dependen de los servicios ecosistémicos, al aumentar el gasto en limpieza de playas, salud pública o eliminación de desechos”.
En Quintana Roo, la generación de residuos es un problema en crecimiento y los sistemas de recolección actuales no son suficientes.
Las consecuencias del mal manejo de los residuos va más allá del deterioro estético, ecosistemas como el manglar, la laguna y la zona costera se ven gravemente afectadas por la contaminación; los residuos contribuyen a la propagación de gases tóxicos y de efecto invernadero que pueden dañar la salud de los arrecifes y cientos de especies marinas que habitan en la zona.
Entre las principales causas de generación de basura, los hábitos de consumo de desechables, la alta demografía y la irresponsabilidad ambiental por parte de las industrias, encabezan la lista.
De acuerdo con Benny Morán, Jefe de departamento de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos, el creciente turismo en el estado de Quintana Roo ha provocado un crecimiento demográfico que conlleva a una mayor generación de residuos por parte de cada habitante.
El 30% del total de los turistas que arriban al país es captado por el estado, lo que resulta en 1,800 toneladas diarias de residuos sólidos urbanos y de manejo especial, derivadas de sus actividades. Se estima que en Cancún se producen alrededor de 1.1 Kg de basura por habitante al día -en algunas zonas se dispara hasta 3.4 Kg-, siendo la media nacional 1Kg por habitante al día.
Océanos, los más peligrosos y vulnerables
Paola Gómez Priego, del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad de la UNAM, comentó que una gran apertura turística sin controles ambientales perjudican gravemente a los ecosistemas de la costa.
“Se trata de sistemas complejos”, explicó la investigadora, “muchas de las actividades asociadas al turismo se realizan en las costas. El hotelero busca vender lo más cercano a la playa, por eso destruye los manglares, los bancos de arena y los humedales costeros”.
Además de perder la diversidad ecológica, Gómez Priego señala que el inadecuado uso de estos sitios nos hace más vulnerables a los fenómenos naturales, pues ante la tormenta o el huracán -que año tras año su intensidad es cada vez mayor-, el entorno se encuentra desprotegido por elementos naturales ocasionando pérdidas tanto ambientales como humanas y económicas.
Datos de la Organización de Turismo del Caribe señalan que en 2018, se perdieron más de 1,000 millones de dólares (mdd) en ingresos por turismo después de que los huracanes Irma y María disuadieron a visitantes durante la temporada de tormentas más costosa jamás registrada, en tanto su recuperación, el costo se aproximó a los 6 mil millones de dólares.
El Consejo Mundial de Viajes y Turismo afirmó en un reporte divulgado en abril del mismo año, que los huracanes provocaron una caída estimada de 826,100 visitantes en el Caribe y que la recuperación podría demorar hasta cuatro años y costar 3,000 mdd a la región.
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
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