Somos: una serie digna de reflexión
Andrés A. Aguilera Martínez

Razones y Costumbres

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El poder y la influencia del crimen organizado han penetrado tan profundamente en las raíces de la sociedad que, desafortunadamente, ya forman parte de su cotidianidad y se han incrustado hasta en la formalidad…

Foto: Indie Hoy.
Foto: Indie Hoy.

Lectura: ( Palabras)

Durante este encierro obligado tuve la oportunidad de ver una miniserie sumamente interesante y, a la vez cruda, que lamentablemente muestra una realidad que azota a cientos de comunidades a lo largo y ancho del territorio nacional: el funesto control, fuerza, influencia y sometimiento que el crimen organizado tiene en la población mexicana.

En esta documentada serie se muestra la vida de las personas que viven en la comunidad de Allende, en Coahuila, días previos en los que se suscitara una de las más grotescas matanzas orquestadas por el crimen organizado, en contra de la población civil de esa comunidad, que era dominada por la temible organización criminal de Los Zetas. Datos más, datos menos, la realidad es que ahí se muestra cómo durante tres meses previos a los dramáticos hechos, existía una interrelación permanente de la sociedad con el grupo delincuencial, el cual tenía el control tanto de las fuerzas policíacas, las instalaciones gubernamentales e, incluso, información de las fuerzas de seguridad federales. Lo que desgraciadamente desembocó en una terrible matanza, todo para efecto de evitar ser reconocidos y capturados por la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).

Somos, en Allende, Coahuila
Foto: El Siglo de Torreón.

Se documentó cómo es que se establecían comercios pantalla para el trasiego de drogas y de personas; el uso de la intimidación y la extorsión como mecanismos para presionar a los dueños de terrenos colindantes con la frontera a vender o abandonar sus tierras y así apoderarse de pasos seguros hacia Estados Unidos; el sometimiento vía el cohecho y el amedrentamiento a las autoridades para volverse ramas ejecutoras del crimen organizado, al tiempo que los gobernantes no sólo brillaban por su ausencia, sino que también parecieran cómplices omisos de esos funestos grupos del crimen organizado.

Desgraciadamente la miniserie “Somos” es una muestra de lo que, todavía, viven un sinnúmero de comunidades a lo largo y ancho del territorio del país. El poder y la influencia del crimen organizado han penetrado tan profundamente en las raíces de la sociedad que, desafortunadamente, ya forman parte de su cotidianidad y se han incrustado hasta en la formalidad, que se acaban transformando en grandes lavadoras de dinero que viven y operan a favor de sus deleznables intereses.

Hoy más que nunca es necesario un gran pacto social en contra de la dominación de la población por parte de los grupos delincuenciales, ya no es posible tolerar esta situación ni pretender que esto no existe.

Hace falta no sólo una inquebrantable voluntad política, se requiere de verdadero patriotismo que acepte trabajar en pos de un retorno a la normalidad y al Estado de Derecho en el que los criminales sean perseguidos sin cuartel, sus ganancias ilegales incautadas y disminuidas, con lo que su poder de operación y sometimiento también se acotarán.

Es obligación de cualquier gobierno democráticamente electo hacer todo lo que esté a su alcance para lograr estos fines. No bastan los discursos triunfalistas, los señalamientos ni las denuncias. Es indispensable una acción de depuración institucional que abata la corrupción y la disminuya a su máxima expresión, para así cerrarle la puerta a delincuentes que pervierten la naturaleza del servicio público y lo convierten en mandaderos baratos, sumamente distantes del bien público.

@AndresAguileraM

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