Resultados de la COP26, sobre el Cambio Climático, celebrada en Glasgow
Gerardo Gil Valdivia

Pensar el futuro

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China e India mostraron resistencias a asumir enérgicos compromisos de reducción, lo cual es muy grave porque son los dos países más poblados de la Tierra, cada uno…

Imagen: Agropopular.
Imagen: Agropopular.

Lectura: ( Palabras)

Para Pepe Carral y Prudencio López, muy queridos amigos.

Concluyó la Cumbre de Glasgow, evento de enorme trascendencia para el presente y el futuro de la humanidad. En el contexto de la turbulencia política y económica internacional, así como del análisis y discusión de la problemática nacional están pasando relativamente desapercibidas las enormes consecuencias de los resultados de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático 2021, (COP26), realizada en Glasgow, Escocia.

El planeta vive en una emergencia climática, derivada de la progresiva destrucción de la naturaleza, la sobreexplotación de los recursos naturales, la afectación de los ecosistemas, el rebase de los nueve límites naturales del planeta y el cambio climático. Esta situación afecta a todos y a cada uno de los aspectos de la vida social y económica en todo el mundo.

Debe precisarse que la problemática derivada del cambio climático es expresión de este creciente y acelerado deterioro de la naturaleza. El resumen de lo acontecido en Glasgow lo expresó António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, quien enfatizó que hubo logros importantes pero insuficientes.

António Guterres
António Guterres (Foto: Voz de América).

Entre los acuerdos a los que se llegó en Glasgow destaca ratificar el compromiso de acelerar la acción climática para lograr que la temperatura global no aumente 1.5°C en el siglo XXI, medidos desde la época pre-industrial. Asimismo, si bien se trataron numerosos aspectos en materia de cambio climático, para Guterres quedó claro que ante la falta de acuerdos más contundentes había que pasar al “modo emergencia”, en esta materia. Entre otros acuerdos relevantes tomados en Glasgow, destacan poner fin a los subsidios a combustibles fósiles; establecer un precio al carbono; abandonar el carbón como fuente de energía y apoyar con 100 mil millones de dólares anualmente a países con economías emergentes y naciones pobres para el combate al cambio climático.

Otros aspectos que se acordaron son que los líderes de más de 120 países se comprometieron a detener la deforestación y a reorientar la tendencia para 2030; más de 40 países acordaron abandonar el carbón; casi 500 empresas de servicios financieros mundiales acordaron alinear 130 billones de dólares, alrededor del 40% de los activos financieros del mundo con los objetivos del Acuerdo de París. En un último momento de la Cumbre, Estados Unidos y China acordaron impulsar la cooperación climática durante las próximas décadas; más de 100 países acordaron poner fin a los motores de combustión interna (autos y camionetas) para 2035 y en el caso de los vehículos pesados para 2040.

En suma, la percepción de buena parte de la comunidad científica, de las organizaciones no gubernamentales en materia ambiental y de amplios sectores de la sociedad civil los resultados de Glasgow fueron claramente insuficientes para afrontar la magnitud de la problemática que estamos enfrentando. En Glasgow no se establecieron compromisos ni acuerdos claros y contundentes para limitar el aumento de la temperatura del planeta por debajo de los 1.5°C en el siglo XXI.

COP26-Cumbre de Glasgow
Foto: La Nación.

En el aspecto político, la Cumbre de Glasgow estuvo claramente marcada por el apoyo de los países de la Unión Europea y por el Reino Unido, país anfitrión, así como por el fuerte impulso que le dio el gobierno del presidente Biden de los Estados Unidos. Por otra parte, no asistieron los jefes de Estado y de gobierno de China y Rusia, entre otros. Si bien hay un consenso general, aunque muy vago aún, para limitar la Emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y de apoyar la transición energética hacia fuentes limpias, los compromisos de varios de los países que son grandes emisores de este tipo de gases, deja mucho que desear. China e India mostraron resistencias a asumir enérgicos compromisos de reducción, lo cual es muy grave porque son los dos países más poblados de la Tierra, cada uno de ellos con 1,400 millones de habitantes, que sumados son más de un tercio de la población mundial. Otros países como Arabia Saudita, Brasil y Australia también mostraron resistencias.

De igual forma, varios Estados nacionales con economías emergentes tienen la justa presión del desarrollo social, así como el vínculo con la problemática de los intereses políticos y económicos, con visión de corto plazo, relacionados al sector de los hidrocarburos y en algunos casos aún al carbón.

Ha habido una respuesta mucho más lúcida de los sectores privados, de las grandes medianas y pequeñas empresas de los países desarrollados, de la academia y de la sociedad civil.

Sin embargo, este problema no se reduce a un conflicto político, sino que se trata de un daño a la naturaleza que cada vez se agrava más. En materia de cambio climático no hay certeza de poder controlar el incremento de la temperatura media del planeta a menos de 1.5°C en el resto del siglo. De igual forma, estamos rebasando los 9 límites naturales del planeta, que insistentemente mencionamos en nuestras colaboraciones. Se trata de los aspectos que permiten la vida humana en el planeta Tierra. La acción humana los está dañando a un paso muy acelerado.

COP26-Cumbre de Glasgow
Imagen: El Ágora Diario.

Los insatisfactorios resultados de la Cumbre de Glasgow dejan claro que la comunidad internacional organizada entra en “modo emergencia”, como lo señaló el Secretario General de la ONU. Esto conlleva que los sectores científicos y tecnológicos deben esforzarse más en sus labores de difusión y divulgación. Se requiere una actividad mucho más enérgica de los sectores empresariales, de la sociedad civil y sobre todo de los jóvenes que serán los que padezcan los efectos del desastre que les estamos heredando.

La frustración al final de estas cumbres se va haciendo común y frecuente. La sociedad internacional ha recorrido un largo camino hasta Glasgow. En 1972 se efectuó la Primera Cumbre de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente en Estocolmo. Cabe referir que en ese año se publicó “Los límites del crecimiento”, el Informe del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) al Club de Roma. Fue el primer texto científico que puso en perspectiva buena parte de los problemas que comentamos.

En 1979 se celebró la Primera Cumbre Mundial sobre el Clima; en 1988 se creó el Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático (IPCC), el cual emitió su primer informe en 1990. En 1992 se celebró la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en Río de Janeiro. En 1997 se suscribió el protocolo de Kioto y en 2000 las Naciones Unidas aprobaron los Objetivos del Milenio. Cabe señalar que 2015 es un año con particular relevancia ya que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la Agenda 2030, los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible. En ese mismo año se suscribió el Acuerdo de París, que se consideró un parteaguas en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, en los siguientes años efectuar avances en la materia se ha tornado muy difícil. La problemática global y la consecución de los Objetivos del Desarrollo Sostenible se complicó con la aparición de la pandemia del COVID-19, la cual es una más de las frecuentes pandemias que se presentan y que están vinculadas con la contaminación creciente y la destrucción de los ecosistemas.

COP26-Cumbre de Glasgow
Foto: El Periódico.

Hace tres años el Club de Roma presentó a la comunidad internacional un plan de Emergencia Climática Global. Entre las medidas que destacan están: introducir indicadores de progreso económico que incluyan factores socio-ecológicos, de salud humana y bienestar para 2030; revolucionar la tributación del siglo XXI para incluir las externalidades ambientales y sociales; duplicar la capacidad eólica y solar cada cuatro años triplicando las inversiones anuales y destinar al menos el 1% del PIB a investigación, desarrollo e innovación de energías renovables, eficiencia energética y tecnologías bajas en carbono, incluido el hidrógeno verde para los sectores de altas emisiones antes de 2025; establecer un precio mínimo global para el carbono; cambiar a una economía circular y regenerativa. Se propuso también reducir a la mitad la huella de consumo y producción en las economías desarrolladas y emergentes; introducir las externalidades en la producción y el consumo insostenibles y con alto contenido de carbono mediante la regulación y los impuestos al consumo específicos para 2025; desarrollar para todos los países hojas de ruta nacionales y transnacionales que adopten indicadores económicos circulares de bajas emisiones de carbono y uso regenerativo de la tierra, reduciendo la huella ecológica, transformando los sectores de carbono en industrias positivas para la naturaleza hacia 2030.

En suma, los organismos y las instituciones internacionales, especialmente la ONU, la comunidad científica, los actores de la Cuarta Revolución Industrial, que se caracteriza por la Inteligencia Artificial, el Internet de las cosas, el BIG DATA, el sector empresarial, la sociedad civil y principalmente los jóvenes, debemos unirnos todos para salvar al planeta de su creciente destrucción. Debemos preservar la vida humana. Estamos en “modo de emergencia”.

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