El masoquismo, exhibicionismo, degradación, humillación, escatología, abuso físico y emocional, el chantaje lastimero recibieron un gran galardón: el Premio Princesa de Asturias de las Artes. ¿Cuáles artes premiaron? Las de la artista VIP Marina Abramovic por formar parte de la corriente del arte VIP, el más facilón de la actualidad. A partir de hoy es canon, si alguien decide darse de latigazos, que una multitud toquetee a una mujer desnuda, la hieran con espinas, y que ésta se marque con una navaja, no es un show porno, es arte de museo al que hay que dar becas y apoyos económicos, y si eso mismo lo hace una mujer en un antro es prostitución y sólo merece un pago miserable y los insultos del público.
“Artista valiente… obra de componente sensorial y espiritual anteriormente nunca conocida”, increíble, el jurado dice que ese masoquismo patológico es un componente espiritual, demostrando que el arte VIP se rige por el pensamiento mágico, que lo aleja de todo análisis intelectual y psiquiátrico. Abramovic ha hecho de la superchería, sus supuestas meditaciones, experiencias chamánicas, etcétera, un show snob de nulo contenido antropológico, perfecto para la credulidad obligada de críticos y académicos.
“Entrega al arte absoluto”, ¿cuál es ése? El performance es un divertimento burgués, carente de disciplina, conocimiento, talento, dominio de técnicas, sin lenguaje estético. El arte VIP con su falsa sobre intelectualización, hizo del performance, una actividad visceral ajena a cualquier tipo de esfuerzo intelectual, una salida de emergencia para personas incapaces de crear una obra, que soportan con argumentos que van desde los esotéricos hasta los políticos.
Visité su show en el MoMA, “The artist is present”, ella sentada durante horas con su vestido rojo, y sus performanceros desnudos en todas las salas del museo. La degradación a la que los sometió: colgados de paredes, sobre mesas, en el umbral de la puerta para que fueran tocados por el público, para el estilo VIP no es abuso sexual y psicológico, es arte.
Los performanceros y los artistas VIP deberían estar de fiesta y no es así, van a continuar son su lloradera de que nadie los entiende, y no aprecian sus “sacrificios”, como vomitar o dormir en una jaula.
El premio no demuestra que la violencia escatológica de Abramovic y el performance sean arte, el premio demuestra que el jurado forma parte de los intelectuales empecinados en imponer el estilo artístico VIP como la estética de nuestro tiempo, estigmatizando a la sociedad que busca apreciar arte realizado con inteligencia y talento, con verdadera sensibilidad. El ser humano tiene la capacidad de apreciar la belleza y también de destruirla. Eso es lo que estamos padeciendo, y es lo que premió el jurado, además de su personal morbosidad y su urgencia de sentirse vanguardistas.