México Tank; cementerio de buenas ideas
Mauricio Jalife

Encerrado en un Círculo

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Dejar a un emprendedor como única alternativa a la suerte de que un grupo de inversionistas califique su proyecto en una serie de televisión como “ganador”, es frustrante. Como sociedad, le estamos dando la espalda a miles de inventores y emprendedores..

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La degradación que hemos sufrido en diversos rankings internacionales de competitividad, innovación y clima de negocios, tan ignorada por el gobierno federal, no es más que un indicador del acumulado de una serie de decisiones que a lo largo de estos 30 meses se han adoptado como política pública. Per se, estar abajo o arriba en una clasificación de este tipo sería irrelevante, de no ser por la influencia que ejerce en las decisiones de inversión y, desde luego, por reflejar fielmente lo que en el día a día acontece en el terreno de la innovación y el emprendimiento en México. 

Déjeme construir el contexto a través de platicarle experiencias cotidianas en la asesoría de inventores y emprendedores que buscan alternativas para hacer crecer sus proyectos que, por cierto, suelen contener todos los elementos para convertirse en empresas exitosas, muchas veces, en contextos más amplios que los confines de nuestro país.

Algunos de los inventores que trabajan en forma aislada en proyectos específicos, suelen llegar a una tecnología “comercialmente viable” luego de muchos años de dedicación completa a su desarrollo, y habiendo invertido buena parte de sus recursos en el proyecto. Lamentablemente, para que una empresa se interese en la propuesta e invierta en su puesta a punto, suele existir un largo tramo en el que se requieren recursos y asesoría especializada, desde la promoción de patentes con alcances internacionales hasta las necesarias pruebas y certificaciones, pasando por la manufactura de prototipos.   

emprendedores en México
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Ése es precisamente el espacio que en el pasado cubrían diversos fondos e infraestructura del aparato gubernamental, no necesariamente en la forma más eficiente pero al menos el tablero estaba completo y era sólo cuestión de medición y mejora. En los últimos tiempos, en una mirada que va más allá de este sexenio, se han borrado del mapa piezas tan relevantes como las oficinas de transferencia de tecnología, Proméxico, recortes en el Sistema Nacional de Investigadores, servicios claves de financiamiento de Conacyt y Bancomext y diversos fondos disponibles sectorizados por Secretarías, entre muchos recursos más.

Otros intermediarios útiles en el ecosistema de innovación, como son las incubadoras y las aceleradoras, han visto decrecer su participación al haberles cortado suministros de recursos que les permiten operar los servicios esenciales. En este escenario, los emprendedores mexicanos encuentran las puertas cerradas.

En el caso de los emprendedores, el denominado Fondo Nacional Emprendedor no ha logrado la necesaria visibilidad y aparentemente se opone a recibir proyectos de determinadas orientaciones, como lo son los miles de proyectos de base digital que los jóvenes mexicanos están desarrollando. Sin esos apoyos, la semilla de múltiples empresas se queda en pausa, en espera de los indispensables recursos que los detonen. Si la selectividad de proyectos obedece a razones ideológicas es discriminación y es un error; si la selectividad obedece a falta de recursos es miopía y es un error aún más grave.

Muchos de los proyectos que conocemos, no buscan sólo dinero. La mayor parte, de hecho, lo que pide es ser arropado en un sistema que pueda aportar la asesoría que hace falta para diseñar estrategias, conocer el mercado, resolver problemas de logística y atacar las diversas aristas que cualquier propuesta empresarial encuentra en un mundo brutalmente competitivo.

empresas, emprendimiento
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La pregunta que subyace a las decisiones de desmontar la infraestructura de apoyo empresarial es simple: ¿existe alguna otra forma de generar riqueza que no sean las empresas que desarrollan productos y servicios valiosos para la sociedad?

Los beneficios que aporta toda empresa en los diversos giros y tamaños se traduce, en lo primario, en empleos y pago de impuestos; en una segunda fase, fomentan la construcción de activos intelectuales que permiten escalar su propuesta rompiendo barreras nacionales.

Por estos motivos, dejar a un emprendedor como única alternativa a la suerte de que un grupo de inversionistas califique su proyecto en una serie de televisión como “ganador”, es frustrante. Como sociedad, le estamos dando la espalda a miles de inventores y emprendedores que buscan una oportunidad para convertir sus buenas ideas en éxitos empresariales, y nos estamos privando de las valiosas recompensas que de ello derivan. 

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