Para nadie debe resultar sorpresivo decir que, en buena medida, parte del éxito para llegar a donde llegó Adolfo Hitler, se lo debe a su ministro de propaganda, el doctor Paul Joseph Goebbels – quien, por cierto, cuenta con más de 1.1 millones de entradas en el buscador de Google–.
Es, al menos para mí, al revisar muchas fuentes para hacer este artículo, sorpresivo que haya inconsistencias hasta en la fecha de nacimiento de Goebbels; quizás en algún momento alguien cometió un error de dedo y desde ahí muchos han seguido con el mismo, así que Goebbels nació el 19 o el 29 de octubre de 1897, y murió –aquí todos están de acuerdo– el 1º de mayo de 1945. Otra inconsistencia es el título de su ministerio; me encontré con seis diferentes, entre los cuales: Ilustración pública y propaganda, propaganda e información, propaganda (sin información o ilustración).
A pesar de que Hitler es “famoso” por sus temas bélicos y atrocidades, en realidad su número dos, la persona más cercana a él, fue Goebbels y su familia, es decir, su esposa Johanna Magda Maria Magdalena Ritschel (1901-1945), para todos los efectos, Magda Goebbels y sus seis hijos, cinco mujeres y un varón, y no su ministro de guerra, de la marina o de la aviación.

Foto: Mujeres en la Historia. Joseph Goebbels y su esposa Magda (Foto: Wikipedia).
Goebbels fue doctor en filología (“ciencia que estudia los textos escritos y, en ellos, la estructura y la evolución de una lengua y su desarrollo histórico y literario, así como la literatura y la cultura del pueblo o grupo de pueblos que los han producido”) germánica por la Universidad de Heidelberg. Desde donde ya se le conocía y reconocía como un gran orador, pero no tan buen escritor –profesión a la que quería dedicarse–. ¿Se imaginan cómo habría cambiado el mundo si Goebbels hubiera sido escritor y Hitler pintor?
Termino con la parte bibliográfica de Goebbels –que, por cierto, les recomiendo profundizar en ella porque sí era todo un personaje, al igual que su esposa Magda– diciendo que su familia era reconocida y publicitada por el propio Hitler como la familia ejemplar aria. Y Hitler, al no tener pareja –en un primer momento–, fue Magda Goebbels quien hizo muchas de las funciones que típicamente haría la primera dama o esposa de un presidente.
A pesar de los salvoconductos que se sabe que Hitler le ofreció a Goebbels y a ella, juntos y separados, para huir de Alemania, ellos decidieron quedarse; y después de que Hitler se suicidará el 30 de abril, ellos asesinaron a sus seis hijos –todos con nombres que empiezan con la letra “H”: Helga, Hildegard, Hedwig, Holdine, Heidrun y Helmut; se dice que en honor a Hitler– y luego se suicidaron.

Luego de esta larga –aunque espero que interesante introducción–, explico a continuación “los once principios de la comunicación” de Goebbels porque estoy viendo, con inmensa preocupación, cómo en muchos países donde somos gobernados por presidentes o primeros ministros populistas, estos principios se aplican todos los días y provocan lo que en su momento generó la Alemania nazi hacia el interior de esa nación y hacia afuera de ella.
Principio de simplificación o enemigo único. La idea central de este principio es adoptar a un enemigo real o inventado único. Un símbolo para atacar e individualizar al enemigo o adversario. Este principio obviamente no lo inventó Goebbels, pero él lo utilizó hasta el cansancio contra los judíos como los enemigos, como lo hace el presidente López Obrador contra los “neoliberales” o “fifís”, o el nombre ocurrente que utilice en su mañanera. De igual manera lo hizo Fidel Castro contra el “imperialismo yanqui” y que hoy lo sigue utilizando el dictador Díaz-Canel o Maduro en Venezuela y que Chávez utilizó hasta el cansancio –también lo usaron los otomanos contra los armenios–.
Principio del método de contagio. El asunto es agrupar a los enemigos en un solo grupo. Reunir a los adversarios en una sola categoría, o mejor aún, personificarlos en una sola persona. Todos los que no estén con nosotros, son nuestros enemigos. ¿Les gusta Calderón como ejemplo? Y qué decir en Venezuela, o lo que está pasando actualmente en Nicaragua, donde la pareja presidencial Ortega-Murillo quieren acabar a como dé lugar con cualquier posible candidata o candidato a la presidencia de esa nación centroamericana.

Principio de la transposición. Atribuir todos los males que suceden, inclusive los errores propios, a los adversarios. Responder con el ataque o atacar mañana, tarde y noche de los males que pasan por culpa de los enemigos o del pasado. Incluso se dice que, si no puedes negar las malas noticias, inventa o genera otras para que todo mundo se distraiga. Por ejemplo, la venta de boletos (cachitos) de la Lotería Nacional para sortear un palco en el Estadio Azteca y otras cosas será un gran fracaso. Hoy me dijo una persona ligada a la institución, “apuesto 1000 a 1 que el viernes habrá un ataque”, una noticia inventada para decir que no fue un fracaso.
Principio de exageración o desfiguración. Se trata de convertir cualquier cosa, una anécdota inclusive, en algo grave, en una gran amenaza.
Principio de la vulgarización. Se parte de la idea de que las masas o “el pueblo” no entenderá mensajes complicados, así que hay que simplificarles el mensaje. Usar sus propias expresiones o palabras. Utilizar frases pegajosas, como de canción que repite el mismo coro una y otra vez. La propaganda debe ser popular y debe adaptarse a los individuos menos preparados. Al pueblo se le olvidan las cosas con facilidad.
Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y conceptos; hay que repetirlos muchas veces y cada vez que se pueda “los pobres primero”, la austeridad. Hacer las cosas es otro tema, hay que decirlo. Hay que presentar las mismas ideas de muy diversas formas para asegurarse de que todo mundo las ha entendido. De ahí la famosa cita de Goebbels: “si una mentira se repite suficientes veces, se convertirá en verdad”.
Principio de renovación. Hay que tener nuevos argumentos y emitir informaciones para fortalecer los conceptos o ideas centrales.

Principio de la verosimilitud. Es muy importante construir argumentos desde distintos medios o fuentes (los ejércitos de bots que se usan hoy en las redes sociales), utilizando “globos sonda” o informaciones fragmentadas. ¿Qué se busca con esto? Que lo que dijo el líder o el gobierno sea apoyado por múltiples fuentes. Que sea creíble porque mucha gente dice que sí es cierto o que es bueno.
Principio de silenciación. Buscar la manera de callar las noticias o las voces que critican al líder o al gobierno en turno. Evitar que se divulguen noticias o imágenes que afecten al líder o gobierno. Usar medios de comunicación afines para que divulguen otras noticias en los mejores espacios y que las notas incómodas queden perdidas en medio de la nada.
Principio de la transfusión. Se busca que el colectivo, que la mayor parte de la población a la que se dirige el gobierno o el(la) líder, piense en las mismas ideas, en la mitología o creencia nacional, que la gente saque sus complejos, odios y perjuicios; que piense y actué de forma primitiva. Un discurso como el de Trump, el pasado 6 de enero, hizo que sus seguidores atacaran el Capitolio. ¿Se acuerdan?
Principio de unanimidad. Hacer creer que “todo mundo” piensa igual, creando una falsa idea de unanimidad.
¿Cuántos de estos principios está usando su presidente, su primer ministro, su gobernador, su presidente municipal? Es tiempo que tomemos conciencia de lo que escuchamos, de lo que leemos, de lo que vemos; y sí dudar y cuestionar mucho más.
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Excelente y preocupante análisis Octavio