Llueve
Luis Wertman

Construcción Ciudadana

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Autorregularnos es un camino para volvernos una sociedad enfocada en atender las necesidades que se presentan en los centros urbanos donde decidimos concentrarnos.

Lectura: ( Palabras)

En el campo la lluvia es una señal de buena fortuna, por eso se le celebra y se hace todo lo necesario para aprovechar la mayor cantidad de agua que cae del cielo para reabastecer y se le cuida como lo que es: el elemento indispensable para que la tierra produzca.

En muchos centros urbanos la percibimos diferente; pensamos que entorpece nuestro tránsito y complica la circulación de los automóviles, del transporte público, lo que nos causará retrasos para llevar a cabo las actividades que tenemos programadas. En esa idea, la lluvia frena y atonta, aunque no sea cierto. Por eso no consideramos que sea agua que debamos cuidar y, menos, almacenar.

Ese ha sido el error de la mayoría de nuestras ciudades, no desarrollar una cultura de aprovechamiento del líquido que nos regala la naturaleza para reducir la escasez que se mantiene el resto del año, más en temporada de secas, y con periodos anuales con una temperatura cada vez más elevada.

Tampoco asumimos hábitos que permitan disminuir el consumo privado, obligación de cualquier sociedad inteligente, cuando nos bañamos, lavamos los dientes, nos rasuramos o preparamos alimentos en la cocina, entre otras actividades que emplean agua.

Pareciera que, en cuanto cae la primera llovizna, olvidamos los meses de calor y empezamos a protegernos de una auténtica bendición, solo porque se interpone en nuestros planes inmediatos. Pasamos de lo seco a lo inundado como si fuera un destino irreversible que impone la naturaleza sin tomarse la molestia de consultarnos. Un día no hay agua y al otro estamos sobrepasados por ella sin que hagamos nada al respecto.

Tal vez olvidamos que la sequía en el noroeste del país lleva casi una década y la temporada de lluvia se retrasa anualmente. Este efecto del cambio climático ha puesto contra la pared a estados del otro lado de la frontera como California, que ha tenido que iniciar un inédito programa de racionamiento que cumple varios meses ante la falta de precipitaciones. No es el único, Utah y Oregon están atravesando por problemas similares de secas e incendios provocados por la falta de humedad.

El caso más reciente en México es la icónica capital de Nuevo León, Monterrey. Más allá de la noticia, deseo concentrarme en el papel de la organización ciudadana para prevenir la falta de agua y con ello ayudar a contar con reservas que se empleen justo en el momento en que hacen falta.

lluvia y escasez de agua

Igual que en cualquier gran urbe, la riqueza que puede concentrar no sirve de mucho sin este líquido vital; tenerla es un derecho que debe ampliarse a la mayoría, pero a nosotros –los ciudadanos– nos corresponde cuidarla por todos los medios posibles.

Durante muchos años se han diseñado diferentes campañas para tomar conciencia de lo obvio: sin agua no hay futuro posible. Cambiar nuestra percepción respecto de la cantidad que recibimos es un paso necesario para que no nos falte y todos seamos corresponsables de su protección; porque el agua no se ahorra, se cuida, precisamente por su posibilidad de escasear en cualquier momento.

Recientemente las autoridades de la Ciudad de México y del Estado de México acordaron varias medidas para que la infraestructura hidráulica permita que muchos municipios que no tienen puedan contar con el servicio y que además se cuide el abasto, incluyendo el aprovechamiento de la lluvia. Eso les toca a los gobiernos y es una buena noticia; sin embargo, hay mucho que podemos hacer del lado de la ciudadanía.

Comparto algunas sugerencias para lograrlo. La siguiente ocasión que tomemos un baño hagamos el propósito de que no dure más de 5 minutos. ¿Cómo? Cerrando la llave mientras nos enjabonamos el cuerpo completamente y abrimos para enjuagarnos en una sola vez. Adicional a ello, tengamos una cubeta para recuperar el agua que de otra manera se pierde mientras alcanza temperatura. Ese líquido servirá para baños, limpieza general y aseo personal.

En ese mismo sentido, al lavarnos los dientes tres veces al día debemos usar solamente un vaso con agua y nunca dejar abierto el grifo, igual que para rasurarse, maquillarse o cualquier otro aspecto que involucra usar este líquido. Regar jardines, macetas y otras áreas verdes tiene que hacerse temprano o por la noche; de lavar un auto a manguerazos, mejor ni hablar, está prohibido y debemos condenarlo socialmente y hasta denunciarlo.

Reportar fugas y arreglar las que pudieran existir en nuestro domicilio deben convertirse en prácticas comunes, si nosotros vigilamos que se haga un buen cuidado del agua no es necesario que ninguna autoridad presione para que ocurra. Es un beneficio común poder abrir la llave y contar con un servicio que es indispensable.

Autorregularnos es un camino para volvernos una sociedad consciente, solidaria y enfocada en atender las necesidades que se presentan en los centros urbanos donde decidimos concentrarnos. Hemos contribuido al cambio del clima, con resultados graves para la supervivencia de nuestra especie, pero estamos a tiempo de hacer lo contrario y revertirlo para bien.

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