Hoy escuchamos con mucho mayor frecuencia el clamor de personas en ciertas colonias de nuestra ciudad, o en ciudades enteras o en regiones de nuestro país o del planeta, reclamando un acceso adecuado al líquido vital, el agua. Quizá en México en estos últimos meses, la ciudad de Monterrey ha salido a la luz pública por la falta grave del preciado líquido, que sin duda pone de manifiesto un problema de grandes alcances y del que se habla poco y quizá aún peor del que parece no estamos tomando las decisiones adecuadas para resolverlo.
México hoy está considerado como un país con estrés hídrico, ya que presenta niveles de disponibilidad de agua de 3,620 M3/Hab/año [1], lo que lo ubica por debajo del rango de 5,000 m3/Hab/año que lo pondría en una situación de disponibilidad media. El problema reside adicionalmente en que el promedio esconde la problemática regional ya que en México tenemos un país semidesértico en el norte y selvático en el sur, lo que crea disparidades muy importantes; en el sur de México llueve 10x más que en el norte del país, de ahí que las regiones hídricas del país presentan condiciones muy distintas como se muestra en esta tabla.
Con esta información podemos ver que cerca del 77% de la población en México, y donde se genera el 84% del producto interno bruto, residen en zonas geográficas semidesérticas (Norte y centro del país) con muy baja disponibilidad hídrica, lo cual sin duda pone en riesgo el desarrollo de estos polos tan relevantes.
En México no deja de sorprender que casi el 75% del consumo del agua ocurre en la agricultura y sólo 10% en la industria y electricidad[2] y 15% en consumo o abasto público. México es el 4º. país a nivel mundial en extracción de agua y el 7º. en utilización de esta para uso agrícola, datos que contrastan con un país como Francia con estrés hídrico semejante, pero que extrae solo 1/3 de lo que México extrae del subsuelo.
Es plausible ver que en todos los países del mundo se estén tomando medidas para lidiar con el problema del agua y México no debiera ser la excepción. La respuesta ante este gran problema tiene muchas aristas, ya que sabemos que el hombre poco puede incidir sobre el nivel de precipitaciones pluviales, ni sobre la evaporación de esta, pero si puede tomar medidas tendientes a reducir su uso y mejorar su reutilización. Lo anterior debe ir acompañado de programas de inversión relevantes en infraestructura, para mejorar su captación, almacenamiento, distribución, tratamiento, así como inversiones tecnológicas y educación para reducir su consumo, en especial en el sector agrícola.
En alguna ocasión le pregunte a alguien muy conocedor del sector infraestructura porque los gobiernos invertían poco en obras de agua y me dijo “porque no se ven”, es decir es más vistoso inaugurar un puente, una carretera o un aeropuerto que una red de distribución, un acueducto o una planta de tratamiento de agua.
¿Existe consciencia en nuestra clase política sobre el problema?
Revisé un documento que surgió de un evento organizado por la comisión de Medio ambiente, y recursos naturales del Congreso, junto con Instituto Belisario Domínguez y Ocean Fund, sobre el panorama del agua en México 2019-2024. En el mismo, se presentan una serie de discursos de políticos, académicos y expertos en el tema, administradores de la Comisión Nacional del Agua (“Conagua”) y algunos organismos operadores estatales o municipales entre otros. Si pudiera resumir varios de los temas ahí discutidos pareciera que si existe un consenso sobre la urgencia de actuar en México en pro del agua en varios frentes:
- ● Ordenamientos jurídicos- modificar Ley de aguas nacionales para modernizarla, favorecer trabajo intersecretarial entre niveles de gobierno federal y local, entre otros
- ● Fortalecer y profesionalizar órganos operadores de sistemas de agua estatales y municipales
- ● Mejorar proceso de asignación de concesiones de agua
- ● Revisar acuerdos internacionales sobre aguas fronterizas
- ● Política sobre “Fracking” al ser una actividad que requiere cantidades importantes de agua
- ● Oportunidades sobre gestión del agua a nivel comunitario
Aunque me da gusto saber que el tema no pasa desapercibido a nuestros políticos, si me preocupa la lentitud en la toma de decisiones relevantes y de ahí pasar a la activación de planes concretos y asignar presupuestos de inversión suficientes, lo cual no es evidente.
¿Pero si es un tema tan relevante, se está invirtiendo lo suficiente?
Veo con preocupación que el presupuesto asignado a la Conagua ha bajado 50% en los últimos 10 años, pasando en 2012 de MXN$ 62,157 millones a MXN$32,000 millones en 2018 para quedarse en casi el mismo nivel para 2022. Estos presupuestos palidecen cuando se les compara con el asignado a los llamados proyectos prioritarios, que sólo en 2022 recibirán: Felipe Ángeles MXN$ 11,031 millones, Dos bocas MXN$ 45,000 millones y tren maya MXN$ 62,942[3] millones.
Estoy convencido que en México este tema debiera ser considerado de “Seguridad Nacional”, ya que no imagino el desarrollo armónico de México en los ramos industriales, agrícolas, comerciales, de turismo etc. sin un cambio radical en la manera en que asignamos la inversión y el presupuesto para las entidades responsables de gestionar el preciado líquido tanto a nivel federal como local. Hay que darle mayor autonomía y fortalecer a los órganos municipales que administran el agua para asegurar sean superavitarios y puedan invertir en infraestructura que elimine pérdidas y permita operar las plantas de tratamiento de agua, que me dicen en muchos de los casos no operan por falta de presupuesto.
¿Y qué medidas pueden tomarse del lado del consumo?
El sentido común nos diría que, en cuanto a esfuerzos en reducción del consumo, habría que comenzar por aquellas actividades donde el uso es mayor, y donde los ahorros pueden darse con mayor rapidez, y esto empieza por el sector agrícola. En muchos países del orbe, se están tomando medidas para reducir el consumo de agua relacionado con la producción de alimentos, a través de:
- Reducir la pérdida y desperdicio de alimentos. – Los alimentos que se estropean o echan a perder nunca llegan al mercado y esto puede representar una parte sustancial de la producción y del consumo de agua.
- Cambiar las dietas del ser humano. – Este es un cambio personal muy efectivo ya que como sabemos hay alimentos que para producirse requieren mucha agua, de ahí que el modificar nuestra dieta puede hacer mucha diferencia. (Como ejemplo para producir una libra de carne se requieren 7,000 litros de agua, mientras que el pollo requiere 2,000 litros, menos de la tercera parte).
- Invertir en soluciones basadas en la naturaleza. – en muchos lugares las malas prácticas de gestión y el cambio climático, han causado la degradación del suelo por sequia o deforestación. La “Agroforestry” propone incorporar árboles en granjas y pastos de tal suerte que ayuda a la conservación del suelo y retención del agua.
- Elegir los cultivos más apropiados para las condiciones del terreno disponible en cada zona.
- Usar las mejores tecnologías. – Hoy en día gracias a la tecnología es posible mejorar el rendimiento de los cultivos y reducir el uso del agua, mediante acceso a semillas mejoradas, asi como usando sistemas de riego por goteo o aspersión, utilizando data sobre humedad y precipitaciones, que ofrecen ahorros muy significativos vs técnicas de inundación, que aún siguen utilizándose en muchas regiones.
Asimismo, hay que seguir buscando ahorros en el uso y reutilización de agua para sectores industriales y de generación de electricidad. Del lado del consumo humano, sin duda hay mucho que hacer a nivel de educación sobre el uso del agua, ya que el mexicano promedio utiliza 328 litros diarios, y solo como referencia en Alemania actualmente están buscando que el consumo humano baje a solo 120 litros diarios. Quizá sea necesario que los precios del agua reflejen sus costos y exista un precio muy alto a partir de un nivel razonable para consumo humano, buscando desincentivar el derroche.
En México este problema es una realidad que ya nos alcanzó y el tamaño de la solución debe ser mayor al problema; ya que se pone en riesgo nuestro desarrollo futuro. Considero que en las próximas campañas presidenciales debemos exigir a los candidatos propuestas concretas sobre este asunto de “Seguridad Nacional”, ya que como se dice popularmente “el agua es vida”.
Notas:
[1] Presupuesto de Egresos 2022- Secretaria de Hacienda
[2] REPDA 2018, no incluye generación hidroeléctrica
[3] Comisión Nacional del Agua, 2018
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