La ubicación geográfica de nuestro país es privilegiada, por un lado, el Trópico de Cáncer lo atraviesa en su parte media; por el otro, sus litorales están bañados por dos vertientes oceánicas: el Océano Pacífico y el Atlántico.
La orografía de la zona terrestre contribuye a la gran variedad de climas presentes en el territorio mexicano.
Los lagos, lagunas y corrientes subterráneas son factores que influyen de manera importante en la cuantiosa diversidad de ecosistemas que hay en el país.

En México existen bosques tropicales de exuberante verdor y matorrales de tenue colorido, zonas desérticas, dunas costeras, manglares, playas de arena y también rocosas, selvas húmedas y secas, arrecifes de coral, ríos y lagos, entre otros tipos de ecosistema.
La preocupación por la protección de las áreas naturales de nuestro país no es asunto reciente. En 1876, durante la administración del presidente Porfirio Díaz, se designó al Desierto de los Leones como Área Natural Protegida.
El 27 de noviembre de 1917, el presidente Venustiano Carranza le otorgó el título de Parque Nacional Desierto de los Leones.

Durante la gestión de Lázaro Cárdenas se estableció el Sistema Nacional de Reservas Forestales y Parques Nacionales; y fue durante su sexenio cuando se decretó el mayor numero de Parques Nacionales.
Con el paso de los años se introdujeron modificaciones a la Constitución en materia ambiental; se instituyó como deber del Estado, la preservación y restauración del equilibrio ecológico y la protección del medio ambiente.
La SEMARNAT (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales) es la encargada de fomentar, consolidar y aprovechar todos los esfuerzos, tanto individuales como colectivos de instituciones y empresas a favor de la investigación en materia ambiental.

La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) forma parte de la SEMARNAT y garantiza hoy la sustentabilidad y protección de 182 áreas de carácter federal, que comprenden 90,830,963 hectáreas, y además apoya 366 Áreas destinadas voluntariamente a la conservación con una superficie de 596,065.34 hectáreas.
Las Áreas Naturales Protegidas Decretadas son el instrumento de política ambiental con mayor fuerza jurídica para la conservación de dichos espacios, y está a cargo de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas.
Un Área Protegida o Área Natural Protegida (ANP) recibe esta designación porque se ha determinado que contiene valores naturales, culturales o sociales que le son propios. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) las definió en 2018 de la siguiente manera:
“Un espacio geográfico claramente definido, reconocido, dedicado y gestionado, mediante medios legales u otro tipo de medios eficaces, para conseguir la conservación a largo plazo de la naturaleza, de sus servicios ecosistémicos y de sus valores culturales asociados”.


Las ANP se designan a través de una declaratoria presidencial, en apego a la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección del Ambiente.
El recorrido para lograr la designación de una ANP es largo y complejo. Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) juegan un papel primordial en el cometido, ya que es de la sociedad civil, de donde infaliblemente emerge la convicción de salvaguardar un área determinada. Las ONG se avocan a iniciar el proceso que, desde el inicio, requiere de un compromiso acérrimo, investigación exhaustiva y, por supuesto, recursos.
En el trayecto se debe contar con una propuesta avalada por la SEMARNAT, que resulte de los estudios pertinentes; estos deben ser puestos a disposición de la población y los gobiernos locales, de las dependencias de la administración pública cuya competencia lo requiera, las organizaciones sociales, los pueblos indígenas, las universidades, centros de investigación y personas interesadas.

Lo anterior es en el entendido de que se podrán otorgar concesiones, permisos o autorizaciones a los propietarios y a las organizaciones, sean públicas o privadas, pueblos indígenas o personas interesadas, siempre y cuando no se alteren las condiciones necesarias para la preservación de los ecosistemas.
Es por demás evidente, que las ANP se designan, con la finalidad de vigilar que el aprovechamiento de los recursos se lleve a cabo de manera sustentable, preservando la flora y la fauna particulares del sistema, promoviendo la investigación y el estudio del hábitat. Con estricto apego a los usos, costumbres y tradiciones de los pobladores del sitio y estimulando el desarrollo económico de los mismos.


Es relevante reiterar que las ANP son responsabilidad del gobierno federal. Le corresponde a la administración del Estado la asignación del presupuesto necesario para asegurar la participación de personal capacitado, científicos y expertos a cargo de cumplir con las metas establecidas.
Las ANP son un tesoro de los mexicanos que se han ido construyendo durante más de 100 años. Sin embargo, aún quedan pendientes numerosas áreas de vital importancia que, a pesar de haber sido promovidas durante muchos años, no se ha logrado su designación; en definitiva, falta mucho trabajo por hacer y el tiempo apremia.