¿Se puede creer en las encuestas electorales después de tantas pifias?
No cabe duda de que las encuestas pueden ser un buen vehículo cuando se diseñan, ejecutan y se utilizan profesionalmente. Sin embargo, en la mayoría de los casos, cuando se atiende el tema electoral, no han demostrado ser tan eficientes. Realmente han dejado de ser un muestreo de posibilidades para convertirse en un arma de guerra.
Lo primero que podemos observar es que las encuestas funcionan de forma distinta para lo que llamamos el círculo rojo y el círculo verde. En el círculo rojo, que representan entre el 10 y el 15% de las personas que leen, hacen juicios fundamentados, están enterados de la situación actual, no creen los chismes en las redes sociales y detectan fácilmente las “fake news”; entienden que el resultado de una encuesta ayuda a la percepción, mas no determina la realidad. A su vez se dan cuenta de que, en su mayoría, las encuestas son diseñadas bajo un interés por apoyar a algún candidato, gobernante o partido político.
El círculo verde, por el contrario, que representa al otro 85-90% de las personas, ven las encuestas sin entender bien lo que sucede y las interpretan desde los conceptos colectivos del “chisme político”. Esta información la reciben a través de las redes sociales, televisión y conversaciones entre familiares y amigos. Al final, cerca de la mitad de este círculo verde, toma como veraz la encuesta que representa lo que ellos creen que puede ser la verdad, de acuerdo al poco entendimiento de la situación real. Al resto (dentro de este círculo verde) no les ponen atención ya sea porque no le entienden o no les interesa.
Hoy tenemos encuestas electorales por todo México que se contradicen unas a otras. Por ejemplo, en Nuevo León que es un estado en la mira de todo el país para las elecciones de gobernador 2021, se comparten públicamente cerca de 8 encuestas con diferentes datos. Todas ellas utilizadas públicamente por quien se favorece en su momento para mostrar que van como punteros o que se van acercando al primer lugar.
Si recordamos la última elección de gobernador en Nuevo León, la mayoría de las encuestas apuntaban lejos del resultado final. El carisma del Bronco y poner su discurso “de calle” por el momento de enojo y rechazo que se vivía del gobierno en turno, terminó sepultando a las encuestas. Hoy es un momento diferente donde se enfrenta a un electorado en medio de la incertidumbre y el hartazgo, por lo que se requiere mucho más que “carisma” para ganar la elección.
La moda de usar las encuestas como un arma de guerra nació por la falta de liderazgos públicos. Ante una ausencia de liderazgo, no queda más que atacar al enemigo o mentir acerca de los números que indican su preferencia para no quedar fuera de la jugada de la percepción. Un verdadero líder crece y aventaja sin necesidad de esta herramienta. Su mejor estandarte es un propósito colectivo que lo represente coherentemente. El líder conecta con la gente naturalmente, en cambio el candidato únicamente vende y se esfuerza por convencer. Si un candidato no tiene credibilidad, por más encuesta ganadora que comparta, no será creíble. Al final, el centro de todo termina siendo el candidato.
¿Qué pasa con el voto útil? ¿Con qué encuesta será creíble basarse si hay tantas opciones con diferentes resultados? ¿Qué herramienta deben utilizar entonces los candidatos para crear sinergia de voto a su favor? Cuando se tienen a varios candidatos que se perciben cercanos a las posibilidades de ganar, la oportunidad de diferenciarse está en su liderazgo y conexión con la ciudadanía. Esto requiere coherencia, cercanía y credibilidad.
Las encuestas electorales tendrán la “vida” que le den todas aquellas personas que las compartan y crean en ellas. No es un tema de calificar las prácticas del uso de las encuestas como buenas o malas. La oportunidad está en observar que es la conciencia ciudadana la que puede abrir una mejor posibilidad para decidir el voto.
Estamos aún frente a un camino largo para llegar a una nueva consciencia colectiva en nuestro país. Sin embargo, el cambio de unos pocos hoy puede impactar el resultado de las elecciones próximas. El mayor reto que enfrenta México en las elecciones 2021 es la ausencia de liderazgos públicos que le dan entrada a la compra de votos, guerra sucia y encuestas a la medida. ¿Basarás tu voto en el chisme político o en la coherencia de los candidatos?
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