La telenovela nacional (desenlace)
Juan Patricio Lombera

El viento del Este

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Sánchez ha conseguido su objetivo inmediato la investidura, pero ¿cuánto le durará la alegría?

Lectura: ( Palabras)

Finalmente, Sánchez ha conseguido su objetivo de perpetuarse cuatro años más en el poder. Para ello ha tenido que vender su alma al diablo encarnado en la figura de Puigdemont. Estas entrega se resume, en la famosa ley de amnistía de legalidad harto dudosa. Además, ha acordado una revisión de la situación fiscal de Cataluña todo esto verificado por una suerte de mediador internacional. Por otra parte, en su negociación con Esquerra Republicana pactó la condonación de 15000 millones de euros de la deuda de Cataluña con el Estado y la cesión de la gestión los trenes de cercanías (rodalies) a dicha Comunidad Autónoma. Por su parte, el Partido Nacionalista Vasco ha conseguido la promesa de que todas las competencias que aún no se le han dado a Euskadi sean transferidas en estos años de mandato socialista. El Partido Nacionalista Gallego y Coalición Canarias también han negociado ventajas fiscales por lo que le darán el voto de sus dos diputados. Sumar, por su parte, le ha arrancado a Sánchez la promesa de que se bajará la jornada laboral a 37 horas y media, así como la subida del salario mínimo. Nadie sabe cómo cumplirá tanta promesa, si es que finalmente lo hace. Por ejemplo, la famosa ley de amnistía tendrá que pasar un espinoso proceso legislativo. De última hora, el PP aprobó una reforma exprés del senado (donde tiene mayoría absoluta) que le permitirá retrasar la aprobación de la norma. Además, los partidos conservadores presentarán toda clase de recursos legales, incluso en los tribunales europeos, para impedir que vea la luz dicha ley.

Las cesiones a Cataluña, especialmente la amnistía, han levantado las iras del electorado de derechas. Desde hace 2 semanas, todas las noches hay manifestaciones frente a la sede del Partido Socialista que terminan con la carga de la policía contra los elementos violentos que se cuelan en la protesta para hacer su propio desmadre. Estos vándalos desvirtúan injustamente las protestas de los ciudadanos pacíficos (la gran mayoría) que tan sólo quieren mostrar su indignación frente a las humillantes cesiones de Sánchez a fin de obtener los apoyos suficientes para ser investido presidente. Sin embargo, no son los únicos que se han irritado. La condonación de parte de la deuda ha soliviantado al Frente Obrero que también se ha manifestado frente a la sede del PSOE. Un amigo me comentó que durante un desayuno en un céntrico café de la ciudad, tres hombres mayores que estaban sentados en la mesa de al lado, no pararon de expresar su rabia por las decisiones de Sánchez. “Toda la vida votando al PSOE para verlo acabar así” fue una de las frases que alcanzó a oír.

Esta crispación en la calle también se ha visto reflejada en la sesión de investidura de hoy. Insultos, aspavientos, hipérboles exagerados han sido la constante del primer día de la sesión de investidura. Aunque si hemos de ser sinceros, el Congreso de los diputados lleva décadas pareciéndose más a un circo con sus payasos que a la sede de la soberanía nacional. En la sesión de investidura, Sánchez se ha querido presentar como el muro contra el fascismo y es cierto que muchos españoles se decidieron a votarle a última hora para evitar que VOX formase parte del Gobierno de Feijoo, así como 4 años atrás los simpatizantes conservadores querían impedir a toda costa que podemos controlase algunos ministerios. Pero eso no le da derecho a hacer borrón y cuenta con los independentistas como si no hubiese pasado nada grave en el mes de octubre de 2017.

Ahora bien. Sánchez ha conseguido su objetivo inmediato la investidura, pero ¿cuánto le durará la alegría? ¿Quién le garantiza la lealtad de sus taimados socios durante 4 años? Eso sin contar que él mismo es una persona de poco fiar, vista la facilidad con la que cambia de opinión. No hay que ser un genio para asegurar que la gobernabilidad de este país será harto compleja con tantos intereses cruzados. Y más allá de los problemas de Sánchez para ejercer su mandato, pensemos en el futuro que le queda al PSOE y a la izquierda en general tras estas alianzas. Mucho me temo que en los próximos años, los partidos conservadores van a multiplicar sus victorias incluso en las plazas que más se le han resistido. Hace ya muchos años, el mismo amigo que oyó la conversación de café de los socialistas maduros, me definió a Sánchez como una persona con mentalidad de deportista que hará lo que haga falta para ganar. Tras estas negociaciones ha quedado claro que mi amigo tenía razón. Habría que agregar, que poco le importan las consecuencias de sus actos. Su actitud es la propia de una persona que piensa: “después de mí el diluvio”. Le da igual el futuro de su partido. O dicho de otra manera, él encaja perfectamente en la definición de Churchill acerca de los políticos que solo piensan en la siguiente elección a diferencia de los estadistas que miran a la siguiente generación.

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