Según muchas publicaciones, uno de los grandes problemas de salud que aqueja a la humanidad hoy en día es el de la obesidad. Esto no es un problema de tipo estético, sino que la misma está altamente ligada con problemas médicos de hipertensión, infartos, diabetes, baja autoestima y muchos otros padecimientos que representan un altísimo costo en salud y económico para las personas y los sistemas de salud a nivel mundial. Se estima que cerca del 39% de los adultos a nivel global y un 18% de los niños la padecen. Hay estudios que anticipan que para el 2035 cerca del 50% de la población mundial padecería de sobrepeso y obesidad. y que el costo para la humanidad en medicinas y ausentismo por esta enfermedad podría representar el 2.9% del PIB mundial.
La obesidad tristemente no es un problema que se presente exclusivamente en países desarrollados ya que su incidencia es igual en países en vías de desarrollo. México según la OCDE es de los casos más preocupantes a nivel mundial ya que según las Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018, 39.1% de la población adulta tiene sobrepeso y el 36.1% presenta obesidad. La obesidad infantil de mayores de 5 años alcanza al 35.4% de dicho grupo. Se habla de sobrepeso cuando una persona adulta tiene un índice de masa corporal, igual o mayor a 25 kg/m2 y se habla de obesidad si este excede de 30 Kg/m2.
Sin duda, aunque este problema no es exclusivo del hombre del siglo XXI, si pareciera que se ha salido de control en las últimas tres décadas. Es evidente que los niveles de actividad física del hombre en la antigüedad eran mucho mayores y su ingesta alimenticia era casi de nivel de supervivencia, además de que sus alimentos provenían directo de la naturaleza. Cuando digo que esto no es un problema actual es porque en muchos textos antiguos se habla de la gula y la glotonería, además de que hay muchas representaciones en la pintura y escultura de gente con sobrepeso, en muchas ocasiones relacionado con la opulencia, el poder y la riqueza.
Las razones para tratar de explicar la altísima incidencia de obesidad en nuestra sociedad incorporan una combinación de factores, incluyendo una menor cantidad de trabajo físico y que ha dado lugar a un estilo de vida más sedentario y por el otro lado nuestra mayor ingesta de alimentos los cuales incluyen grandes cantidades de alimentos procesados con altas cantidades de azúcares, harinas y grasas. La ingesta calórica de las personas en el mundo ha subido de 2200Kcal/día en 1960 a cerca de 3,800Kcal/día hoy en día.
En otros estudios, se menciona asimismo que la obesidad tiene un importante componente genético. Es decir, hay doctores que afirman que entre el 45-65% del riesgo de que una persona sea obesa le viene por el lado genético, aunque comúnmente viene acompañado de un estilo de vida obeso génico.
Se habla muchos sobre la dificultad que tiene aquellos que padecen sobrepeso u obesidad de reducir su peso en forma sustancial y continuada ya que es un asunto multifactorial; no es sólo un tema exclusivamente de la voluntad, sino que hay aspectos metabólicos, hereditarios, psicosociales, etc. que intervienen en este proceso. Se piensa inclusive que hay factores evolucionarios que inciden en el poco éxito en bajar de peso, ya que el “homo sapiens” estaba acostumbrado a buscar retener la grasa y cuando la ingesta se veía reducida se le mandaba una señal al cerebro para generan hormonas para buscar incrementar la misma.
Ante la gravedad e incidencia de este problema y atendiendo los altísimos costos que representan para un país, es que en México ya durante años se han impulsado campañas para buscar que la gente tenga un nivel de vida menos sedentario, haga ejercicio y sobre todo tenga una dieta más sana con menor ingesta de productos procesados. Las campañas de etiquetado impulsadas resaltando la composición alimenticia de los productos alertando sobre aquellos altos en grasas, harinas y azúcares, en muy poco ha ayudado a combatir el problema.
Reducir el sobrepeso y la obesidad es uno de los desafíos más grandes de México. Los datos son verdaderamente alarmantes. Según la WHO para México este problema representa un costo de 26,000 millones de dólares anuales o el 2.1% del PIB (esto incluye los costos directos de la atención a la salud, así como los indirectos de mortalidad prematura, ausentismo laboral, menor productividad, etc.)
En estos días estuve leyendo en la revista The Economist unos artículos muy interesantes sobre el surgimiento de algunas nuevos fármacos conocidos como GLP-1, que en sus primeras pruebas se usaron para la diabetes pero que han demostrado ser muy efectivas para perder peso (en algunos casos hasta 20% del mismo). Al parecer estas medicinas inciden sobre la parte del cerebro que controla nuestro apetito y la sensación de saciedad. Desde hace ya unos años varias farmacéuticas han seguido el liderazgo de la empresa danesa Novo Nordisk y su medicina Ozempic, pioneros en este rubro. En 2023 Novo Nordisk podría estar vendiendo $3 a 4,000 millones de dólares de esta medicina y hay analistas de UBS que piensan que estos fármacos pueden ser de los más vendidos en el mundo en un negocio que bien podría valer 150,000 millones de dólares en 2031, valor no muy lejano de aquel de las medicinas para cáncer.
Las medicinas GLP-1 se administran en forma semanal a través de inyecciones, sin embargo, estas tienen un costo que oscila entre $900-1,300 USD al mes, y hasta donde se sabe las mismas tendrían que administrarse de por vida, para evitar se recupere buena parte del peso perdido. Pareciera que aún es temprano para saber los efectos secundarios que el uso continuado de estas medicinas pueda tener además del altísimo costo económico que representan.
Se dice que muchos artistas y celebridades hoy ya toman estas medicinas para ayudar con su control de peso, pero sin duda las mismas no están al alcance de la mayoría de la población y no es claro si éstas serán autorizadas por las aseguradoras, no por sus beneficios estéticos, sino por ayudar a reducir la prevalencia de tantos otros padecimientos tan costosos que resultan de la obesidad.
Soy de la idea que al menos en México se debe hacer mucho más por este problema incluyendo cambios sustanciales en la educación de los niños y sus familias para una alimentación más sana, y promover en cada demarcación la construcción de centros deportivos para favorecer el deporte. Los fármacos sin duda abren grandes posibilidades para librar una batalla más exitosa contra este caballo del apocalipsis, pero al menos en el corto plazo no parecen viables para la mayoría de la población, de ahí que deberá seguirse insistiendo con el slogan de …………come frutas y verduras…….
Me gustó la nota, tenemos que tomar conciencia de que la obesidad es como si fuera una pandemia, es una enfermedad que es causa de muchas muertes de manera indirecta, ya que aumenta el factor de riesgo de muchas enfermedades. El factor psicológico juega un papel muy importante.