La dirección en que sopla el viento
Andrés A. Aguilera Martínez

Razones y Costumbres

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Los liberales convencidos y los conservadores recalcitrantes se encuentran fuera del ejercicio del poder público. Su lucha se constriñe a debates académicos…

Imagen: El Español.
Imagen: El Español.

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La historia de nuestro país ha tenido como característica principal la lucha permanente entre facciones con visiones contra puestas. Así, al momento de consumarse nuestra independencia, la definición de los cimientos constitucionales de la República estribaba entre la visión federalista —con abiertos tintes liberales— y la centralista —notoriamente conservadora— que pretendían establecer las bases bajo las cuales se constituiría el Estado Mexicano. Al final de este encontronazo de visiones de país, la liberal prevaleció sobre la conservadora.

De forma por demás simplista, podemos afirmar que la corriente liberal, fue ganando terreno a la visión conservadora que, principalmente, pugnaba por la permanencia de privilegios para sectores y castas que, tradicionalmente, habían ejercido el control político, económico, religioso y social en el país. De este modo, se fue consolidando un movimiento anticlerical, libertario y polarizante que, paulatinamente, fue transformando las instituciones gubernamentales para ir cumpliendo con los objetivos liberales; lo que a la larga se convirtió en un mito que forma parte del nacionalismo revolucionario.

Sin embargo, los sectores conservadores, que no son otra cosa que factores reales de poder, fueron permeando en las instituciones públicas a modo de irse adecuando a las condiciones que les eran impuestas, de tal forma que, a través de su influencia en las actividades económicas, políticas y sociales, se han ido manteniendo vigentes, cambiando de nombres, rostros, discursos e ideologías, hasta mimetizarse con aquellos que, en el discurso, enarbolan banderas libertarias y, con ello, pervertir los fines y objetivos que ostentan para así mantener sus privilegios protegidos desde las esferas del poder público.

liberales y conservadores
Imagen: Diferencias.

De este modo las luchas fratricidas del pasado y que caracterizaron todo el siglo XIX, paulatinamente se fueron transformando en infiltraciones en los movimientos que, constantemente, los han ido pervirtiendo para que los cambios de beneficio social no sólo se pasmaran, sino que, además, se transformaran en su beneficio.

Las otrora luchas vehementes por la defensa de principios e ideologías se transformaron en una serie de componendas y complicidades disfrazadas por el discurso y la diatriba; que pretenden ser equilibradas a través de la negociación y el intercambio de prebendas que muy lejos están de volcarse para la materialización de beneficios palpables para las mayorías.

Lamentablemente la realidad nos muestra que, hoy, la lucha entre conservadores y liberales no es más que una línea discursiva para calificar o descalificar conforme se muevan los vientos de la inconformidad social, en un modo de viso de lucha permanente entre “buenos” y “malos” para mantener los índices de popularidad y, consecuentemente, de la legitimidad en el ejercicio del poder público.

En la actualidad, los liberales convencidos y los conservadores recalcitrantes se encuentran fuera del ejercicio del poder público. Su lucha se constriñe a debates académicos y charlas esporádicas de café, en las que su punto en común es su inconformidad con la situación actual del país, debido a que ninguno de los principios, programas de acción, ni objetivos fundamentales se concretan, en tanto sus líneas discursivas se mueven en la dirección que sopla el viento.

@AndresAguileraM

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