Los momentos de crisis son siempre motivo de oportunidad para la crítica y el posicionamiento político de posturas antagónicas al gobierno de personajes, partidos y corrientes de opinión. Cuando una situación anómala ocurre, la reacción del gobierno siempre será motivo de crítica, pues siempre tendrá alguna contra propuesta que parecerá mejor a las decisiones adoptadas, sin importar que pudieran ser correctas, adecuadas, necesarias o simplemente posibles.
El actuar del gobierno es fiscalizado, principalmente, por la opinión pública. Dependiendo de las posturas, visiones e ideas será la manera en la que se observará y calificará su desempeño; sin embargo, también será la crítica y la publicidad negativa que los detractores realicen, la que podrá influir en el ánimo del público y de la percepción que tengan con respecto a su desempeño y funcionamiento.
Por ello es por lo que —considero— las crisis sociales o políticas siempre se han vuelto un nicho de oportunidad para que quienes aspiran a alcanzar el poder por la vía del sufragio, logren sumar adeptos a su causa, pues con la crítica, de alguna manera, se muestran como si conocieran las soluciones correctas a las conflictivas que se presentan, sin que ello necesariamente sea verdad.
La crítica es un arma muy poderosa, pues genera empatías prácticamente inmediatas y brinda explicaciones sencillas a las inconformidades generalizadas. Es más fácil afirmar que algo está mal por el hecho de no brindar resultados inmediatos, que comprender razones rebuscadas y complejas que orillaron a la toma de decisiones. Así, es posible afirmar que quienes critican de forma constante y reiterada el desempeño gubernamental, habrán de consolidar liderazgos entre la opinión pública y, de este modo, cobrar notoriedad para mostrarse como antagónico a aquello que resulta impopular.
De este modo se han gestado todo tipo de liderazgos; desde aquellos gremiales hasta los políticos nacionales e internacionales que buscan controlar posiciones e instituciones gubernamentales. Cabe señalar como ejemplo a aquellos liderazgos recientemente conocidos como “anti-sistema” que no son más que contestatarios a ultranza, que enarbolan posturas radicales, absolutamente irrealizables, pero sumamente populares, tendientes a erigirse como poseedores de la “llave mágica” que transformara de inmediato la realidad de las personas.
Hoy por hoy, todas las naciones del orbe cuentan con una serie de problemas generalizados, que han llevado a los gobiernos a realizar acciones impopulares, restrictivas y altamente cuestionables, lo que genera un caldo de cultivo idóneo para el surgimiento de líderes contestatarios que, enarbolando la molestia y el encono, pretenden alcanzar el poder por las vías democráticas, sin sujetarse a ideologías, programas o planes que puedan brindar un rumbo cierto de la dirección gubernamental en caso de ser respaldados por el apoyo popular.
Así, en estos momentos de la historia de la humanidad, los estados democráticos no sólo se encuentran inmersos en un grave riesgo de inestabilidad constante y permanente, sino en pervertirse en mecanismos idóneos para la consolidación de nuevos regímenes altamente autoritarios y despóticos, respaldados por una gran legitimidad popular que los siguen cuales apóstoles de la reivindicación social.
@AndresAguileraM
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