Inteligencia Artificial y seguridad cibernética
Luis Wertman

Construcción Ciudadana

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Cuidado al descargar cualquier app, más cuidado al permitir accesos a cambio de imágenes.

Lectura: ( Palabras)

Retratos van y retratos vienen con los trazos de iluminados que relacionamos con las imágenes de superhéroes y personajes de fantasía. Por su popularidad, parecen una moda que podría permanecer durante algún tiempo; por la inseguridad que pueden provocar, espero que el gusto no dure tanto.

Acceder a que una aplicación pueda navegar por nuestra información, la memoria de algún dispositivo, o los archivos de nuestra computadora personal, es un asunto que no debe tomarse a la ligera, más si estamos acostumbrados a darle “aceptar” a un texto de términos y condiciones, sin apenas leer las primeras líneas.

Vernos como una animación orgullosa y valiente es una manera de apreciar en lo que podríamos convertirnos o seríamos si estuviéramos en un plano de ficción, pero eso les importa poco a muchas compañías que diseñan aplicaciones con una intención distinta a la de entretener. Como he compartido antes, puede tratarse de anzuelos bien programados para saber gustos, preferencias y hábitos, que terminan siendo inteligencia de mercado que se vende bien en la industria, por ejemplo, del consumo.

No es la única. Sectores comerciales, de bienes y servicios, de venta de suplementos y hasta medicinas, podrían encontrar los eslabones que les hacen falta para entender las cadenas que nos impulsan para tomar una decisión de compra. En un acto menos sofisticado, entregar el control de dispositivos para obtener los beneficios de una app, es el equivalente a abrir la puerta de la casa a un desconocido y esa persona es poco probable que ingrese sola.

Al menos a simple vista, no sería casual que en la temporada fuerte de compras sugieran estas animaciones, y sus competidores, para descargar un caballo de Troya de anuncios, ofertas, meses sin intereses y otras promociones. Si la información a secas es poder, imaginemos el precio de datos muy específicos sobre lo que nos gusta.

Asimismo, está el riesgo de infectar cuentas de correo y otras aplicaciones seguras; sufrir el robo de contraseñas o la clonación de tarjetas bancarias y el robo de identidad. Recientemente se reportaron fraudes con los códigos “QR” (que se ofrecen gratis en cualquier buscador) para sustraer información que se traduzca en compras rápidas no autorizadas por la víctima.

Nuestra fascinación con los retratos es tan antigua como nuestra presencia en el planeta. Dibujamos rostros para inmortalizar edades, momentos y personas que consideramos importantes en nuestras vidas. En cuanto pudimos plasmarlos en lienzos, la necesidad de pintar nuestras caras para la posteridad se convirtió en un arte que ayudó a sobrevivir a los genios más talentosos de la pintura universal.

Era una cuestión de tiempo para que el retrato se volviera un pasatiempo cibernético y que la posibilidad, a cambio de un módico pago, de obtenerlo de manera instantánea –igual que una foto de esas que se agitaba para que apareciera la imagen– abriera un mundo de variantes para guardar nuestra figura en un momento preciso de la vida.

Ahora que es hasta una herramienta de promoción y que muchas obras de arte pueden comprarse en subastas electrónicas para coleccionarlas en la nube y en una unidad portátil, los llamados NFT se estarían mezclando rápidamente con las aplicaciones de imágenes, pavimentando el camino para actividades delincuenciales que estarían del otro lado del servidor.

Eso y la vigilancia comercial que podría hacerse de nuestros teléfonos y dispositivos para enviar correos, ubicar presencia en negocios y tener un seguimiento de compras por temporada. Olvide los lectores de retina, con solo estar conectado al teléfono (prendido o apagado) muchas marcas pagarían buen dinero para que un tercero elaborara reportes de “inteligencia” de consumo.

En cualquier caso, la información es un activo propio que debe cuidarse y debemos prevenir que existan abusos, tanto en lo comercial como en la seguridad, para que no se haga mal uso de nuestras rutinas. Algo que podría resultar difícil si nuestra atención se concentra en cuántos retratos nuevos, con vestuario, efectos y color de ojos, podríamos descargar en un día.

Enfocarnos, sin dejar de divertirnos, en nuestra seguridad debe formar parte de la vida cotidiana, en lo real y en lo virtual, porque la misma distracción que sirve para sacarnos la cartera de la bolsa en un vagón del metro, ayuda a robar toda nuestra identidad en ese ciberespacio en el que convivimos ya por muchas horas durante el día.

La moraleja es que la prevención seguirá siendo la mejor seguridad que podemos proporcionarnos. Cuidado al descargar cualquier app, más cuidado al permitir accesos a cambio de imágenes, y asegurémonos de no tener malas experiencias en la parte del año en la que esperamos solo buenos momentos.

Muchas felicidades en estas fiestas y gracias por un año más de colaboraciones en este espacio.

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