Un fósforo encendido en el pajar de una sociedad crispada
Si no ha visto aún la película Joker, castellanizado como Guasón, la tiene que ir a ver, mientras esté aún en cartelera. Advertencia, no es apta para menores de edad.
El filme, estelarizado por Joaquin Phoenix, profundiza en la psicología de Arthur Fleck, el próximamente emblemático enemigo de Batman; acompañado de grandes actores como Robert De Niro y Zazie Beetz.
La película desde el punto de vista cinematográfico ya es un éxito, tras ganar “El León de Oro” en el Festival de Venecia, y una inevitable candidata al Premio Oscar de la Academia, en Estados Unidos, al menos por la magnífica interpretación de Phoenix como actor central del drama.
La película, en el contexto mexicano, cae como un yunque en el estómago. Como en otros países ha levantado una notable polémica, acusada por ser un llamado a la violencia dentro del entorno de sociedades notablemente polarizadas. Y, vaya, en México, donde la polarización se alienta desde muy temprano en Palacio Nacional. Es sin duda un filme preocupante.
La pregunta es ¿cómo leerá un mexicano marginado, azotado por la desigualdad, injusticia y el desempleo, un contenido de esta naturaleza? ¿Cómo opera en la psique individual y el imaginario colectivo la revuelta dramatizada en Guasón al grito de “Mueran los ricos”? ¿Qué pasó por la mente de los funcionarios de la Secretaría de Gobernación que autorizaron su exhibición en México? ¿Este filme es tan potencialmente incendiario que debió ser aprobado por la propia secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, e incluso el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador?
Por supuesto, siempre he sido un liberal, y por definición, promuevo la libertad de expresión y la libertad de consumo de bienes culturales en apego a nuestros más fundamentales derechos humanos, pero “el horno no está para bollos”, y Guasón es un claro llamado a la rebelión ciudadana y al vandalismo en una sociedad crispada, atizada paradójicamente por el propio Gobierno Federal.
En perspectiva. Con suerte, en el país donde no pasa nada, el filme pasará desapercibido por amplios sectores de la sociedad mexicana. Pero he de confesar que, como profesional de la ciencia política y la comunicación de masas, el filme me cayó de peso. Me dejó muy preocupado y sembró en mi mente una pregunta: ¡¿Pero en qué cabeza cabe soltar este fósforo encendido en el pajar?!
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