*Tomado del curso Tradiciones de Oriente de Jutta Battenberg.
El confucionismo se entiende como la tradición y la doctrina de los letrados/eruditos, identificado con un programa sociopolítico, un sistema ético y una tradición religiosa que funciona como la ideología subyacente y principio guía de la forma de vida en China que permea en las culturas de muchos otros países de Asia oriental.
Para Confucio, fundador del confucionismo en el siglo V a. C., el ser humano es bueno por naturaleza pues en su corazón hay cuatro sentimientos originales que apuntan hacia el buen camino: 1) la compasión, 2) la vergüenza, 3) el respeto y la modestia y 4) el criterio para distinguir el bien del mal. Estos sentimientos se deben fomentar o de lo contrario se pierden y con ello se diluye la bondad y aparece la inclinación al mal.
El cultivo de los sentimientos naturales impulsa el desarrollo de las cuatro virtudes básicas: 1) la benevolencia, 2) la rectitud, 3) la urbanidad y 4) la sabiduría. Así, quien llega a este nivel de conducta se despliega como un hombre superior, educado, justo y quien permanece siempre en el justo medio. Así la práctica de la benevolencia, la rectitud y el deber hacen del individuo un ser completo y naturalmente desarrollado en donde su actuación va más allá del solo cumplimiento del deber, se entrega con amor a los demás.
En el confucionismo, si bien es indispensable el desarrollo personal, este tiene como finalidad la comunidad y de forma específica aquellos que dirigen el bienestar comunitario: los gobernantes
Para llegar a esta perfección humana hay dos caminos: la introspección y el estudio, ambos requieren disciplina, tiempo y dedicación. Por lo tanto, solo las personas educadas y con gran desarrollo moral son las que deben gobernar pues el hombre superior actúa centrado en la rectitud, en tanto que un hombre vulgar en el beneficio.
Para Confucio el soberano (gobernante) debe ser un líder ético que actúe con benevolencia, rectitud e integridad, además de ocuparse por la educación ética y el desarrollo de virtudes de su pueblo el cual debe tener satisfechas sus necesidades primarias. La ausencia de valores en los gobernantes conlleva el surgimiento de los antivalores, provoca la desviación del arte de gobernar y e impulsa prácticas corruptas.
La moral confuciana gira en torno a las relaciones familiares, sobre todo la relación entre padres e hijos, entre hermanos mayores y menores y entre marido y mujer. En estas relaciones se acentúa el cumplimiento de las responsabilidades de unos para con otros con un ánimo sincero y consciente y que son el fundamento del orden social y de la paz del mundo.
Confucio enseñó que, aunque era importante observar estrictamente los rituales antiguos, lo era más tener un corazón sincero y un espíritu devoto: «Pues si una persona carece de humanidad (ren) en su interior ¿de qué vale celebrar rituales? Y si una persona carece de humanidad en su interior, ¿de qué vale interpretar música?» (Lunyu, 3,3).
El confucionismo tiene una profunda implicación en la política cuya intención es traer orden y paz al mundo por medio de Cinco Normas Permanentes: 1) humanidad, 2) rectitud, 3) ritual/convenciones, 4) sabiduría y 5) fidelidad. Éstas se consideran permanentes, invariables e iguales en todas las épocas y sirven como criterios para juzgar la conducta humana tanto de ciudadanos como de gobernantes.
El confucionismo fomenta la perfección humana siempre referenciada al bienestar común, al respeto del orden y a la armonía pacífica entre sus miembros.
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