Es de llamar la atención que tuvieron que pasar muchos siglos en la historia de la humanidad y quizá no fue sino hasta la llegada de la revolución industrial que se pone en evidencia la necesidad de normar las relaciones entre empleados y empleadores, buscando acuerdos sobre una serie de derechos laborales mínimos, que a la postre quedarían recogidos y formarían parte de nuestras leyes del trabajo.
Previo a esto, eran comunes practicas arraigadas de trabajos forzados, esclavitud, discriminación, falta de condiciones de higiene y salud, falta de derecho a la huelga o a una remuneración justa y equitativa, entra tantos y tantos aspectos que hoy ya están mayormente erradicados, pero que no siempre fue así.
En México el derecho laboral proviene de la lucha de muchas personas y movimientos organizados que después de la revolución, lograron incorporar los derechos laborales en el artículo 123 de la constitución de 1917 y que posteriormente se fortalecerían con la promulgación de la Ley Federal del trabajo de 1931 y todas sus modificaciones hasta nuestros días.
La Iglesia Católica, como referente en temas de doctrina social, ha ido afinando su postura en temas del trabajo, a lo largo de los últimos 150 años, mediante la promulgación de Encíclicas como las Rerum Novarum de 1891, la Quadragesimo anno de 1931, la Laborem excercens de 1981 y la Centesimus annus de 1991, que se enfocaron en darle importancia al respeto a la dignidad humana a través del trabajo. Aquí cito unos breves extractos que resumen dicho pensamiento.
- I. El trabajo no es exclusivamente un medio de subsistencia sino responde a la naturaleza del ser humano y es parte de su dignidad. El hombre se realiza a si mismo en el trabajo.
- II. Determinados derechos y deberes son inherentes a la naturaleza del ser humano, y no son renunciables. Asimismo, el desempleo es un problema no solo económico sino también humano.
- III. Si bien el objeto de la empresa es el beneficio económico, este no debe lograrse a costa de las conductas inmorales de empleadores y trabajadores. La persona física es el sujeto de la virtud. Por tanto, el cristiano deberá vivir la caridad en cualquier lugar, incluido el mundo empresarial.
- IV. Existe una responsabilidad social de la empresa, pues su actividad repercute en la sociedad en su conjunto.
Para aquellos que ya tenemos algunas décadas en el mundo laboral, hemos visto como el concepto del bienestar de los trabajadores se ha vuelto mucho más relevante para las empresas, y se han ido delineando muchas prácticas y políticas en sus áreas de personal para asegurar un cuidado especial del trabajador, que asegure la retención del talento, disminuya la rotación y mantenga trabajadores motivados y productivos.
Pareciera que el concepto del bienestar laboral es fácil de lograr, sin embargo, a diferencia de lo que muchos pensarían, el mejor lugar para trabajar no siempre es aquel que ofrece los mejores salarios y prestaciones, sino aquel que ofrece a los colaboradores un ambiente sano de trabajo, donde existe respeto, confianza, y buena comunicación. En estos ambientes se promueve una cultura de propósito, y normalmente se valora la salud y el bienestar de los colaboradores. No quiero decir con esto que la compensación justa y adecuada no sea importante, pero comúnmente no es la principal razón por la que la gente abandona sus trabajos sino son por causas relacionadas al ambiente laboral.
Fue tan sólo hace 40 años que surgió el movimiento “Great Place to work” a manos de un par de periodistas expertos en temas laborales, Robert Levering y Milton Moskowitz, quienes recibieron el encargo de hacer un libro sobre las 100 mejores empresas para trabajar en EE.UU., y de ahí que después de su trabajo, decidieron establecer un instituto para promover esta cultura, que prevalece hasta nuestros días y es símbolo de orgullo para muchas organizaciones.
Como resultado de esfuerzos como este, es que un gran número de empresas han incorporado prácticas virtuosas para buscar generar una mejor cultura empresarial. Yo puedo atestiguar por mi propia experiencia que en algunos de mis últimos empleos he visto iniciativas muy claras para buscar generar ambientes de trabajo mucho más agradables y donde se han dejado de lado prácticas y estilos de liderazgo que se consideraban tóxicos. He visto una genuina iniciativa por buscar desarrollar ambientes positivos para los colaboradores, promoviendo una vida de deporte y alimentación más sana, fomentando un mejor balance de vida laboral-familiar, estableciendo políticas y comités para favorecer la diversidad o la inclusión de género, o estableciendo comités de defensa del empleado, así como la promoción de actividades de voluntariado, actividades de integración de los equipos, o inclusive fomentando que los empleados trabajen en planes personales de desarrollo que incluyen formación, salud, desarrollo profesional y crecimiento espiritual entre muchos otros aspectos.
He hablado con líderes empresariales que están procurando la creación de una cultura organizacional centrada en la persona y donde son conscientes de la importancia del desarrollo humano de sus colaboradores, y donde transformando a sus colaboradores, a sus familias y sus comunidades buscan transformar el entorno. Hay una organización empresarial católica llamada “His way at work” que busca la transformación de las empresas y personas con principios católicos que va tomando mayor fuerza en México.
Hoy en día, que las nuevas generaciones de jóvenes se unen a la fuerza laboral o lo harán dentro de poco, se vuelve mayor el clamor sobre la necesidad de que las empresas ofrezcan un buen ambiente laboral. Estos jóvenes reclaman oportunidades, no les gustan las organizaciones verticales anquilosadas, gustan de esquemas de trabajo flexibles y deslocalizados, requieren que el trabajo les aporte no sólo sustento sino sobre todo fuente de satisfacción y que esté alineada con sus principios y valores y que tengan un propósito.
Sin duda hemos avanzado un gran trecho en los últimos 100 años en temas de clima organizacional, pero sigue habiendo mucho por hacer en temas de desigualdad, equidad e inclusión. Es responsabilidad del empresario o líder promover un cambio del entorno acelerado, yendo mucho más allá de lo que las leyes laborales establecen, y esto se tornará en un factor diferenciador para sus colaboradores, y con impacto positivo en sus familias y comunidades, y estoy seguro que esta inversión se pagará por si sola y habrá valido la pena.
Gracias por este excelente artículo. En México también hay otra iniciativa que lleva más de 25 años trabajando con empresas promoviendo el respeto a la dignidad de la persona y su desarrollo integral, sostenible y solidario. Chéquenlo. Se llama CRESE. http://www.crese.org