Atención, respeto, bienestar y espiritualidad
Jutta Battenberg

Espiritualidad Sin Fronteras

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En nuestra especie, es diferente, a nosotros nos corresponde aprender a fluir armónicamente con todos y todo para lograr esto que el universo tiene de suyo.

Lectura: ( Palabras)

La espiritualidad más allá de ser una experiencia ultra terrenal de unos cuantos iluminados es una realidad concreta concerniente a la manifestación de todo lo existente que, en el caso humano, al estar vinculada a la libertad y la voluntad, puede ser constructiva o destructiva del entorno y de la persona misma. En efecto, en el resto de las manifestaciones de la creación, sus acciones cumplen una función concreta y específica del orden cósmico, de tal manera, que garantizan el equilibrio y la existencia del todo, en ellos no hay elección o está muy limitada lo que impide que alteren la armonía. En cambio, en nuestra especie, es diferente, a nosotros nos corresponde aprender a fluir armónicamente con todos y todo para lograr esto que el universo tiene de suyo.

Así, los humanos al ser seres sociales aprendemos del entorno próximo -familia- y distante -cultura- los principios y valores que rigen la conducta. Algunos de ellos son sumamente valiosos y contribuyen a la armonía y bienestar del todo, otros son destructivos y comprometen la prosperidad, tranquilidad y ventura de otros, de aquí la necesidad de observar con atención cada instante de la vida, analizar sin juicio lo que pasa fuera de uno mismo -situación- y dentro -lo que se siente con eso que pasa- para pensar en las diferentes posibilidades de reacción, así como en las consecuencias que pueden producir.

En ese sentido es fundamental reconocer que la forma personal y comunitaria de mirar, entender y explicar la realidad es solo una aproximación relativa.  Que hay otras maneras, otros ángulos, otras interpretaciones, otras acciones que pueden y merecen ser escuchadas con atención en vez de descartarlas prioramente por oponerse a la propia versión, ser valoradas objetivamente más allá de los propios prejuicios que las descalifican de antemano, aceptar los aspectos positivos que puedan tener para enriquecer la propia existencia y respetar los demás aunque la propia visión impida considerar que hay otras opciones.

Esta tarea lejos de simplemente relativizar todo, impulsa a un mayor entendimiento humano y a un mayor compromiso con el bienestar no solo de las personas sino del cosmos mismo, pues la correcta comprensión de la espiritualidad humanan no consiste en defender o imponer una creencia o mantener una vida alejada de lo mundano, sino en valorar y contribuir a la existencia y la plenitud de todo y todos. La auténtica espiritualidad humana lejos de actos intimistas aislados de lo y los demás o de manifestaciones insensibles frente a las realidades cotidianas es un compromiso consciente y actuante que busca el bienestar ajeno; una total libertad que vive y deja vivir; un movimiento que genere vida en abundancia y plenitud.

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