Ante el ataque al aspiracionismo: defensa del conservadurismo
Antonio M. Prida

De Frente y Derecho

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Lo importante no es la posición subjetiva que se tenga sino la meta, el ideal que se persigue, el blanco hacia el cual se proyectan la voluntad y la acción.

Ilustración: Giovanni Tazza (El Comercio de Perú).
Ilustración: Giovanni Tazza (El Comercio de Perú).

Lectura: ( Palabras)

Ya se han comentado ad nauseam las recientes declaraciones del Presidente de la República en contra de la clase media que aspira a una vida mejor, pero conviene recordar la defensa que hizo en 1946 don Manuel Gómez Morín, fundador del PAN, al ser acusado de ser conservador. En efecto, quien fuera Rector de la UNAM, formó parte del célebre grupo de Los Siete Sabios de México y fue fundador del Banco de México, desde la tribuna de la Cámara de Diputados expresó entonces argumentos que tienen plena vigencia el día de hoy y que por ello conviene traer a colación.

Ante la acusación, comenzó su argumentación asegurando que “México está contaminado de palabras huecas que han llegado a perder toda connotación”, entre las cuales incluyó las de reaccionario, conservador, revolucionario, radical, derechas e izquierdas y propuso limpiar nuestro léxico, para lo cual analizó el uso denigrante que del calificativo “conservador” se hacía y señaló que lo malo no es ser conservador, sino lo que se quiere conservar. “Si lo que se quiere conservar es bueno, gran honor es ser conservador”. Con claridad meridiana dejó en claro que desde luego no quería conservar nada que no mereciera ser conservado como la miseria, la ignorancia, la opresión, la falsedad, la mentira, la mordida, todo lo cual desde entonces veía como un deber ser eliminado de la vida pública de México y desde esa perspectiva se consideró un “ardiente revolucionario”. Sin embargo, se pronunció como conservador de los valores sustanciales en los que se basa nuestra dignidad.

Manuel Gómez Morin
Manuel Gómez Morín (1897-1972) (Foto: Política de México).

Así don Manuel aceptó ser considerado “conservador de las tradiciones que son la espina dorsal de nuestro ser colectivo; conservador de los principios sin los cuales no es posible explicar ni la sociedad ni el derecho”. También en tribuna aclaró el concepto de revolucionario y dijo “lo bueno o lo malo no es ser revolucionario, lo malo o lo bueno estriba en los propósitos que se tengan al desear ardientemente un cambio de la situación que prevalezca”. Explicó que lo importante no es la posición subjetiva que se tenga sino la meta, el ideal que se persigue, el blanco hacia el cual se proyectan la voluntad y la acción.

Gómez Morín les explicó a los diputados integrantes de la XL Legislatura del Congreso de la Unión, que “conservarse atado, hundido arraigado en una tradición cuando esta tradición es generosa, levantada y noble y está de acuerdo con todo lo esencial y mejor de la naturaleza humana y con lo más alto que ha producido el espíritu del hombre, es no estar preso sino verdaderamente libre en la única forma positiva en que puede entenderse la libertad. Con ese sentido acepto y con mucho gusto y con mucho honor el término de conservador”.

Manuel Gómez Morin
Manuel Gómez Morín (1897-1972) (Foto: LHistoria).

Como notará el lector, el posicionamiento de don Manuel tiene plena vigencia, especialmente a la luz de las declaraciones que el presidente vertió el pasado 4 de junio sobre las clases medias. Con relación a su mensaje electorero se preguntó en su Mañanera “¿Quién lo percibió mejor? La gente que nunca recibía nada… de repente, empiezan a recibir dinero del presupuesto… y a darse cuenta de que otro México es posible. Ese es el cambio de mentalidad al que apostamos. En cambio, un integrante de la clase media-media o media-alta, incluso con licenciatura, maestría, doctorado está muy difícil de convencer porque tiene una actitud aspiracionista consistente en triunfar a toda costa, salir adelante, muy egoísta”. A esa clase media la califica el presidente de conservadora porque quiere ser verdaderamente libre en el sentido a que se refiere Gómez Morín. López Obrador, en cambio, ha pretendido atarla a la institucionalidad mediante la legalización de la compra de votos en que ha convertido sus programas sociales.

López obrador, triunfo presidencia
Foto: Aristegui Noticias.

Ese mismo viernes fatídico, el presidente reveló en su Mañanera que profesa el cristianismo y que es seguidor del pensamiento de Jesucristo a quien considera el luchador social más importante en la historia. Por ese motivo, aseguró, por su profundo amor a los pobres y los humildes, los poderosos de su época lo crucificaron. No obstante, dijo, ser respetuoso de creyentes y no creyentes porque tiene que garantizar las libertades y destacó que, en el último censo, el 77% de la población dijo ser católica. Resulta a todas luces contraria a la mencionada concepción de libertad por la que propugnó don Manuel Gómez Morín, la pretensión velada del presidente de que todos seamos católicos. Pretensión que viola nuestras libertades constitucionales.

Desafortunadamente el presidente ha dado nuevamente muestras de que es conservador en el sentido malo del término, ya que pretende conservar al pueblo en su ignorancia y en su miseria, tratándolo en sus propios términos como “mascota”.

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