Apuntes del teatro en una pandemia
Mauricio Montesinos
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La pandemia ha agravado la situación del teatro en México. Pero también ha aumentado la intensidad de varios problemas que ya existían.

Ilustración: @kipriskunov.
Ilustración: @kipriskunov.

Lectura: ( Palabras)

Poco a poco tienes que crear una niebla en tu alrededor;
debes borrar todo cuanto te rodea hasta que nada pueda darse por hecho,
hasta que nada sea ya cierto.
Carlos Castaneda en “Viaje a Ixtlán”.


Un día de ___ del 2020
3:00 a.m.

Estoy encerrado en mi casa. En la última semana he dormido hasta las tres de la mañana. Mis hábitos se volvieron más nocturnos conforme fui creciendo. De hecho, cuando dirigí mi último montaje, sentía mayor enfoque y productividad por la noche. Sin embargo, tres de la mañana es un nuevo límite que rompí.

Tengo el celular en mi mano después de haber leído un capítulo de “Mujer en papel”, la biografía de Rita Macedo. Abro Twitter cada cinco minutos. Hago scroll como autómata a pesar de que quiero checar si existe alguna actualización de la pandemia. Ninguna novedad. Ni científica, gubernamental o sanitaria.

Me topo con la cuenta de un director de teatro. Nos hemos saludado unas cuantas veces en estrenos. Conozco más su trabajo que su persona. Leo su preocupación sobre el cierre forzoso de los teatros hasta nuevo aviso. El scroll toma sentido. Este tuit tiene 78 comentarios: muchas palabras desesperanzadoras al recorrer la pantalla con mi dedo.

¿Debería escribir un artículo sobre el teatro en tiempos de pandemia? Ha pasado una semana y media desde la orden del confinamiento riguroso. Leo otro tuit sobre las pérdidas económicas en el gremio teatral. En ese mismo instante, recuerdo proyectos teatrales en donde iba a estar y que, de forma inesperada, se frenaron. En un modo de supervivencia emocional, he tratado de esconderlos de mi cabeza.

cierre de teatros por pandemia
Fotografía: Forbes.

Siento que no es el momento de escribir sobre el teatro (en estas condiciones) porque no tengo nada claro. De hecho, no tengo nada claro sobre el mundo. Vivo en una situación en donde es prácticamente imposible no pensar en la totalidad y ahora la totalidad no tiene un significado claro. Lo único que pienso es en lo pequeños y frágiles que somos; en lo egocéntricos y absurdos que podemos ser.

Todavía no es tiempo de escribir porque el mundo está revuelto y se me perdieron las palabras para hablar de casi todo. También del teatro. Ahora quiero concentrarme en la cotidianidad. No quiero pensar en el teatro.

Siento un poco de culpa porque hay una parte de mí que me ordena mantener el tren creativo a pesar de no hacerlo. Escucho a mi madrastra interna decir: “debes crear para ser”.

Sin embargo, prefiero concentrarme en qué voy a comer, qué debo limpiar, qué necesita mi mamá.

Hoy no quiero pensar en el teatro.

Otro día de ___ del 2020
16:30 p.m.

El tiempo es una historia que nos contamos para entretenernos. Si checo el calendario, he estado encerrado por tres semanas aunque, a veces, esas semanas se han sentido como cinco días, cuatro meses o un año. El tiempo es una historia que nos contamos a nuestra conveniencia para sentirnos satisfechos, tristes, orgullosos, valientes, productivos. Para usar cualquier máscara.

Hoy me siento productivo. He podido librarme de una terrible holgazanería que me azotó en días pasados (¿importa la unidad para medir el tiempo?). Tengo una reunión virtual con tres productores quienes han sido mis amigos por ocho, cinco y dos años, respectivamente. Los admiro porque han levantado proyectos a contracorriente. En mi cabeza los recuerdo como obras memorables y conmovedoras. Han perdido mucho dinero en el teatro pero aún así siguen haciéndolo.

Dos de ellos cerraron dos producciones en temporada por la contingencia. Sin pensarlo, yo lanzo un torrente de palabras de consuelo cuando uno de ellos me interrumpe: ¿qué crees que le pase al teatro? No sé qué contestar. Cierro la conversación con un “ya veremos”.

teatro en pandmeia
Ilustración: Golden Cosmos.

Al terminar la reunión, pienso realmente en qué le va a pasar al teatro. Tengo muchas ideas en mi cabeza. Después de quince años de actividad profesional, me consagro a ciegas a la concepción filosófica del teatro: al ritual, a la mimesis, a la catarsis, a la performatividad. Y si lo pienso mejor, me entrego sin cuestionármelo a esa magia que vi en el Teatro Hidalgo cuando era niño. Por esa magia incrustada en mi cabeza decidí hacer teatro.

No obstante, hay una parte operativa del teatro donde todo se vuelve irritablemente cuestionable: la competencia mediática, las audiencias, el sistema cultural del país, el modelo de negocios, la precariedad de los sueldos, la fragilidad del sustento.

Sin duda, esta pandemia ha agravado la situación del teatro en México. Pero también ha acelerado y aumentado la intensidad de varios problemas que ya existían. En el encierro, nos explotó una bomba de tiempo en las manos. Problemas viejos adquieren novedad y urgencia: los sueldos bajos, la obsolescencia del cuerpo en todas las relaciones personales, la inteligencia artificial. 

Hace cinco años creía que lo único que puede diferenciar al teatro de otros medios es la experiencia en vivo. ¿En estas circunstancias mi argumento seguirá con algún tipo de validez? Encuentro publicaciones en Facebook donde mis amigos promocionan presentaciones teatrales en plataformas digitales. ¿Eso también será teatro?

Uno de mis amigos productores me decía que el teatro no va a dejar de existir porque el teatro nos cuenta historias y las personas las necesitan. También lo hace el cine, la tele. Netflix. Amazon Prime. La política. La religión. La cultura. Los humanos nos contamos historias todo el tiempo para entender la realidad y calmar nuestra ansiedad ante la muerte. ¿Qué tipo de historias entonces contará el teatro? Y, mejor aún, ¿quiénes querrán esas historias?, ¿para qué servirán esas historias en la vida de las personas?

Leo un estudio hecho por el INEGI y encuentro que el consumo del teatro ha disminuido un 6.6% del 2016 al 2019 entre una audiencia urbana y mayor de dieciocho años, entre otras características más. Una encuesta responde al momento particular de un segmento de la sociedad. Es sólo un indicador. ¿Deberíamos prestar atención a los indicadores? ¿Deberíamos dejar de pensar en arte y pensar en un ejercicio de comunicación donde el otro es lo más importante?

teatro online
Imagen: IIE.

Cualquier día de____ del 2020
17:48 p.m.

Me gustan mucho los atardeceres en silencio en mi casa. Es mi refugio ante la vorágine y la tormenta. Ante la rutina y las exigencias. Después de varios días, he logrado despejar mi cabeza a fuerza de voluntad. Pongo un vinilo de Bruce Springsteen. Escucho “My City of Ruins”: “My soul is lost, my friend. Tell me how do I begin again?”.

Hoy he pensado que no puedo ser un evangelista del teatro si no soy capaz de llevar todo lo que el teatro me ha enseñado a mi vida. De nada me sirve creer en el teatro sólo al ver una obra, como una especie de fuga. En quince años, maestros, historias, escritores,  directores, actores, escenógrafos, iluminadores, vestuaristas y espectadores me han mostrado, de forma directa o indirecta, el camino de la autocompasión.

Hago teatro porque quiero intentar saber quién soy. Conectarme con alguien de manera profunda. Creer en algo más grande que la vida. Y esto no lo quiero hacer sólo sentado en la oscuridad de una sala. Lo quiero en mi vida. En las pequeñas cosas. En mis amores. En la vida y en el mundo que me tocan vivir.

Hoy no quiero juzgarme por no ser creativo. Por no creer que soy lo que hago. Hoy estoy tranquilo con las preguntas sin respuesta. En decir no. En contradecirme. Hacer teatro me ha enseñado a lidiar con la incertidumbre. En cada función nadie sabe qué va a pasar. Es momento de aplicar ese aprendizaje en mi vida: a lidiar con la incertidumbre del futuro no sólo del teatro sino del mundo.

Cada quien luchará por defender al teatro a su manera y a sus posibilidades. ¿Cómo será el teatro después de esto? ¿Cuál es el camino que debemos seguir? ¿Qué buscarán los espectadores en el teatro? No lo sé. Me preocupa el modelo de negocios. El pensar una estrategia que pueda sacar más o menos a flote la actividad.

El encierro, casi en un sentido espiritual, nos orilla a replantearnos quiénes somos. Los creativos teatrales estamos pensando quiénes somos creadores. Hoy pienso en cómo los que hacemos teatro le profesamos religiosidad al teatro como una abstracción. Al final, es una historia más. Nos contamos esa historia porque la necesitamos para seguir adelante. Esos dioses del teatro no buscan que miremos hacia arriba, buscan que miremos dentro y entre nosotros.

A mí el hacer teatro me ha invitado todo el tiempo a ver mi mundo interior. A conectarme con las personas a partir de mi interioridad.

grabacion
Fotografía: Ethos media.

Algunos querrán aferrarse a los paradigmas, otros los querrán derribar porque encuentran una nueva oportunidad. Al final, el teatro cambiará a pesar de nosotros. Esta pandemia nos restriega todo el tiempo que el cambio es la única constante en esta experiencia humana. Hoy leí en Facebook un plan de reapertura de actividades a partir de junio. ¿Qué implica este nuevo mundo? No lo sé.

Yo estoy pensando en nuevas posibilidades del teatro. Yo quiero cuestionármelo todo. Creer menos en abstracciones y en ideas encajadas en mi cabeza desde la academia. Abandonar el tributo a mis héroes teatrales. Creer que esa magia que vi de niño en el teatro sólo es un impulso pero no es el fin. Pensar en un ejercicio comunicación. Creer en la sorpresa. Hacer tribu y comunicarme mejor con mi tribu antes que con los espectadores. Ser cómplice. Conocer a los espectadores. Dejarme modificar por los espectadores. Despedirme de quien soy ahora y darle muchas gracias por lo que es y dejará de ser.

Tal vez moriré y no veré ese cambio radical de poética y técnica que ahora busco. Cada quien hace lo que puede.

Pienso en esa idea incisiva de Antón Chéjov que está en todas sus obras de forma explícita o implícita: “¿Qué pensarán de nosotros dentro de cien años?”. El tocadiscos deja salir la voz de Bruce que dice estas palabras: “Come on, rise up! Come on, rise up!”.


Fuentes de consulta:
Castaneda, Carlos, Viaje a Ixtlán, Fondo de Cultura Económica, México, 2012.

Electrografía:
Presenta INEGI Resultados del Módulo de Eventos Culturales Seleccionados (MODECULT) (consultada el 4 de mayo a las 17:00 hrs.).


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