*Éste es un pequeño relato de ficción en donde trato de celebrar el teatro (a razón del Día Mundial del Teatro que fue el pasado 27 de marzo; ya sé que voy desfasado en el tiempo pero no sabía qué palabras poner para honrar mi profesión) y de una forma, tal vez, críptica, compartirles lo que el teatro significa para mí.
Un simple “buenas noches” no puede describir lo que sienten estas ocho personas cuando están empezando a ensayar. Ni tampoco pueden comunicar lo que cada una de ellas vivieron durante las horas previos al ensayo: a veces frustración, por pequeños momentos alegrías, unos cuantos minutos plenitud y en muchas otras ocasiones tristeza disfrazada de un falso optimismo.
PERSONA 1: “¡Buenos noches!”.
PERSONA 2: “¡Buenas!”.
PERSONA 3: “Buena noche”.
Las ocho personas llegan a una bodega del Centro Histórico de la Ciudad de México para ensayar una obra de teatro. Amateur. No profesional. De aficionados. Una obra de teatro que va a competir con otras obras de otros amateurs, no profesionales y aficionados dentro una alcaldía para ganar un viaje todo pagado a Acapulco en junio.
PERSONA 7: Desde que nació María no salgo de la ciudad.
PERSONA 8: En mi trabajo me deben 5 días de vacaciones. Cuando ganemos me los voy a tomar.
PERSONA 5: La verdad no me gusta Acapulco…
PERSONA 6: Yo quiero comprar tamarindos.
La obra que escogieron hacer es de un autor que se llama Juan Manriquez. La Persona 2 encontró esta historia en la azotea de su casa dentro de una caja donde guardó todos los libros de la preparatoria. “Las alegrías y tristezas de la abuela” de Juan Manriquez está escrito en la portada de un libro que tiene hojas amarillas que están al borde de desprenderse del lomo por el sol y los años.
PERSONA 2: Está chaquetona la historia pero tiene ocho personajes.
PERSONA 7: María se va a burlar de mí cuando me vea hacer esto.
PERSONA 4: No nos queda mucho tiempo para decidir. Hagamos ésa.
“Las alegrías y tristezas de la abuela” se trata de un delincuente juvenil que lo apodan “la abuela” porque a sus 21 años ya tiene canas. La historia es un thriller detectivesco con tintes de un humor casi incomprensible. A las 8 personas les costó trabajo entender la historia.
PERSONA 4: “La abuela” es bien sádica.
PERSONA 6: Imagínate lo que tuvo que haber vivido de chiquito.
PERSONA 7: Tengo muchos problemas con María para venir y leer esta obra.
No existe la figura de un director. Los 8 opinan, comparten, deciden, proponen. Sin embargo, la Persona 1 es la que trata de dar cauce a todos los ímpetus creativos.
PERSONA 1: Mi tío nos presta la bodega.
PERSONA 1: No puede ensayar a la una, tenemos que cambiar de horario.
PERSONA 1: ¿Por qué no te puedes aprender tus líneas?
PERSONA 1: ¿Y si te traes el sillón de tu casa?
PERSONA 1: ¡Ya cállense que no nos dejan concentrar!
Las personas ensayan con una dedicación extrema. Ríen. Se frustran. Se pierden. Platican. Los días pasan. El concurso de la alcaldía se acerca. Ensayo 3, 7, 10, 17. La Persona 1 intenta hacer que las personas puedan representar las aventuras de “la Abuela” de una forma creíble. Ensayo 2, 8, 22. Ahora todos comparten más que una obra de teatro: pendientes, chismes, chistes, gustos.
PERSONA 3: ¿Mañana alguien va a traer unas papitas para picar?
PERSONA 6: Yo soy de Piedras Negras.
PERSONA 7: ¿Tienes el número del doctor que atendió a tu niño?
PERSONA 5: Yo también soy Sagitario.
PERSONA 2: Yo siempre quise ser actor.
PERSONA 3: Si quieres una piel de bebé, necesitas ponerte limón y azúcar.
PERSONA 1: ¿Tendrá un amante?
Ensayo 24. Se escuchan ocho veces “buenas noches” en diferentes registros de voz. La Persona 2 llevó “papitas para picar”. La Persona 1 está moviendo las sillas para simular la escenografía. Las Personas 3 y 4 están en un rincón, alejadas, repasando en su cabeza las líneas que les cuesta mucho trabajo memorizar. La Persona 5 está mandando un mensaje en su celular. La Persona 6 está probándose un abrigo de su papá que cree le puede servir de vestuario. “Oigan” se escucha con una voz fuerte, ríspida.
PERSONA 7: Oigan, les tengo que decir algo. No sé cómo empezar…. Me voy a tener que salir de la obra. La próxima semana van a operar a María.
Silencio. Algunas veces la mejor respuesta es el silencio. Alguien intenta romper la tensión.
PERSONA 1: ¿Es la única opción?
PERSONA 7: Pensamos que con el tratamiento iba a estar mejor pero no… Sólo quiero decirles que hoy es el último día que voy a venir.
PERSONA 3: ¿Necesitas algo?
Mientras que la Persona 7 niega con la cabeza hay un sinfín de pedimentos que pasan por su mente. Pedimentos que jamás se permitiría decir.
PERSONA 7: No sé por qué me metí a este grupo. Me pareció divertido… después odié la obra que escogimos… Me gustaría irme a Acapulco con ustedes, ya estaba planeando todo para que mi mamá se quedara con María los días que nos iríamos… Cómo me gustaría quedarme aquí y no regresar a mi casa.
Silencio.
PERSONA 1: ¿Necesitas algo?
PERSONA 7: No lo sé… La verdad… Yo… La vida es muy jodida. María tiene 3 años. No quiero salir de esta bodega. Sólo quiero pensar en “la abuela”, en Acapulco, en que mañana me toca traer las papitas. No quiero llegar a mi casa… No quiero… Muchas gracias por escucharme.
La Persona 7 va por sus cosas, una chamarra y una bolsa, cuando la Persona 1 la llama con una voz seca.
PERSONA 1: ¿Si sabes que estamos a diez días del concurso, verdad?
La Persona 7 siente cómo la sangre se le congela.
PERSONA 1: Qué poca madre tienes. ¿Quién va a querer entrarle ahorita? Por tu culpa no vamos a ganar.
La Persona 1 se ríe y como un encanto la Persona 7 se contagia de esta risa. Las ocho personas se empiezan a reír como una forma, inconsciente, de exorcizar la bodega.
PERSONA 1: No te vas a ir a ningún lado. Te quedas porque es tu último ensayo. Te pones la peluca porque hoy eres la madre de “la abuela”.
Nadie puede llorar. La Persona 7 no puede llorar.
PERSONA 1: En 5 minutos empezamos.
Las ocho personas se congelan para formar una imagen única. Ocho personas a cinco minutos de empezar un ensayo. Ocho personas que crean algo más grande que ellas mismas. Ocho personas que no ganarán el concurso. Ocho personas que no viajarán a Acapulco. Ocho personas que después de diez días nunca se volverán a ver en vivo. Ocho personas que forman un oasis. Ocho que tratan de ganar algo. Ocho personas que intentan escapar de algo, de alguien, de ellas. Ocho personas que tratan, a pesar de todo, de aferrarse a la vida.
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