El Palacio Nacional de la Ciudad de México se ha convertido este 10 de enero en el escenario neurálgico-precedido por una serie de sesiones preparatorias entre las tres potencias norteamericanas –México, Estados Unidos y Canadá–, de la Décima Cumbre de Líderes de América del Norte, denominada coloquialmente “Three Amigos”, a través de la cual han buscado proyectar una robusta imagen de consenso en el liderazgo global de los asuntos que atañen a la humanidad; pero enfocándose en temáticas claves relacionadas a seguridad, economía, clima y migración.
Creo que los bloques geopolíticamente situados y formados como estos son más que necesarios para potenciar una imagen de respeto ante el mundo, no obstante, es importante subrayar que debe anteponerse una visión sobria de nuestras comunidades en la gestión democrática de nuestras sociedades –en base a la igualdad y empatía– que prevalezca por sobre cualquier tipo de sesgo ideológico, religioso, político, étnico, etc.
Ahora bien, a mi parecer, el principal problema que puedo intuir de este asunto a grosso modo, es la latente instigación a “dividir” nuestro planeta en una interminable lista de “adeptos” que no hace mas que “ensanchar” la posibilidad de un encuentro genuino y común en contra de aquellos temas que más nos hacen daño y lo hemos venido observando en cuestiones relacionadas por ejemplo a tópicos tales como el cambio climático; las posibilidades de incluir o excluir a países que violentan derechos humanos de organismos regionales o globales; operación militar rusa en Ucrania o invasión, depende de que contexto geopolítico se le vea, y que por cierto en este gravitante escenario bélico, Vladimir Putin ha destituido este 12 de enero a Sergei Surovikin, máximo comandante de las tropas rusas en Ucrania solamente tres meses después de su nombramiento.
Es insoslayable la influencia cultural, económica y social que estos tres grandes países americanos tienen en el mundo y que evidentemente se hace más latente y “prodigiosa” cuando apelan a una visión “unigénita” en la gestión de la democracia y los asuntos globales que afectan a la humanidad, mismos que tienen que ver con un trabajo transparente en la lucha contra la corrupción, el narcotráfico, la desidia política, etc., que han venido afectando “en las propias entrañas” a nuestros países.
Decía en su momento Miguel de Cervantes Saavedra que las “amistades que son ciertas nadie las puede turbar”, y, evidentemente es ese afán que creo imprescindible “instalar” en nuestras realidades contemporáneas, en el sentido de ser genuinos en el dar y compartir de nuestras propias capacidades y virtudes en pos del bienestar colectivo, sin esperar que lo dado sea recuperado “a como de lugar”.
En definitiva, el cónclave mexicano de los “tres amigos” me parece un interesante ejercicio de reciprocidad en las visitas –particularmente en la relación bilateral México-estadunidense, pues desde 2014, ningún presidente de la tierra del “Tío Sam”, visitaba el país azteca–;en ese entonces lo hizo el también político demócrata, Barack Obama-.
Posdata: Es de hacer notar que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) –a través de la resolución A/RES/65/275, aprobada el 3 de mayo de 2011– instituyó el “Día Internacional de la Amistad”, con el propósito de que “la amistad entre los pueblos, los países, las culturas y las personas puede inspirar iniciativas de paz y presenta una oportunidad de tender puentes entre las comunidades”.
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