Regulación y redes sociales
Hilda Saray Gómez González
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La lógica de la necesidad de regular lo relacionado con Internet aparece como una respuesta ante lo que no se entiende y, por ello mismo, constituye una amenaza al orden existente. Ya sea que hablemos de la moral personal…

Imagen: El Economista.
Imagen: El Economista.

Lectura: ( Palabras)

El título de este texto hace referencia a tres expresiones del mundo digital que están inmersos, de lleno, en la vida cotidiana personal y social, de este siglo XXI.

Sin importar el nivel socioeconómico o educativo, la edad o la ocupación, hemos escuchado conversaciones sobre los contenidos violentos o falsos que pueden encontrarse en Internet, sobre la poca o nula educación de usuarios que suben contenidos inadecuados o que tienen conductas violentas y discriminatorias en Twitter o Facebook; sobre las horas que gastan –o desperdician– los adolescentes en el smartphone o sobre cómo fue cancelada la su cuenta de algún conocido.

Los medios de comunicación, por su parte, presentan innumerables contenidos informativos y editoriales sobre el negocio que representan las empresas de redes sociales; sobre el impacto de las tecnologías de información y comunicación contemporáneas en la política y la economía o la proliferación de fake news que golpean la ética y la credibilidad periodísticas.

En este collage digital están, por supuesto, los Estados y sus gobiernos, que buscan la manera de enfrentar el protagonismo de las grandes empresas que, desde Internet, han construido espacios de poder que van de lo on line a lo off line con gran facilidad y se han convertido en referentes e impulsoras de múltiples transformaciones de todo tipo: desde los viajes espaciales hasta la manera en cómo flirtean las personas.

Desde la emergencia de estas circunstancias la regulación es una idea que aparece –a nivel personal, corporativo o institucional– de manera inmediata, casi como acto reflejo. La lógica de la necesidad de regular lo relacionado con Internet aparece como una respuesta ante lo que no se entiende y, por ello mismo, constituye una  amenaza al orden existente. Ya sea que hablemos de la moral personal, de las costumbres de la familia, del alcance del poder político, el ciberespacio ha venido a dislocar lo conocido y lo ha convertido en un caos.

regulación y redes sociales
Imagen: The New York Times.

Así, la idea de regular lo digital en sus expresiones como redes sociales, bases de datos, servicios por Internet, aparece como tabla de salvación antes de que el caos nos absorba: “es necesario ordenar el caos”, parece ser la idea salvadora.

Sin embargo, el caos, por definición, no puede ser ordenado. La idea de regulación se expresa casi como una esperanza para contener, acomodar, ordenar y, en última instancia, controlar, los entornos digitales que representan la expresión simultánea y exponencial de ideas, intereses, movimientos, deseos que no siguen un plan preestablecido.

La regulación pareciera como un intento, sí de control, pero además como una prótesis mental para asegurarse –así sea simbólicamente– de que sabemos dónde estamos y a dónde vamos.

Una de las estrategias que las grandes empresas como Facebook, Twitter y YouTube llevan a cabo para dar cauce a la simultaneidad, interacción y crecimiento exponencial de los contenidos generados por los usuarios, es la llamada moderación de contenidos, que no es más que el análisis y valoración de los posts o los tuits que subimos para determinar si son aptos para su circulación. Una parte de esta moderación de contenidos la realizan seres humanos y otra parte se lleva a cabo a través de Inteligencia Artificial.

Evidentemente, revisar miles de millones de contenidos es tarea imposible y determinar la pertinencia de cada uno de ellos también lo es. La Inteligencia Artificial aún no alcanza el refinamiento de la inteligencia humana para poder distinguir la diversidad cultural, los factores políticos y sociales de cada región del mundo, los distintos criterios legales y normativos que aplican alrededor del mundo.

inteligencia humana y robotica, artificial
Imagen: IA Latam.

Ante tal complejidad, se advierte que regular Internet, en cualquiera de sus expresiones, capas, servicios o funcionalidades y en el país o región que impulse proyectos en este sentido, es un proceso que requiere clarificar y transparentar el objetivo que le anima, en primer lugar. Y seguidamente, el proceso habrá de considerar a todos los actores políticos y sociales que intervienen, es decir, sin considerar la gobernanza de Internet y a todos los stakeholders, cualquier iniciativa resultará limitada, si no es que inútil.

A la luz de discusiones recientes sobre el tema –anoto dos muy relevantes–: una organizada por la UNESCO México y otra por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Acercarse a la multiperspectiva que el asunto implica es una tarea básica de Alfabetización Mediática. El cargo, el poder, el renombre, el puesto político no garantiza a ninguna persona que su preparación en este campo esté a la altura de su interés o necesidad de dar indicaciones a la realidad.

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