En ciencia política existe un debate clásico, todavía irresuelto, sobre la predominancia del politics frente al policy making en la vida pública. Al español, esta disputa se traduce normalmente como el enfrentamiento entre la política (competencia por el poder) y las políticas (construcción de soluciones racionales, eficientes y eficaces a los problemas públicos). Defensores de uno y otro bando argumentan sobre la superioridad bien de la política o de las políticas.
En realidad, las políticas públicas no pueden desarrollarse sin voluntad política, y la pura voluntad política no es suficiente para resolver la multiplicidad de problemas que acosan a las sociedades contemporáneas (catástrofe climática, desigualdades, empobrecimiento, crisis económica y de bienestar, descontento social, por mencionar algunos). Políticas y política se necesitan mutuamente para tener sentido. Gobernar sí tiene ciencia.
De cara al proceso electoral federal de 2024 en México, es preocupante que la agenda pública nacional esté saturada de política pero que exista poca o nula información sobre las políticas que los aspirantes tendrían que comenzar a delinear para enfrentar los retos más acuciantes del país.
Por ejemplo, ¿cómo piensan atacar la crisis del fentanilo que tiene a México entrampado frente a las dos potencias mundiales? Según datos del Global Drug Policy Index, de 30 países clasificados, México está entre los cinco países con la peor política nacional para combatir las drogas, estamos por debajo de países como Tailandia, Uganda y Nepal (ver: cutt.ly/h5VYW26). Sólo durante la pandemia el consumo de drogas entre adolescentes aumentó 15% a nivel nacional (ver: cutt.ly/q5VYUoC).
¿Cómo resarcir el rezago educativo acentuado por la pandemia? De acuerdo con los resultados de la prueba PISA 2018, el 66% de las y los jóvenes de 15 años no son capaces de resolver problemas de la vida cotidiana más allá de sumas y restas básicas. No obstante, la educación no ha sido un tema prioritario en la agenda.
¿Estamos preparados para enfrentar los desafíos que trae consigo el avance de la inteligencia artificial (AI)? México es uno de los países del mundo que menos invierte en ciencia y tecnología; apenas 0.3% del PIB, mientras países como Brasil invierte 1.2%; y Argentina y Cuba el 0.5%. Y no se diga frente a potencias tecnológicas como Corea del Sur que destina 5% de su PIB; Estados Unidos 3.5% y China 2.4%.
¿Cómo podemos aprovechar las oportunidades del nearshoring? Según estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), México es el país de América Latina con mayores oportunidades en este campo. Tenemos potencial para atraer inversiones de más de $35 mil millones de dólares anualmente; nos sigue Brasil con $7,800 millones de dólares, Argentina con $3,900 millones; Colombia con $2,500 millones; y Chile con $1,800 millones de dólares (ver: cutt.ly/T5VR51N).
De parte del oficialismo mexicano, existen eslóganes que se han posicionado exitosamente (como el concepto paraguas de la Cuarta Transformación), mientras que la oposición no cuenta con claridad sobre su proyecto político e ideológico, y se limita a construir toda su narrativa, identidad y propuesta en torno al no: todo lo que no sea el presidente López Obrador. Hablar de la “reconstrucción” –de quién sabe qué– es también insuficiente.
La comunicación política y las redes sociales son importantes, pero la tiktokización no puede reemplazar al debate de las ideas. Debemos exigir que quienes aspiran al ejercicio del gobierno aclaren cuáles serán las políticas para lograr un país más democrático y menos desigual. No nos resignemos a llegar a las urnas sin saber qué estamos votando.
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